Teniendo la comida como catalizador de conversaciones, Diego Luna invita a todos a la mesa y los pone a conversar apasionadamente sobre algunos de los desafíos más apremiantes de nuestros tiempos.
Esta serie de siete capítulos, original de Amazon Prime, que llega a la plataforma este 7 de agosto, se filma en distintas partes de México y regala la oportunidad de escuchar múltiples visiones de un mismo tema en torno a la buena mesa. Remontándonos a Roma “Pan y Circo”, busca encontrar un espacio de entretención, de conversación casual, pero no por ello superflua, sobre temáticas transversales a problemáticas latinoamericanas y mundiales que hacen reflejo de nuestros tiempos convulsos, lo que incluye por supuesto, la pandemia.
En cada capítulo se define un tema a tratar y participan quienes en su cotidianidad con él se relacionen. Gael García Bernal, Enrique Olivera, Elena Reygadas, activistas de diferentes causas, políticos, empresarios, dirigentes de comunidades, representantes de pueblos indígenas, entre otros invitados, quienes dejan patentada su opinión y visión respecto a lo que está pasando con la sociedad en términos de femicidios, prohibición de drogas, cambio climático, migración, racismo entre otras realidades, que van dando un panorama de lo que se vive en la cotidianidad.
La tradición latinoamericana y las múltiples culturas que en ella habitan, conoce de ese vínculo ancestral de reunión junto a la comida y que casi inherente a ella permite la producción de un contexto de conversación que facilita la ductilidad de palabra y que, a su vez, desata más que alguna apasionada discusión dependiendo la versión del lado de la conversación en el que te encuentres.
Este dinamismo destaca a esta serie. Permite conocer diversas historias de vida, distintas realidades, que igual pueden convergen en una misma petición de justicia o de acción, y que demuestra que, a pesar de sus opuestos orígenes y lugar que pueden tener en la vida, su desafío de convivencia y equidad es compartido y asfixia con su necesidad de conversación reflejando las brechas gigantes de visión y vivencias entre organismos públicos, privados y civiles; y la urgente necesidad que tienen de buscar herramientas de diálogo y participación.
Se agradece esa mixtura, círculos heterogéneos de invitados que alientan la heterogeneidad de voces y perspectivas de un mismo tema a discutir, que incomode, que haga ruido, que invite a la reflexión. Los participantes se desafían constantemente, con respeto, concuerdan a ratos, en grises y por sobre todo se escuchan, a veces desde el ego en búsqueda de la respuesta, pero en ocasiones sintonizan en propuestas y realidades tan ajenas a sus vivencias que los aterriza en la necesidad de ponerlos en los zapatos del otro. Todo esto entre comidas que van de la mano de eminentes chefs mexicanos que muestran parte de la mejor comida local, regional y nacional.
Diego Luna cumple un buen rol de moderador, logra conectar con los asistentes y dejar que se dé un espacio de conversación fluida que permita la diversidad de opiniones, incluso en este ambiente “público”, lo que no siempre es fácil de conseguir, más aún, cruzando temáticas que pueden tener una postura binaria y sin matices, lo que podría terminar en más de un episodio con discursos ideológicos sin respuesta alguna que pueda estar a la altura de su doctrina e interesantes, acaloradas e incomodas realidades que no todos están dispuestos a abordar.
“Pan y Circo”, acerca realidades sobre una misma temática lo que la vuelve interesante y actual, más aún, cuando se mezcla con desafíos locales y los complementa con un ambiente cómodo para expresarlo. Se intentan bajar las asimetrías y las estructuras de jerarquía se vuelven horizontales, permitiendo un espacio que termina más en cooperación y empatía más que debate y enfrentamiento a pesar de las diferencias de visión.