Para muchos cinéfilos, las películas son más que entretenimiento. Nos sentimos parte de una cultura global, conectada, donde las películas son símbolos culturales y cada vez somos más conscientes de que nos afectan. Un largometraje nos puede representar, y hasta nos puede identificar. Los símbolos nos brindan una experiencia común; por eso disfrutamos tanto que nuestros amigos miren las pelis y series que les recomendamos.
Quienes viajamos, conocemos la sensación de estar donde se habla en un idioma que no entendemos. Nos sentimos ajenos, otros, y hasta invisibles cuando ellos se comunican mientras no logramos descifrar qué pasa -una sensación parecida a la de quedarse sin subs. El lenguaje del cine es universal, pero el universo es caótico y diverso. Los seres humanos venimos de todas las formas, colores y tamaños. Nuestros grupos culturales, con distintas tradiciones, idiomas y creencias, tienen historias sorprendentes y preocupaciones reales.
Alegra ver que la tendencia a favor de la diversidad cultural no verá al cine hundirse bajo una ola de dominación norteamericana que suena como un inglés estático. Sin embargo, el peligro de caer en clichés y reforzar estereotipos es real. En un mundo donde las distancias no son obstáculos, donde contamos con comunidades, plataformas y espacios de intercambio como Cinéfilos, Netflix, foros y bases de datos; donde florece la creación audiovisual, es necesario representar con respeto la realidad lingüística. Una comunidad global e inclusiva necesita conocer las tendencias que están transformando un medio de alto valor simbólico y de alta sensibilidad como el cine.
Alejandro González Iñárritu dijo que “el cine es un espejo en el que a menudo nos vemos a nosotros mismos”, y esta conciencia del cine como nuestro reflejo, aunque no sea total, se acerca a crear un lenguaje universal a su alrededor. La práctica de la conciencia cultural fortalece la comprensión de un lenguaje universal. Comentar nuestras realidades sociales y celebrar la diversidad son acciones fundamentales para representar a otros e invisibles. Estos puntos de partida se pueden utilizar para emocionarnos, movilizarnos, para salir a transformar nuestra realidad en una mejor.
Un cine humanizado es el espejo de un mundo cada vez más consciente. Tiene el poder de ayudar a compartir información, hacer foco en temas sociales relevantes y visibilizar tendencias políticas. La representación es tanto el punto de partida como el punto de llegada; es natural que se refleje en el lenguaje. Después de todo, el cine es el lenguaje universal.