Bradley Cooper debuta como director con “A Star Is Born”. Un largometraje producido y escrito por él mismo, cuenta la historia de un reconocido músico de country que es alcohólico y descubre y se enamora de una joven cantante.
Este remake forma parte de la sección Perlak del Festival de San Sebastián de este año, fuera de concurso. Vemos a una Lady Gaga brillante. Se baraja la posibilidad de que su actuación sea nominada para un Oscar. En el film se cruza el éxito de ella, una cantante desconocida que llega a la fama de manera meteórica, con la caída en picado del él, estrella consumada del country.
Jackson Maine descubre a la joven Ally, una talentosa cantante que estaba a punto de tirar la toalla y abandonar. Él le hace recuperar la confianza en si misma para cumplir su sueño (y le da la oportunidad de cantar ante una numerosa audiencia, en uno de sus conciertos).
A medida que avanza la trama, Jackson empieza a desarrollar sentimientos de celos hacia los logros de la cantante y cree, además, que se está vendiendo. Le dice solemnemente que “todo el mundo tiene talento, pero no todo el mundo tiene algo que decir”, que hable sinceramente con su público ahora que todavía está a tiempo, y que, si habla con el corazón, éste escuchará.
La carrera de Maine se desmorona y recae en el alcoholismo después de haberse rehabilitado, llegando al final fatal que ya habíamos visto en las versiones anteriores de este mismo título.
“A Star Is Born” es una clara crítica a la industria musical, pero como ha explicado Cooper en la rueda de prensa del Festival, lo ha hecho de forma que el espectador se pueda formular su propia opinión. Vemos dos puntos de vista distintos: el de Ally, la nueva estrella que arrasa, y la del artista que ya lleva tiempo en la industria, tiempo suficiente para poder haber visto los cambios y los trapos sucios de la misma, que se resiste siendo siempre fiel a sí mismo a ultranza.
Para esta película, tanto Bradley Cooper como Lady Gaga han tenido que cruzar sus trayectorias en la vida real, pero esta vez, al contrario de la trama de la historia, los dos artistas se han superado a si mismos: él ha aprendido a cantar cosa que, según comenta, fue muy duro. Tuvo que dedicar horas y horas a los distintos instrumentos, incluida la voz, hasta el punto que fuera creíble. Claro, “¡tenia que compartir escenario con una verdaderamente talentosa artista!” explica el actor. Lady Gaga, a su vez, borda su papel con gran maestría.
En la rueda de prensa se le pregunto al actor si algún día veríamos a la venta un disco de Bradley Cooper y entre risas contestó que nunca lo habría, que sí que saldrá a la venta el día 5 de octubre (coincidiendo con el estreno del film) el disco de la banda sonora, aunque de hecho es un disco de Maine y no de Cooper.
En el film vemos a una desconocida Lady Gaga, sin maquillaje. Un personaje femenino poco sexualizado. Es más, en un momento se ridiculiza la masculinidad del hombre cuando Ally (Gaga) pinta a Maine (Cooper) con máscara de pestañas y le pone sus cejas postizas. A pesar de eso, tengo la sensación de haber visto una vez más la historia de una mujer invisible que no habría llegado a la fama si no hubiera sido porqué no uno sino dos hombres se han fijado en ella: el famoso cantante y el importante representante musical.
En conclusión, un emocionante drama romántico que en varias ocasiones consigue ponernos la piel de gallina con las maravillosas voces de los protagonistas, con un guion bien tramado y suficientes planos cortos tratándose de una actriz debutante. Lástima que en estos tiempos en que el papel de la mujer se reivindica más que nunca, el triunfo de la mujer siga dependiendo de la figura masculina.
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