Daniel Brühl estrenó su primer trabajo como director con el largometraje “Nebenan” parte de la selección del Santiago International Film Festival (SANFIC).
El actor y director fue el invitado especial de un ameno conversatorio. En el mismo dio a conocer cómo se había inspirado para hacer la película, cuáles son sus planes a futuro; y cómo fue su experiencia al filmar con Tarantino, entre otras anécdotas.
¿De qué va “Nebenan”?
El film cuenta con un humor negro hilarante, diálogos profusos cargados de reflexión ante la superficialidad y la revisión de temas que van desde la gentrificación hasta la soledad de la fama.
Brühl cumple la doble función de dirigir la película y protagonizarla. Con un reparto pequeño, se acompaña de Peter Kurt en el papel de Bruno. La dupla juega en una tensión constante con momentos de conexión y empatía. Además, su opuesto absoluto desconcierta, y dosifica información que mantiene en ascuas al espectador que espera el desenlace atento.
Daniel, su personaje, está pronto a partir a una audición en Londres, pero antes de ir al aeropuerto pasa por un bar donde es asiduo comensal para realizar la espera. Es ahí donde todo se interrumpe por la mirada atenta y vehemente de un hombre que cambiaría el destino de su estadía en ese lugar familiar.
La película se desarrolla prácticamente en una locación, un bar berlinés. Desde ahí, solo toma alientos pequeños con planos abiertos fuera de él; como si el director supiera que se requería de ese respiro para poder continuar. Luego se regresa a la claustrofóbica sensación que bordea la agonía por la tensión entre estos dos personajes.
“Nebenan” o “Next Door”, es un buen primer ejercicio de Brühl, logra convencer a pesar de tener momentos ambiciosos en diálogo e historia. Las actuaciones son notables: Brühl es minimalista y se agradece ese poco histrionismo que lleva a disfrutar los arcos de emocionalidad de su personaje. Desde la comedia negra, levanta una versión caricaturizada de sí mismo como un famoso actor, narciso y desinteresado. Desde esa base trata de disimular algo de preocupación por el mundo y quienes habitan en él. Por su parte, Kurt, es notable, provoca rechazo y apatía, para luego, de una extraña manera, lograr la conexión con él en momentos de miradas fijas que parecen balas con un objetivo claro.
Merece la pena verla, con 90 minutos de duración se erigió como una de las sorpresas del festival.
El conversatorio
Casi una hora de diálogo relajado fue la que dio Daniel Brühl al festival. Contó que su inspiración para el film fue una incómoda situación que vivió en Barcelona donde un hombre lo miraba directamente, sin parpadeo de por medio, mientras él comía en un bar de tapas.
Habló también de referencias a Sergio Leone y a “La Ventana Indiscreta“, de Hitchcock, de la ayuda de su guionista Daniel Kehlmann con el que ya vislumbra otro proyecto futuro, y de lo difícil que fue asumir en un comienzo las criticas respecto a la actuación para repetir una toma en “Nebenan”.
La sencillez del actor y ahora director fueron la tónica en todo su distendido relato. Contó que conoció a Tarantino en una cena para hablar del rol de “Bastardos sin Gloria” y que pensó que esa noche había cerrado su participación en la película entre vino blanco y risas, creencia que se derrumbó cuando el aclamado director antes de irse le dijo: “te veo mañana en la audición”.
Relató, a su vez, su entusiasmo cuando el mismo realizador le pidió acompañarlo una semana a París para buscar a la protagonista de Shoshanna, personaje que ganaría últimamente la talentosa Mélanie Laurent; de bromas en el set y de cómo Tarantino “vive y respira para el cine”.
En otro contexto, respecto a sus proyectos futuros en el plano actoral, dijo que no quiere limitarse a hacer un solo tipo de cine. Esto lo ha dejado claro durante toda su carrera y, como director, quiere seguir afiatando la dupla con su guionista. Cree que lo logrará dejando de lado la doble función y cediendo a otro actor el protagonismo para indagar como realizador en el género de terror.
Por último, se refirió a su anhelo de trabajar con el cineasta chileno Pablo Larraín a quien admira, cerrando sus palabras con un marcado conocimiento y familiaridad sorprendente por los realizadores latinoamericanos.
La humildad del actor marcó el conversatorio y su ópera prima el festival internacional de Santiago en su versión número 17.