Si estás buscando algo intenso, no te pierdas Baskin. Perfecta para aquellos valientes dispuestos a sobrepasar los límites del terror.
No lo dudes, Baskin te atrapará con sus garras inmediatamente, te hará cerrar los ojos y te retorcerá internamente. Atravesando umbrales tenebrosos, esta película turca dirigida por Can Evrenol no busca el consuelo de los estómagos sensibles. En su versión extendida, que parte de un cortometraje previo con el mismo título, el cineasta nacido en Estambul no cede ante la complacencia. Más bien, sumerge a la audiencia en una noche infernal, permitiendo que la tensión fluya sin restricciones y desatando una vorágine de imágenes sangrientas.
Baskin sigue la sórdida desventura de cuatro agentes de policía que, tras responder a una llamada aparentemente rutinaria, se ven arrastrados hacia un abismo fantasmagórico. En la penumbra de la Turquía rural y cuando su turno está por concluir, los oficiales reciben una solicitud de refuerzos en una zona afectada con un pasado infame de atrocidades. Una vez en el lugar, se enfrentan a algo tan sombrío que los encierra en una catástrofe indescriptible. La película está teñida con una perversidad implacable que penetra cada recoveco del relato.
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La historia se desenvuelve principalmente en un contexto desconcertante: una estación de policía abandonada. En este peculiar escenario, los protagonistas se encuentran inmersos en un torbellino de situaciones que oscilan entre lo escalofriante y lo morboso, con la constante amenaza de una secta en acecho. El espíritu lovecraftiano, el gore visceral y el culto satánico, todos intrincadamente entrelazados en la trama, se unen para engendrar una experiencia narcótica que sume tanto a los personajes como a la audiencia en un estado constante de paranoia y desasosiego.
Baskin extrae su esencia de diversas fuentes cinematográficas, evocando la estética del cine giallo de Darío Argento, los efectos de The Blair Witch Project y los guiños provocadores de filmes como Saló o las 120 jornadas de Sodoma y A Serbian Film. Esta fusión de estilos, sumada a reminiscencias de Hellraiser y Las colinas tienen ojos, ofrece de resultado una película tan grotesca como retorcida, que hechiza con su atmósfera de suspense y su capacidad para perturbar los sentidos.
Al momento de su estreno en 2015, generó una gama de reacciones diversas entre los críticos y el público, siendo hasta censurada en distintos festivales de cine de género. El trabajo de Can Evrenol se destacó por su estilo visual asombroso y su enfoque en la creación de una sensación intensamente inquietante. Sin embargo, estas mismas características también llevaron a que la película fuera polarizante, ya que su contenido perturbador y su narrativa surrealista no fueron del agrado de todos los espectadores.