Detrás de la conmovedora película de J.A Bayona, La sociedad de la nieve, hay una cruda historia real que ocurrió en 1972.
El director de El Orfanato y Jurassic World, entre otras, J.A Bayona, regresa a la gran pantalla con La sociedad de la nieve, la película seleccionada por España para representar al país en los próximos Premios Oscars.
La nueva producción de Netflix, que tendrá su paso por cines a partir del 14 de diciembre, está basada en una historia real, al igual que Lo imposible (2012). El director vuelve a elegir una tragedia de enorme magnitud, pero esta vez lejos de las paradisíacas playas de Tailandia lo hace en la tragedia más grande que se vivió en la Cordillera de los Andes.
La película está basada en hechos reales y se apoya en el libro homónimo de Pablo Vierci, un compañero de colegio de algunos pasajeros del Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló contra la cordillera un viernes 13 de octubre de 1972, cuando el teniente coronel Dante Laguara, a unos 60 kilómetros de la ciudad de Curicó, creía que ya había llegado a la altura de la ciudad, donde debía virar hacia el aeropuerto de destino.
13 de los 45 pasajeros, de los cuales 19 eran jóvenes miembros del club de rugby Old Christians Club, murieron en el acto mientras que 26 de ellos sobrevivieron y esperaron durante días que alguien los venga a rescatar pese a que las autoridades suspendieron rápidamente la búsqueda, ya que no había indicíos de que quedase nadie con vida.
La primera noche, el 14 de octubre, murieron otras cinco personas debido a las heridas y a las bajas temperaturas, que alcanzaban los -30ºC. En el día 9 muere otra pasajera, dejando 26 sobrevivientes a los cuales se les había acabado la comida y lo resolvieron tomando una decisión extrema que cambiaría sus días y quizás sus vidas para siempre. Los jóvenes presentes acordaron que, si ellos fallecían, los que siguieran con vida podrían comerse sus cuerpos.
Desde ese momento, el canibalismo comenzó a más de tres mil metros de altura, con los supervivientes alimentándose de la carne de los pasajeros fallecidos, que además eran sus amigos. Muchos tuvieron reticencias al principio, pero terminaron haciéndolo.
El 29 de octubre, a 17 días de la tragedia inicial, mientras los sobrevivientes estaban refugiados en la estructura que había quedado armada del avión, una avalancha golpeó con extrema fuerza la aeronave, sepultándola y matando a ocho personas más. Por lo que quedaban solo 19 personas con vida, atrapadas con una cantidad ingente de nieve, y tuvieron que esperar a que se derritiese para poder salir.
Cuando salieron del avión, los jóvenes no soportaban más esa situación y decidieron ir en busca de ayuda, aunque las condiciones climáticas apenas los dejó avanzar unos kilómetros, por lo que decidieron volver al lugar del accidente. Dos semanas después hubo dos víctimas más, que fallecieron en un intervalo de apenas tres días. Justo cuando se cumplieron 60 días del siniestro, el 11 de diciembre, falleció Numa Turcatti, el único que se había negado a comer carne humana y el cual narra la historia en la película de Bayona.
El milagro de los Andes
El día después de la muerte de Numa, tres de los supervivientes más jóvenes, los que tenían mejor estado físico en los partidos de Rugby, iniciaron una dura escalada a la montaña para buscar ayuda. Varios días después, Fernando Parrado y Roberto Canessa consiguieron llegar a la cima de la montaña donde estaban atrapados, pero lo que vieron allí fue desolador: una eterna blancura que se extendía más allá de donde les llega la vista. Hasta que uno de ellos divisó un cambio de color muy sutil: había una zona de color verde hacia el oeste, lo que indicaba que allí había un valle.
Los dos amigos comenzaron a dirigirse hacía aquel el lejano punto verdoso que indicaba vida, dejando atrás el blanco que tantas vidas se había cobrado. En el noveno día de expedición, el 69 desde que se estrelló el avión, ambos vivieron algo que jamás pensaron que volvía a ver: seres humanos. Al otro lado del río Barroso vieron a tres hombres a caballo, a los que gritaron para que les avistasen. Uno les vio, y les dijo que regresaría al día siguiente. Y lo hizo. El heróe fue Sergio Catalán, un arriero de la zona.
El rescate
Catalán cabalgó 80 kilómetros en busca de ayuda y lanzó una libreta al otro lado del río a los dos supervivientes, que le comunicaron quienes eran. Llegó al puesto policial del municipio, donde en un principio no le creyeron, pero su insistencia hizo que el rescate se reanudase 62 días después de haberse suspendido. Era el 21 de diciembre cuando Canelas y Parrado fueron rescatados.
El 22 de diciembre, casi para las fiestas, Parrado acompañó a dos helicópteros hacia el lugar del siniestro, donde solo pudieron rescatar a seis de los 14 supervivientes que quedaban en el fuselaje del avión. El resto del equipo de rescate se quedó a pasar la noche junto a los ocho pasajeros restantes, hasta que la mañana del 23 de diciembre fueron trasladados hasta diversos hospitales de Santiago de Chile, su destino original. Llegaron 72 días después, desnutridos, enfermos y con los huesos rotos.
Los restos de los otros 29 que fallecieron en los más de dos meses de penurias en Los Andes aún permanecen en las montañas.
La película de Netflix, La sociedad de la nieve, es bastante fiel al relato original que ya se conocía por otras películas como Viven (1993), pero con una propuesta audiovisual única y con un conmovedor, sensible y respetuoso relato.
La sociedad de la nieve fue estrenada con gran ovación en Argentina en el Festival de cine de Mar del Plata y aterrizará en la plataforma de streaming el 4 de enero de 2024 luego de su paso en cines el 14 de diciembre.