Con humor liviano y un par de buenos sustos, la producción de Amazon termina mejor de lo que empieza y deja una extraña sensación de sabor a poco
Si hay algo casi imposible de negar para los amantes del séptimo arte (siempre y cuando aceptemos el hecho de que hoy las series son películas en episodios) es que cuando Simon Pegg y Nick Frost se unen para hacer una comedia desenvuelta en el marco de una historia de terror, generalmente significa el nacimiento de una serie de culto y unas cuantas risas firmadas. Lamentablemente, cuando el producto termina siendo liviano, la decepción es más grande y ahí es cuando las expectativas terminan jugando una mala pasada.
Truth Seekers no es mala en absoluto. Es más, si los nombres fueran otros seguramente estaríamos disparando cumplidos a mansalva. Pero, como dijo alguna vez un sabio tío Ben: “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, y una Trilogía del Cornetto junto con un Paul a cuestas, conllevan una vara muy alta y Truth Seekers (dentro de ese contexto) termina dejando sabor a poco.
Humor efectivo pero liviano, algunos sustos importantes y otros no tanto, y de yapa alguna parodia inteligente que dan ganas de aplaudir (la primera aparición de Malcolm McDowell es simplemente fantástica). Sin embargo, algo no termina de cerrar bien, sobre todo al principio.
Lo que es innegable es la destreza que tiene para desarrollarse en perfecto balance entre el terror y la comedia. La serie de Amazon logra navegar entre géneros con una naturalidad asombrosa, que permiten la armonía de la historia y elimina uno de los mayores problemas de este tipo de producciones, que son las tramas forzadas que anticipan el remate de la broma o sobresalto del terror. Truth Seekers no sufre este problema, y eso tiene como consecuencia giros inesperados y elocuentes y momentos muy divertidos (algunos más que otros) que rememoran el humor tan particular de la dupla Pegg-Frost.
Quizás, la crítica más grande apunta a los primeros episodios, en los que no termina de definir bien si se trata de historias conclusivas o una mini serie de trama transversal. El espectador le va encontrando forma a medida que la temporada avanza. Sin embargo, la serie corre el riesgo de perder a la mitad del público en la primera hora y media, justamente por su liviandad y una historia que tarda en arrancar. Nuestro consejo: ver mínimo cuatro capítulos.
Hasta acá hablamos de la sensaciones generales de la tira, ahora vamos con la trama. Truth Seekers sigue la vida de Gus Roberts, interpretado por Nick Frost. Gus es el técnico de una empresa de internet al que le encomiendan un nuevo compañero para que lo instruya en la profesión. Sin embargo, su verdadera pasión son los eventos paranormales, los cuales busca, graba y muestra, al mejor estilo “Cazadores de Fantasmas”, en un canal de Youtube, de poca repercusión. Su jefe es Simon Pegg, que durante gran parte de la serie parece más un personaje secundario que el mismísimo Pegg y que realmente termina por explotar sobre el final.
Junto a su nuevo compañero llamado Elton John (que en un principio es imposible no pensar en el recurso robado del George Michael de M. Cera en Arrested Development), no quiere saber nada con fantasmas, aunque esto no impide que se vea envuelto en cada evento paranormal que se encuentra en las casas donde tienen que hacer alguna reparación.
La trama comienza a tomar un poco de forma cuando Astrid, interpretada por Emma d’Arcy se une al grupo de manera definitiva. Es imposible no destacar al confundido y malhumorado padre de Gus Roberts, no solo porque sus intervenciones le dan ese toque de humor negro que tanto caracteriza a la dupla creativa, sino porque está interpretado por el increíble Malcolm McDowell. De lo mejor de la serie. Con el pasar de los episodios nuevos personajes irán sumándose a la historia, los cuales no desarrollaremos para no caer en spoilers innecesarios.
Es fácil identificar el sello personal del duo británico y solo por eso vale la pena verla, a sabiendas que seguramente volverán por más y con un aire más border, porque tanto el humor como el terror van subiendo de tono a medida que pasan los episodios, hasta rozar por momentos el gore y convertir lo costumbrista en un evento grandilocuente del que depende el futuro de la humanidad. Esa incansable insistencia de poner el destino del mundo en las manos de tipos que ni siquiera pueden con su vida, convirtiendo al camino del héroe en un hecho extremo casi inverosímil, pero que te deja sonriendo cuando llegan los créditos finales. Sello característico de la dupla británica.
Al final de cuentas es delirante, descontracturada, con personajes dulces y bonachones, con los que uno termina encariñándose. Pero sobre todo es un must de su colección para recordar ese humor de los que ya no quedan.
Desafortunadamente, podrían haber ido un poco más lejos y romper los esquemas actuales de la comedia comercial o el terror por computadora, sin embargo, pareciera que apostaron a lo seguro, apuntando a un público más masivo (algo que quizás sea una exigencia de Amazon y no una decisión creativa del equipo de showrunners, imposible de saberlo) en vez de dirigirse al nicho de espectadores que estamos siempre esperando volver a verlos juntos en acción.
De todas maneras es una gran opción para disfrutar y resaltar por sobre el resto en estos tiempos de sobre explotación de estrenos, donde al parecer importa más la cantidad que la calidad.
Les dejamos el trailer: