Descubrí la vida del abogado del rock en ‘Llamen a Joe’. Documental que entrelaza leyes, anécdotas y pasiones arrinconadas tras las cuerdas.
En el escenario de la justicia, donde los acuerdos de la ley se entrelazan con los acordes del rock, emerge Llamen a Joe, un documental que desvela los hilos ocultos que conectan dos mundos aparentemente dispares. Con un guiño directo a Better Call Saul, Hernán Siseles nos introduce en la intimidad y legado de Albino “Joe” Stefanolo, un abogado cuyo semblante excéntrico se convierte en el telón de fondo de un batallón.
Entre testimonios contemporáneos y material de archivo, se revela la pasión incansable de Joe por defender no solo casos legales, sino también los ideales que laten en el corazón del rock argentino. Como una sinfonía de notas que se deslizan en la brisa, el filme nos guía desde las calles de Villa Urquiza a los pasillos de Tribunales, presentando a un chamán penalista que parece surgidos de una canción de protesta de los años ’70.




El documental se despliega con una humildad que esconde tesoros, basándose en gran medida en entrevistas recopiladas a lo largo de los años. Sin embargo, detrás de esta fachada sencilla y austera, florecen anécdotas increíbles que despiertan tanta gracia como reflexión. Su atractivo radica en la adorada personalidad de Joe y en las historias que comparte junto a figuras icónicas de la talla de Charly García, Luis Alberto Spinetta, Fito Páez y Luca Prodan. Además, las experiencias de Pipo Cipolatti, Andy Chango, Gustavo Bazterrica, Turf y Los Violadores, entre otros, enriquecen la narración.
A lo largo del relato, Joe se convierte en un defensor imprevisto de los músicos y las almas perdidas. Llamen a Joe nos invita a espiar los momentos detrás de escena, donde trabaja en los casos más inusuales, desde el famoso “porrito” de Andrés Calamaro hasta los enfrentamientos judiciales con la industria. La película se convierte en un caleidoscopio de memorias mientras los protagonistas recuerdan las disputas libradas junto a Joe.




Pero más allá de la comedia y la nostalgia, Llamen a Joe manifiesta la profundidad de un hombre que se siente parte de la cultura rock desde su adolescencia. Su barba y pelo largo son señales de una conexión única con una época pasada, y su decisión de defender causas relacionadas con la despenalización de las drogas le confiere una esencia de justiciero moderno en una versión argentina de Saul Goodman.
La semilla de esta obra se plantó hace quince años, cuando Siseles lo entrevistó en su papel de productor periodístico para un documental sobre el cantante de Sumo. Años más tarde, Llamen a Joe destaca con humor una época dorada de guitarras y desventuras, donde el abogado del rock actúa como guía en un laberinto burocrático afinado con destreza melódica, carisma mesiánico y viveza criolla.