Se estrena la película “Distancia de rescate” dirigida por Claudia Llosa y basada en la novela homónima de Samanta Schweblin. Protagonizada por Dolores Fonzi y María Valverde, te contamos qué nos pareció y te compartimos la charla con sus creadoras.
Este 7 de octubre llega a los cines la adaptación cinematográfica de “Distancia de rescate”, basada en la novela de Samanta Schweblin y publicada durante el 2015. La encargada de dirigir y adaptar esta obra, es nada más y nada menos que Claudia Llosa, una cineasta de origen peruano que por el año 2009 estrenó “La teta asustada” que tuvo amplia repercusión a nivel mundial, llegando inclusive a estar nominada a los Premios de la Academia.
Claudia confiesa, a través de una videollamada, que quedó sumergida en las páginas del libro y que pensó una y otra vez en cómo sería adaptar la complejidad de la obra. La misma ahonda en temáticas como la maternidad, el biocapitalismo salvaje, la magia, el amor, la muerte o la tragedia. Decidió ponerse en contacto con Schweblin y llegaron a un acuerdo para co escribir el guion. ¿El resultado? no pudo ser más que satisfactorio.
Ambas mujeres, virtuosas en sus respectivas profesiones, fusionaron saberes y trajeron como resultado esta película. La cinta mantiene viva la esencia del libro donde todo clima emocional resulta ser sugerente, perverso y ambiguo. Nada es lo que parece en ficciones como ésta; sumado al hecho de que tanto sus realizadoras como sus protagonistas son mujeres y esto le confiere una impronta particular. Los andamiajes de la maternidad y el vínculo que se establece entre sus participantes, necesita de mucha precisión y cuidado para no caer en zonas confortables o grandes clichés.
¿De qué va?
Distancia de rescate cuenta la historia de Amanda (María Valverde), que junto con su hija Nina llegan a un pueblo rural con el objetivo de poder tomar unas merecidas vacaciones. Allí se cruzan con una lugareña llamada Carola (Dolores Fonzi), que mantiene una relación conflictiva con su hijo David (Marcelo Michinaux) a quien acusa de ya no ser su hijo, luego de una tragedia en la que casi pierde la vida.
El argumento de la película se desglosa con la excusa de poder definir en qué consiste la distancia de rescate: aquel hilo invisible que conecta a una madre con su hijo con el objetivo de medir la peligrosidad de determinado suceso. Ese hilo se tensa o se libera dependiendo de los límites de lo que acontece alrededor de la criatura. Lo que Amanda no conoce, es que parte de lo que le sucede a David en el cuerpo, tiene que ver con un enemigo natural que acecha a toda una población que vive ignota ante la posibilidad de catástrofes naturales y acepta con resignación la consecuencia inmediata del desparpajo del hombre con la naturaleza.
Claudia Llosa apela a una visión muy acertada de cómo se construye este universo natural que convive con elementos misteriosos y truculentos, dotando a sus escenas de ciertos factores propios de un realismo mágico no exacerbado, donde un hombre se transforma en centauro y un joven David puede ser una especie de Caronte moderno.
Los miedos enérgicos de toda madre, los minutos antes del desastre, las catástrofes naturales, la mutación física y espiritual, los rituales paganos, la mitología que encierra cada espacio habitado por hombres y mujeres donde se trasluce no sólo un sistema de ideas propio de toda convivencia social, sino que asimismo permite dejar en carne en viva las miserias más oscuras de cada individuo. Distancia de rescate vuelve tangible el horror de lo cotidiano y nos interpela como sujetos y espectadores, acerca de los límites de la vida misma.
Tuvimos la oportunidad de conversar con Claudia Llosa y Samanta Schweblin y esto nos contaron acerca de la experiencia que fue poder adaptar el libro a la gran pantalla: