El actor que interpreta a Berlín en la exitosa serie española de Netflix habló sobre la quinta y última temporada en la siguiente entrevista.
-¿Cómo ha ido el rodaje de esta última temporada de La casa de papel?
-Yo pensé varias veces durante el desarrollo de este proyecto que no se podía ir ahí, a más potencia. ¡Pues esto no ha parado! Yo creo que se ha roto el marcador… Yo no estoy en toda la parte donde está La Banda… que es una especie de espina que tengo ahí, porque les echo de menos… y ellos han vivido la Guerra Mundial, han hecho una especie de epopeya bélica, y paralelamente yo estaba de viaje por el norte de Europa y dándome paseos en lancha por los ríos. Me consta que ha sido un nivel de intensidad bestial y que la gente ha estado al borde del colapso físico, psicológico y
emocional en el último tramo… un esfuerzo muy, muy, muy grande. Con muchísimas líneas de fuerza, ¿no? Muchas líneas de fuerza, muchos personajes, mucha ambición en términos de puesta en escena y de factura… una locura. Bueno, espero que la gente lo disfrute, porque el salto ha sido descomunal.
-¿Para ti qué ha supuesto, personal y profesionalmente, La casa de papel? -Personalmente, sin duda un regalo, un regalo. Pienso también en mi personaje. Es mucha energía, mucho tiempo, muchas secuencias, mucha búsqueda, a mí me gusta ahí… cocinar y cocinar y cocinar para intentar sacarle capas al personaje. Mi personaje tuvo una vertiente, luego -cuando se suponía que estaba ya muerto y se decidió continuar con la serie- como yo estaba muerto tuvimos que habilitar como otra cara del personaje y ahora en la última temporada, de alguna forma, vemos cómo da una vuelta todo eso hasta que… ¡crunch!… la información de un lado y de otro lado, o de una cara y otra cara de la luna como que han pillado sentido, ¿no? Me consta que los guionistas han hecho un esfuerzo descomunal porque la cronología de todo lo que había aquí -antes, durante, después- cuadrase. Pura ingeniería.
Y para mi personaje ha sido como un viaje delirante que, por la tesitura del personaje, a mí me ha permitido atreverme a hacer cosas muy locas: pisar tabúes, jugar con lo prohibido, respirar con unos ritmos que en la vida normalmente no se suelen permitir… Es un personaje con mucho humor… Es como un caballo loco que dices tú: “Esto no, no… no vale para las carreras”. Pero si uno lo montase a lo mejor tenía una tarde… una tarde para el recuerdo. Berlín como personaje tiene algo de eso. Entonces, yo le estoy muy agradecido a la peripecia.
Y en lo profesional nos ha metido en un escenario diferente, ¿no? Estoy haciendo esta entrevista, seguramente, para que se vea en muchos países del mundo, que es algo que hace cuatro años y pico era completamente impensable, ¿no? Estamos entrando en un escenario nuevo de la distribución y de la producción… y lo estamos haciendo con gente de aquí que se está atreviendo a volar sin limitaciones y estar viviendo este momento es algo increíble, algo increíble. Ha tenido sus momentos de dificultad también, porque uno no está preparado para que le venga algo como esto, pero lo tomo como un puro aprendizaje. O sea, que sí, muy agradecido.
-En líneas generales, ¿qué vamos a ver en esta última parte de la serie?
-¡El armagedón! El armagedón, la batalla final. Sí, la batalla de todas las batallas. Algo de esto, por la parte de la acción, en términos de género, pero también por la parte del corazón, yo creo. Creo que hay una línea por ahí que le da sentido a toda la saga, si se puede decir así, a todas las temporadas. Como que hace ¡clack! y todo se alinea. Si tiene sentido, y confío en que lo tenga, creo que tiene algo muy emocionante y muy muy muy poderoso en lo visual.
-¿Qué vamos a ver de Berlín que no hemos visto todavía?
-Vamos a entender por qué. Yo creo… claro, cuando Berlín se planteó como personaje en la serie al principio decías: “Y este bicho, ¿de dónde viene, de dónde sale algo así?”. Creo que se va a entender por qué su naturaleza tiene esa particularidad tan peligrosa, y esa paradoja, ¿no?, porque Berlín a veces parece un ‘controlator’ pero luego es un volcán interno en erupción, alguien seguramente muy sensible que ha… pues eso, diseñado un artefacto alucinante para rodear algo muy, muy, muy sensible que tiene ahí dentro y que siempre arde, ¿no? Creo que se puede entender, quizás, cómo alguien se convierte en un tipo como éste.
-¿Qué ha significado para ti interpretar a Berlín todos estos años y qué te llevas del personaje? -Pues me llevo del personaje de Berlín… no sé si se va a entender, pero… su sentido de la respiración. Vivimos en un mundo acelerado, apretado, compulsivo, que busca una respuesta instantánea… Y Berlín siempre se da tiempo. Se da tiempo. Al principio, yo pensaba: “Qué raro, esto es una serie de acción y éste es, a veces, lo contrario”. Para, para, para, desacelera… Y tú dices: “¿Y ahora qué va a pasar?”. Y él no lo sabe, ¿no? Yo recuerdo que había una época que hablaba de Messi, que dices tú: “Messi le dan el balón y a veces no sabes lo que va a hacer”. ¡Pero es que no lo sabe él! Pues con Berlín pasa igual. Le dan el balón y es… y allá va, ¿no? Eso es un vehículo increíble. Es un vehículo increíble. Confiar ahí, jugar ahí, permitirse ahí… es un vehículo increíble.
Y luego… digamos que haber tenido ese regalo me ha ayudado a sumar algo que yo ahora tengo muy presente que es: “Con tus intenciones, vete hasta el final”. Puedes equivocarte, porque de hecho a veces te equivocas, pero en ese sentido de la determinación e incluso del riesgo, del vete hasta donde puedas, hay algo que a veces te hace pasar susto, miedo, pero que si tú eres honesto, a veces te da cosas que ni tú mismo esperabas, ¿no? Entonces con los pasos que estoy intentando dar, voy reforzando ese tipo de búsqueda, ese tipo de planteamiento. Y luego he conocido a gente, pues, increíble. Y he compartido trabajo con un equipo de personas alucinantes.
-Cuéntanos una anécdota de rodaje por la que vayas a recordar siempre La casa de papel.
-Es de la primera temporada. No sé si te acuerdas de aquel momento en el que le meten un tiro a Arturito y a Arturito hay que operarlo. Entonces estábamos allí y había que darle puntos. Y entonces vino… (risas) vino un cirujano, un cirujano de verdad, para los detalles, ¿no? Entonces, aquí le habían hecho una herida increíble con latex y esto que hacen… Tenía, en apariencia, una herida abierta que era mentira y entonces… (risas) yo le daba amor a Arturito en ese momento, le daba todo mi cariño, toda mi ternura. Y él, Enrique Arce, sufriendo lo más grande, y yo: “Que eres muy dramático”. Entonces, hacemos los planos, los insertos, de detalle de las manos del cirujano… y el tipo le pegó los puntos de verdad. En toma. Y él: “¡¡¡Aaaay…!!!”. ¡Sin anestesia ni nada! ¡Y le metió dos puntos de verdad! Bueno, bueno… Cuando llegó al corte de comida y le habían quitado todo y viene con los puntos… Ese día, ese día te juro que nos metimos en bucle con Enrique Arce porque era: “Pero qué grande, esto es un actor que se entrega”. Con eso nos reímos muchísimo. Menos mal que era un cirujano, si te lo hago yo le mato. Esa fue histórica.
-Define a Berlín en tres palabras.
-No hay manera, que tiene varias lecturas (risas). No se me ocurre, no se me ocurre… Un dulce, un tierno… (risas).