Desde Cinéfilos te recomendamos la última película del cineasta noruego Eskil Vogt, The Innocents. Una oda a la inocencia interrumpida.
Definida por su naturaleza cortante, un surrealismo hipnótico y su destreza para generar estremecimiento, The Innocents (2021) se inscribe en el selecto grupo de películas que cuestan digerir y dejan un persistente sabor amargo en el paladar, que puede perdurar días e incluso semanas, según la susceptibilidad de quien la mire. Al frente de esta enigmática obra se encuentra Eskil Vogt, un cineasta noruego reconocido por dirigir Blind (2014) y Thelma (2017), además de ser co-guionista de gran parte de las historias de Joachim Trier: Reprise (2006), Oslo, 31 de agosto (2011) y La peor persona del mundo (2021), entre otras.
The Innocents te sumerge en una atmósfera sofocante que te envuelve desde el primer momento. La dirección de Vogt juega un papel fundamental en la construcción de esta atmósfera, creando una sensación constante de tensión que te mantiene al borde de tu asiento. La cuidadosa elección de la fotografía y la música contribuye a intensificar la sensación de que algo peligroso se avecina en cada rincón de este aparentemente tranquilo entorno suburbano.
Eskil Vogt teje una telaraña de sueños y realidades donde nos presenta a un grupo de niños para encarnar los sentimientos más puros y tóxicos de la sociedad. Puertas adentro, Anna (Alva Brynsmo Ramstad), con su forma especial de experimentar el mundo debido al autismo, lleva consigo una perspectiva que se despliega en silencio pero con intensidad. Ida (Rakel Lenora Flottum), su hermana menor y protagonista, aborrece entender su universo singular hasta descubrir de a poco la verdad.
Puertas afuera, Ben (Sam Ashraf), el joven vecino, posee un don sombrío, explorando los límites de lo aceptable. Aisha (Mina Yasmin Bremseth Asheim), la niña solitaria, parece envuelta en sus propios fantasmas, añadiendo un matiz aún más intrigante al grupo. Estos excéntricos personajes, como piezas de un rompecabezas perturbador, intensifican la sensación de inquietud que impregna la narrativa hasta el final de este thriller aterrador.
En el crisol de la niñez y el asombro, los juegos inocentes se convierten en manifestaciones de habilidades inexploradas, conduciéndolos a un reino donde las fronteras del conocimiento y la percepción se desdibujan en formas macabras. Los poderes crecen, también el riesgo, dando vida a una sinfonía de secretos que retumba en el bosque. La relación entre Ida y los demás, impregnada de misterio y complicidad, despierta el cuestionamiento de lo que es posible y lo que reside más allá de los confines tangibles.
Mientras los niños interactúan en su nuevo entorno en las afueras de la ciudad, se forma un vínculo marcado por la búsqueda conjunta de comprender el mundo que los rodea. Sin embargo, este vínculo está impregnado de elementos perversos que van más allá de la inocencia típica de la infancia. A medida que desentrañan sus poderes extrasensoriales y se aventuran en situaciones más osadas, su relación evoluciona hacia una dinámica que mezcla la camaradería con la desolación para desquebrajarse sobre una experiencia que oscila entre lo enigmático y lo siniestro.