Hay personajes que nunca envejecen, que quedan grabados en la memoria como si por arte de magia el tiempo se detuviera para siempre en un momento de la vida. Harry Potter es uno de esos. Tal vez porque los libros de JK Rowling atraviesan casi toda su adolescencia, o porque la imagen publicitaria del mago, esa que vemos en todas las librerías, pósters y merchandising, remite a un joven intrépido con ansias de hacer de este mundo un lugar mejor. Pero quienes crecimos junto a él, sabemos que Harry es la imagen precisa de lo que soñamos ser a través de su historia.
Hoy, 31 de julio de 2020 , Harry Potter cumple 40 años. De hecho el primer libro de la saga “Harry Potter y la piedra filosofal”, inicia cuando cumple 11 años y recibe la carta de invitación a Hogwarts, Colegio de Magia y Hechicería. Imposible olvidar la escena de la lluvia de sobres traídos por lechuzas a la casa de los tíos muggles, Vernon y Petunia Dursley, o la patada con la que Hagrid abre la puerta de una casa en una isla desierta en medio de la noche para saludar al protagonista y regalarle una torta de cumpleaños que él mismo había cocinado. Ese día la vida de Harry cambió para siempre, y algo similar pasó con la de una generación entera, los Potterheads del mundo.
Crecer a la par de Harry tuvo sus ventajas y sus aprendizajes. Uno de ellos es sin duda el valor de la amistad y la identificación con los pares. El proceso de socialización por fuera del hogar, que paradójicamente Harry perdió cuando Lord Voldemort asesinó a sus padres, implicó acercarse a otros por gustos en común, afinidades, actividades, valores y espacios, y poder elegir. En ese sentido Ron y Hermione, y luego otros personajes, se convirtieron rápidamente en su refugio, un espacio posible de habitar sin ser juzgados, desde la ternura, la sinceridad y el compañerismo.
Otro punto central a destacar es el de lo colectivo. En un mundo que se caía a pedazos a la par de la idea moderno del éxito, un futuro distópico bombardeado por la idealización publicitaria del yo hedonista, aparece un joven que es mágico aunque imperfecto y vulnerable, que pelea por valores como la igualdad y la justicia. Lejos de la representación tradicional del héroe que puede solo, a través de los libros Harry evidencia que nada es más potente que la construcción colectiva y que uno crece y es con los otros.
Por último, pero no en orden de importancia, la cuestión social. La trama central de la saga, aunque muchos la categoricen como infantil, gira entorno a una disputa constante de poder, donde aparecen nociones como jerarquía social, racismo, intolerancia o igualdad. Incluso se abarcan temas como la manipulación de los medios de comunicación (el Diario El Profeta), y cómo la burocracias disfuncionales suelen estar por detrás de los reclamos sociales (Ministerio de la Magia). Ni siquiera hace falta escarbar mucho en el guion para identificar la lucha social que se presenta entre quienes desean un mundo donde gobiernen exclusivamente los magos sangre pura, el ejército de los Mortífagos bajo el ala de Lord Voldemort, y quienes consideran la igualdad con los hijos de “muggles” (no mágicos).
El pasó del tiempo es algo inevitable, y también afecta a nuestros personajes favoritos. Por eso la celebración de las cuatro décadas del mago más famoso del mundo es una buena excusa para resignificarlo y reconocer qué de su historia dejó una huella en las diferentes experiencias biográficas.
Y a ustedes, ¿qué les aportó Harry, cinéfilos?