Así lo aseguró Sharon Lomofsky, diseñadora de producción del film protagonizado por Kirsten Dunst. A 20 años de su estreno, contó junto al director de fotografía, Shawn Maurer, cómo se creó este éxito de los 2000
“Let’s go Toros!” se convirtió en un grito de guerra del 2000 que los seguidores de Bring it on arrastraron hasta estos días. Por alguna razón, una película que se pensó mucho más chica de lo que fue terminó convirtiéndose en un clásico de principios del milenio.
La historia se centra en la vida de Torrance (Kirsten Dunts), una joven que hereda el mando del equipo de cheerleaders de Rancho Grande pero se entera que el éxito de su equipo se construyó sobre una farsa. La anterior líder del equipo le había robado todas las coreografías al equipo Clover.
Con una estética bien identificable con la época en la que se estreno, incluso con ese pop punk que caracterizó a films de los mismos años como American Pie o Eurotrip, Bring it on se convirtió rápidamente en una cinta muy querida. Aunque sus fans no puede replicar cada rutina atlética, lo más probable es que sepan sus cantos -en inglés o español dependiendo el idioma en el que la hayan visto- y los sigan entonando hasta este momento.
En una entrevista, Shawn Maurer, director de fotografía, y Sharon Lomofsky, diseñadora de producción, hablaron sobre cómo nació esta película dirigida por Peyton Reed. “Parte de la película y su éxito era mostrar que es una habilidad y un talento real ser una cheerleader“, aseguró la responsable del arte del film.
¿Pensaban que Bring it on se iba a convertir en este éxito?
Sharon Lomofsky:—Es interesante, nadie esperaba nada, leí el guión y como no era norteamericana vi su potencial. Ellos dan por sentada la práctica, pero las cheerleaders son un ícono de los Estados Unidos para el resto del mundo. Le tuve fe, no sabía que iba a ser tan importante como fue, pero amé el guión y su historia.
Shawn Maurer:—El guión me pareció decente, era un film que parecía divertido pero ni de cerca pensamos que sería esto. Fue impactante y sorprendió a todo el mundo.
Antes del rodaje hubo un campamento en el que las actrices fueron a aprender las acrobacias. ¿Fueron a visitarlo para tener ideas para sus trabajos?
S.M.:—Con Peyton Reed (Director) visitábamos el campamento para ver cómo ensayaban los movimientos, vimos cómo trabajaba la coreógrafa con ellas y sirvió para entender la parte física de sus movimientos y sus acrobacias, para entender el potencial visual.
S.L.:—Creo que fui una vez. Pero a mí me interesaba más encontrar información sobre estos concursos de cheerleading, los reales. Y descubrí que eran muy tristes, era una desilusión. Había alguna cortinita y un cartel chiquito, poco ceremonioso. Fue antes de Google y esas cosas, encontré sólo un libro en blanco y negro, no tenía de dónde partir excepto mi imaginación. La Universal Cheerleaders Association (UCA) nos dio permiso para usar su nombre y su logo, con colores azules y ese fue el punto de partida, por eso hay tanto azul.
¿Cómo definiste la estética de los equipos, Sharon?
S.L.:—Quería que fueran muy distintos, fáciles de identificar. Los toros reflejan la ira, son rojos. Rojo, blanco y negro. Además, el agente de Kirsten Dunst me pidió colores en los que ella se viera bien, que por suerte eran el rojo y el negro. Para los Clovers no sabía que había una cosa de los irlandeses que usan los tréboles y tienen colores más bien púrpuras, verdes y blancos. No quería eso de ninguna manera. Se me ocurrió el naranja, verde y rojo, que ahora la gente asocia a lo africano. Para mí tenían impacto, contrastaban y se veían lindos contra el azul de la UCA.
Shawn, en tu caso, ¿cómo preparaste la fotografía?
S.M.:—Como en cualquier película, es importante ver qué estás fotografiando. Importan las locaciones. Por lo general, estas competencias se hacen puertas adentro, en un auditorio. No son nada impactantes desde lo visual, son gimnasios sin personalidad. Pero tuvimos esa costa hermosa con un gran anfiteatro y me esforcé para armar algo ahí.
Sharon, ¿De qué forma eligieron el lugar para la competencia final?
S.L.:—Para los regionales necesitábamos algo atractivo, sin que le quitara peso a la final y para la instancia definitiva vimos algunas locaciones y nos quedamos con la playa, que transmite es brillo, esa luz, que terminó viéndose muy lindo. Cuando llegamos era muy triste el lugar, pero Peyton vio que tenía potencial.
En el caso de las acrobacias, es evidente que las protagonistas no hacen todo. ¿Eligieron planos bien amplios para que no se notara cuando no estaban?
S.M.:—La coreógrafa Anne Fletcher grabó las rutinas y las pudimos estudiar con el director. Cuanto más las estudiábamos, más sabíamos en dónde iba a estar un personaje en esa rutina. Creo que el cheerleading, como cualquier danza se fotografía mejor con planos amplios. Hay películas con baile que a veces tienen planos tan cerrados que puede ser frustrante para el espectador que se pierde la destreza. Es como ver un deporte, no querés estar muy cerca porque querés ver qué hacen y a dónde van. Ellas estaban en gran parte de la rutina, y solo las cambiaban por atletas profesionales cuando las arrojaban por el aire.
¿Qué significa este film para ustedes?
S.L.:—Fue un gran proyecto, las chicas estaban entusiasmadas. Y creo que también fue interesante la idea de los blancos y la apropiación de la cultura africana. Era algo que no se debatía tanto en esa época, así que de algun modo fue adelantada.
S.M.:—Creo que no estaría acá si no fuera por esta película. Ni bien se estrenó empezaron a ofrecerme más trabajos.