Antes de la exitosa miniserie de Netflix, en el año 2018, el cineasta chileno Sebastián Lelio, reciente ganador de un Oscar por Una Mujer Fantástica, se aventuraba en la temática de la liberación de la mujer dentro de la cultura judía ortodoxa con la historia de un amor prohibido llamada ‘Desobediencia’.
El reparto lo compone una implacable Rachel Weizs (La Favorita), una vulnerable Rachel Mc Adams (Diarios de Una Pasión) y un deslumbrante Alessandro Nivola (Coco Chanel) en la que definitivamente se presenta como una de las mejores interpretaciones de su carrera.
La historia se centra en este triángulo, donde se muestra a Ronit (Weisz) en Nueva York como una fotógrafa exitosa, quien después de recibir una llamada con la triste noticia de la muerte de su padre debe volver a la comunidad judía ortodoxa que la vio nacer y que abandonó.
Este grupo en su llegada le hace notar que ese no es su lugar, que no es bienvenida y que, si bien es la hija de un querido rabino, ella ya no pertenece ahí. Es aquí también, donde se reencuentra con Esty (Mc Adams) y Dovid (Nivola), quienes permanecieron viviendo ahí y terminaron contrayendo matrimonio, pero que con la llegada de su antigua tercer integrante comienzan a desestabilizar su mundo en una explosión de sentimientos reprimidos. De cada uno y de todos.
Los tres personajes principales se van entrelazando en sensaciones distintas que pasan entre el amor, la vuelta a la adolescencia y la defensa frente al prejuicio de una cultura. Se revive un amor prohibido y reprimido, salen a flote las inseguridades e irónicamente las certezas, se crean expectativas y también se derrumban, se deja ir y se muestra que el perdón también es parte del amor y el desamor. Todo forma parte de la desobediencia.
Es una película claustrofóbica por momentos, tiene mucho de miradas y silencios que lo dicen todo sin emitir palabra alguna. Acompañados por primeros planos cargados de complicidad y apoyo incondicional frente ante al juicio de otros. Es sensible e inquietante, de personajes potentes que buscan en cierto modo, desde su arena, la liberación y donde la llegada de Ronit (Weisz) funciona como catalizador para que esto suceda. Es como si todo hubiese quedado inconcluso en un momento y depende del espectador reconstruir lo que pasó en el pasado.
Visualmente es un film maravilloso. El director logra en cada escena extender a la audiencia la intimidad de los sentimientos de los protagonistas. Cargado de caminatas que dejen a ratos sentir el frío del lugar y logrando producir sensación de ahogo en espacios cerrados solo porque hay silencios que merecen ser gritos de liberación.
Resalta una caminata en particular, dónde en un plano secuencia, realizado de manera cinematográficamente exquisita, Ronit y Esty son acompañadas en su camino en una conversación que parece habitual pero que está sacando de las entrañas de los personajes lo más profundo del choque entre su esencia y la cultura, entre la vulnerabilidad y la confusión, entre la conformidad y la libertad.
Los tres personajes relatan distintos sentimientos. Mc Adams, hace un espectacular protagónico cargado de contradicciones, prohibiciones, de dolor contenido y certezas que no pueden ser concretadas y que son aplacadas por su sumisión frente a la cultura en la que está inserta y que siente que así le tocó vivir. Weisz, representa a una mujer ya liberada, sin posibilidad alguna de volver atrás, con su camino recorrido y ya trazado. Y Nivola ¡sorprendente!, logra pasar por todos los estadios de un buen desarrollo de personaje,dulce, perseverante, dramático. A veces contenido, con gritos que se pierden entre su propio autocontrol, honesto y compasivo. Logra emocionar en su conducta y con su actuación, permitiéndole más al hombre sensible que al rabino.
La banda sonora es poca y se destaca por ello. Porque si bien tiene música que acompaña en ciertos pasajes, marca con canciones solo momentos esenciales y se recurren a ellas para demostrarlo. Dos o tres canciones en la película nada más (Dos son cánticos religiosos). Lo justo y necesario para que cuando suenen repercutan incluso provocando alguna lágrima por su increíble potencia. Más aún en el desenlace y en una película cargada de silencios impotentes.
Este film invita, tal como lo hizo la serie Poco Ortodoxa, a recorrer un camino en la búsqueda de la liberación de los personajes. Esta vez, con logros y retrocesos, pero con la capacidad de mostrar sus luces y sombras sin vuelta atrás…marcando su destino.