El cine nos ha ofrecido constantes imágenes de violencia a lo largo de su historia. Tiroteos, peleas, asesinatos…todo esto nos ha hecho inmunes a lo que vemos en la gran pantalla. Pero hay algo que no podemos pasar por alto y que siempre nos pondrá los pelos de punta, y es el impacto que supone para nuestra mente ver la incongruencia que supone asumir violencia contra el propio cuerpo.
En este artículo repasamos algunas escenas sobrecogedoras en las que el cine nos muestra la automutilación así como los motivos para hacerlo.
*Este artículo puede contener spoilers.
Supervivencia
El motivo más entendible de automutilación es el de la supervivencia.
Todos nos pusimos en la piel de James Franco en 127 horas desesperado por salir de la zanja en la que había caído accidentalmente, y con una única escapatoria: cortarse su propio brazo.
Introduciendo la variable de la coacción, Kevin Greutert nos muestra en Saw VI una mesa, un cuchillo y una balanza: “el que haya colocado más carne se liberará de sus grilletes, mientras que el mecanismo de la cabeza de su rival se activará, taladrando su cráneo. ¿Quién dará más carne para salvar su vida?”.
Castigo
El cine también recoge la presión social para inflingirse daño. Los valores sociales y la autopercepción de ser un peligro torturaban la mente de Ronnie en Juegos Secretos. Incapaz de controlar su deseo sexual hacia niños y niñas, decide poner fin a su insatisfacción y tormento amputándose el pene.
Rito de paso
La pérdida de los dientes supone un momento de cambio de la edad adulta a la vejez.
Arrancarse a la fuerza los dientes ha sido un recurso empleado en la gran pantalla para forzar el cambio que dentro del discurso de la película significaba el acceso a un estadío y experiencia vitales que sus personajes tenían vetados.
En el film Canino, dirigido por Yorgos Lanthimos, unos padres de familia han creado un mundo para sus hijos en el que no existe posibilidad de vida para ellos fuera de su hogar. La excepción: la pérdida del colmillo. La hermana mayor no duda en salir del infierno que le supone la reclusión y se golpea ferozmente para presentar el colmillo a sus padres, y con ello acceder al mundo exterior.
En la película japonesa Balada de Narayama se cuenta la historia de un pueblo que tenía una ley inquebrantable de organización social: los ancianos debían ser llevados a la cima del monte Narayama para allí dejarles morir.
Orin, anciana de 69 años, conserva una sonrisa con una dentadura perfecta, pero siente que debe ir al lugar donde todo acaba y para mostrar que cumple con la condición de vejez, se rompe las paletas contra una vasija de piedra. Con la boca ensangrentada, se presenta orgullosa de su nueva apariencia ante su familia.