En el cine hay personajes entrañables que se te quedan en la memoria sin importar cuánto hayas compartido con ellos. No hay una razón lógica, a veces tiene que ver con su historia, otras con la forma en la que fueron construidos o incluso las interpretaciones que los componen. Lo único seguro es que nacen de la mente de un artista y es en ese artista que residen todas las respuestas a los interrogantes que nos planteamos.
Desde el momento en que vimos “Felix” supimos que teníamos que indagar en ese mundo narrativo profundo que nos invitaba a seguir las aventuras de su protagonista, interpretado por un Leonardo Sbaraglia excepcional, por los inhóspitos paisajes de Andorra, tras los pasos de una mujer que casi no conoce, pero de la que está enamorado. ”Casi nada de lo que él dice se puede sostener. Está constantemente transmitiendo esa sensación de que aquí hay algo extraño. El instinto le dice que hay que seguir buscando a esta mujer”, explica Cesc Gay, creador y director del enigmático mundo de Félix, desde su ciudad natal, Barcelona. Félix se trata de un thriller de humor negro, romance y surrealismo producido por Movistar Play, que este mes cumplió dos años desde su estreno.
El director catalán, también creador de la película Truman (2015), protagonizada por Ricardo Darín y Javier Cámara, y de la obra de teatro “Los Vecinos de Arriba”, de la cual acaba de rodar la versión cinematográfica que será protagonizada, entre otros, por Griselda Siciliani, nos abre las puertas de su proceso creativo y nos cuenta todas las intimidades de esta serie quijotesca que nos cautivó desde el principio.
Advertimos que la siguiente entrevista contiene spoilers sobre la serie Félix, por lo que te recomendamos que si no la viste, hagas click acá y disfrutes sus seis episodios completamente gratis y después vuelvas para enterarte de todo el detrás de cámaras.
¿Cómo nace Félix?
La verdad es que yo me alejo mucho de las cosas que hago, me olvido de ellas absolutamente, supongo que es la única forma de seguir haciendo otras cosas. Ayer estaba intentando recordar “Félix” y realmente lo recordaba a Leo perdido por la montaña. Félix es una mezcla de bastantes cosas que se juntan. Mi atracción por las geografías un poco extrañas. Andorra es un lugar muy extraño que los catalanes conocemos mucho y se podía dar una especie de historia en clave de thriller, con un personaje como los míos, un hombre un poco frágil y perdido y con un vínculo amoroso. Yo tenía ganas de escribir un personaje masculino romántico y Leo Sbaraglia es una persona que transmite mucho eso. Un poco de romanticismo, un poco de locura, esa mezcla poética que tiene Leo ya de por sí como persona. Félix es la mezcla de esas cosas.
Viendo tus trabajos anteriores, tus personajes suelen ser personas bastantes privadas y reacias abrirse emocionalmente, Félix es todo lo contrario, es transparente, sensible, auténtico y sobre todo muy tierno ¿qué te llevó a buscar ese cambio?
Los thrillers en general siempre están protagonizados por gente dura y había ganas de colocar a un hombre muy desvalido y muy femenino. Como decías, en general mis personajes son más austeros en su parte emocional, pero aquí es todo lo contrario. Leo compone un personaje muy femenino, más transparente en lo emocional, más sincero. Por otro lado, yo tenía ganas de escribir algo sobre el instinto y Felix es una serie que camina a partir del instinto, porque casi nada de lo que él dice se puede sostener. El instinto es lo que nos diferencia o nos empuja muchas veces a persistir o a continuar algo que es absurdo, que no se puede racionalizar, y él está constantemente transmitiendo esa sensación de que aquí hay algo extraño. El instinto le dice que hay que seguir buscando a esta mujer. Yo nunca había trabajado con ese concepto y nos hizo gracia sobre todo porque contiene humor, que yo no quería perder. No quería que fuera un thriller austero, duro y serio, sino que siempre estuviera el humor, y el humor y la ternura van muy unidos.
Hay un mensaje que se repite bastante durante la serie bajo la frase “lo conozco pero no sé quién es”. Resulta muy interesante ver como se marca la diferencia entre estos dos conceptos, al mismo tiempo que describe a la perfección el drama que está viviendo Félix.
Eso forma parte del instinto. No lo puedes racionalizar pero el instinto hace decir eso que varias veces se repite. Felix dice algo similar en comisaría cuando le preguntan si esta seguro que ella siente lo mismo por él. Es siempre orbitar alrededor de esta idea de alguien que apenas conoces, por eso Félix tiene muy pocos argumentos. Me acuerdo que con mi guionista visionamos la película de Polanski “Frantic” (1988), en la que el personaje de Harrison Ford pierde a su mujer y tiene la teoría que la han secuestrado, y es normal que se preocupe porque es su mujer, pero en este caso estamos hablando de una relación con alguien que apenas conoce, ha habido una pequeña aproximación, una pequeña seducción, y una relación de una noche. En el fondo tiene muy pocos argumentos para seguir buscándola. Y esto era un poco lo que lo hacía interesante.
Si hay un personaje que se gana el corazón de todos es Oscar, interpretado por Pere Arquillué. ¿cómo fue encontrar al actor perfecto para personificarlo?
El único que tenía en la cabeza cuando lo escribí era a Pere. Habíamos hecho teatro y porque sabía que podía contar con él. Eso me facilitó la capacidad de escribirlo conociendo su humor y su manera de ser. Intuí que harían muy buena pareja con Leo y así fue. Aparte es un actor poco conocido a nivel cinematográfico, porque se mueve más en el ámbito del teatro y sobre todo de Cataluña. Contaba con la ventaja de que conozco mucho al actor. El personaje de Oscar en si, me servía claramente para balancear la historia hacia el humor.
Es un personaje hermoso…
Sería como para hacer un spin off (risas).
Sabiendo que vos desarrollas tus propias historias y les das voz a tus personajes ¿cómo es tu proceso de escritura?
Yo primero armo un esqueleto, que es lo que más cuesta y lo que más tiempo necesita. Son meses de trabajo en los que vas desarrollando el conocimiento de los personajes. Sólo los intuís, porque nunca los has escrito. Cuando te sientas a escribir por primera vez y le das voz, los personajes se revelan, de alguna manera. La primera parte la hago con Tomàs (Aragay), con quien trabajó hace muchos años, y luego me pongo a escribir los diálogos. Eso lo hago solo. La verdad que cuando he dado alguna charla o en alguna escuela de de cine que a veces doy clases, no se explicar ni se enseñar la escritura de diálogos. Tampoco sé por qué sale como sale. Eso sí que es puro instinto (risas). No se puede enseñar. Puedes enseñar a estructurar guión, pero hay gente que tiene arte dialogando y gente que no. No hay más. Tienes que tener claro lo que quieres expresar y sobre todo intentar entender al personaje siempre. Que el diálogo camine, tenga gracia, tenga sus giros. Esa parte sí que la hago más obsesivamente. Así como la primera parte se puede estirar durante medio año, con los diálogos no, cuanto más rápido te salgan mejor.
Es muy difícil encasillar Félix dentro de un género, pero desde tu punto de vista, ¿cómo lo describirías?
Posiblemente como un thriller de humor. Mezclaría las dos palabras. Casi todas mis películas siempre han tenido problemas para eso. Siempre me dicen que no hago películas claramente clasificables en un género. Truman (2015), sin ir más lejos, es una historia muy triste, muy dura, pero a la vez es una película que se ve con mucho humor. Siempre estoy en ese territorio y me aprovecho un poco de los subgéneros para crear un cóctel.
Hablando de géneros, además del thriller y del humor negro, hay una escena de corte surrealista que constituye la mayor apuesta a nivel visual de la serie. Tiene una fotografía hermosa y funciona perfectamente como cierre de la primera parte de la historia ¿cómo nace esa idea? ¿En algún momento dudaste en cambiarla?
Eso es lo poco que quedó de una primera idea que no se terminó de desarrollar del todo, que era una mayor presencia del personaje de Julia. Se trató de una línea que se hubiera querido trabajar un poco más pero al final, por mil razones, no quise que tuviera tanta importancia, pero quedó eso y me parecía un final bonito que en ese despacho de Toulouse, Félix de pronto se vaya con su cabeza y su imaginación a despedirse de ella y tuviera ese look de montaña. Fue una escena que me gustó siempre y que se trabajó. Una película tiene que ser algo mucho más contundente, definido, concreto, que no se vaya mucho del planning del día, en cambio las series permiten más y el espectador disfruta que de pronto gire un poco más en sus capítulos, porque una serie son muchos más minutos de estar con ella y tiene que ver con eso. Me encantó hacerla.
¿En algún momento pensaste en no matar a Julia?
Nunca, porque no quería ni por un momento plantearme la posibilidad de seguir (risas). Me pareció que eso era lo coherente y esa la historia que contaba al final, cuando se sienta a escribir. Nunca lo dude la verdad.
Entonces no hay posibilidades de una segunda parte…
¡Podría haber! Con la gente de Movistar se habló un poco, luego ya no, pero obviamente podría continuar, pero seguiría el personaje de Félix en otra historia. Un día haciendo bromas hablábamos de que la segunda temporada podría ser “¿Dónde está Félix? No sé si con Oscar o con quién.
Y con su hijo muchos años después…
¡Exacto! (risas)
Podríamos decir, entonces, que no está completamente cerrada la posibilidad de una segunda parte…
Después del coronavirus todo es posible (risas).
Es imposible no descubrir en Félix trazos de directores como David Lynch, los hermanos Coen y Alfred Hitchcock entre otros. ¿Cuáles fueron tus mayores influencias a la hora de hacer la serie?
Polanski siempre ha sido alguien importante para mi. Así como los Coen, Hitchcock o a Lynch, son autores que combinan el thriller y el humor más que nadie y supongo que todos de alguna manera me han influenciado o han ayudado a dar el el cuerpo a Félix. Hitchcock es la intriga, pero nunca renuncia al humor, excepto en Vértigo y un par de cosas más. Fargo (de los hermanos Coen) tiene este tipo de mundos. Está claro que son cosas que se le quedan a uno y van haciendo como un pozo que luego, los que nos dedicamos a inventar cosas, vamos acudiendo de forma inconsciente a todas estas influencias que se quedaron ahí adentro. A veces es una canción, a veces un libro, a veces una película. Es verdad que en el cine nunca me había atrevido a generar una propuesta así, nunca había ido hasta ese lugar y por eso un poco que me solté. El formato de serie me permitió acceder a otro lugar y eso es lo que me atrajo.
¿Cómo es el proceso de encontrar la canción perfecta que termine identificando la serie como en este caso lo hace la versión de “Ain’t No Sunshine” de Bill Withers, interpretada por la danesa Kirstine Stubbe Teglbjaerg?
A mi me gusta mucho la música y siempre estoy con Spotify haciendo mis listas. En el proceso de guión, cuando escribo las películas, intento siempre que la música empiece a aparecer por ahí, a merodear. Eso a veces me da pistas del tono, entiendo a los personajes pensando en que música escucharían. En este caso empecé a buscar temas para encontrar uno que lo pudiéramos crear y hacer una sintonía o adquirir los derechos para darle el cierre a cada capítulo que fue lo que sucedió. Buscaba temas a nivel conceptual que tuvieran y no sé por qué o cómo apareció este. Luego di con esta versión. Lo empecé a probar en montaje, vi que me funcionaba y por suerte pudimos comprar los derechos. Una vez más es cuestión de instinto, si funciona no sabes por qué, pero lo notas.
¿Tus procesos creativos pueden dispararse por un detalle mínimo como puede ser una frase o una situación? O se trata más de un proceso acumulativo que se conjuga al momento en que te sentás a escribir?
Es un proceso acumulativo. Si que es verdad que hay cosas que se disparan a veces y que te ayudan a solucionar algo, pero yo creo que los que nos dedicamos a esto estamos todo el dia acumulando cosas. Todo lo que vemos, oímos, sentimos, lo que vivimos, lo que consumimos, lo acumulamos. Luego todo esto es como un filtro al escribir. Al menos yo no soy muy consciente del proceso, nunca lo he sido, como decía, forma parte de una cosa medio instintiva, poco pensada, que te sale en ese momento y luego me olvido, pero me olvido de verdad. En mi vida me he puesto a ver nada de lo que he hecho, porque no lo disfruto. Cuando has hecho algo, tú sólo ves los problemas, te acuerdas de lo que te costó,. Incluso no me acordaba ni como se llamaba el personaje de Julia, imaginate (risas), me lo has dicho tu, no me salía.
¿Qué dificultades recordas de cuando rodaste Félix?
Lo más complicado fue armar tantas localizaciones, porque son seis capítulos, hay mucho decorado, hay mucha naturaleza y mucho interior. Una secuencia estás en la montaña en Andorra, la siguiente estás en Toulouse donde hay un exterior, pero luego ruedas en un interior dos meses en Barcelona. Es muy poco orgánica la mentira de lo que supone la producción de cine, te obliga a separar, a seccionar y a partir mucho las secuencias, entonces hay que mantener el tono, sobre todo para Leo, estar muy atentos. Su personaje está cada día filmando escenas en momentos distintos. Eso fue lo mas complicado, nunca había hecho una película con un protagonista que esté en todos los planos y que cada día tiene cuatro secuencias distintas que pertenecen a capítulos diferentes. Eso a la hora de rodar es muy delicado. Él está trabajando con un arco argumental como personaje y cada día tiene dos o tres cosas distintas. Mantener eso durante 90 días que duró el rodaje fue lo más complicado.
¿Cómo fue trabajar con Leo Sbaraglia?
Con Leo tenemos una relación de amigos. Él era consciente que el viaje era peligroso y fue un viaje que hicimos los dos juntos, con la sensación de que nos íbamos a entender. Yo era muy consciente de que no podía hacer eso con cualquiera, necesitaba un gran actor, pero aparte una persona con la que me entendiera. Decidimos que cada día a las 6 de la mañana, cuando nos venía a buscar el coche para ir al set, viajaríamos juntos. Fue una muy buena decisión. Ese recorrido de media hora nos permitía saludarnos, contarnos como estábamos y hablar de lo que íbamos a hacer ese día. Mientras él armaba su mate y su ritual, yo hacía lo que podía para despertarme. Era un vínculo muy íntimo que se basa en algo tan sencillo como tener ganas de encontrarte cada mañana con alguien a las 6 en un coche y que esa media hora fuera un lugar productivo donde te acercas, donde te pones a trabajar. Así estuvimos 90 días. Leo aparte tiene una cosa que no tienen todos los actores, o que no tienen demasiados actores, y es que es un tipo realmente flexible y humilde en el sentido que lo puedes vapulear, le puedes decir lo que quieras, lo puedes criticar, lo puedes cuestionar, lo puedes poner contra las cuerdas que no se va a ofender. No entiende su trabajo como una defensa de algo, él entiende que tu puedes estar cuestionando algo, haciéndole probar cosas y siempre se presta, siempre hay una oportunidad para mejorar y eso es maravilloso para un director.
¿Logró que tomaras mate?
Si, todo el día me daba mates, al final consiguió que me gustara, imagínate cómo fue eso, un delirio (risas).
En varias de tus obras hay actores o actrices argentinas. Ricardo Darín y Leo Sbaraglia en “Una Pistola en Cada Mano”, Darín y Dolores Fonzi en “Truman”, Leo nuevamente en “Félix”, tu obra de teatro “Los Vecinos de Arriba” fue un éxito en Buenos Aires y ahora acabas de terminar la versión cinematográfica con Griselda Siciliani como protagonista, ¿cómo nace tu relación con Argentina?
Yo creo que todo empezó con Maradona (risas). Cuando vino a Barcelona y nos enamoró yo era pequeño, pero lo viví. Siempre hago bromas, pero es verdad que un poco, acá en Barcelona por lo menos, se abrió todo ese mundo de Argentina. Luego, la verdad es que me pasó que cuando estuve viviendo en Nueva York tenía una pareja y era argentina. Eso te hace conocer mucho un país y su cultura. En ese vínculo que tenía con ella hice mucha amistad con Dani Gimelberg. Siempre me ha gustado mucho el cine argentino y así como un americano no duda en llamar un actor inglés, yo creo que el cine español ese vínculo con Argentina lo podría explotar más. Aquí en España todos hemos crecido viendo películas con Federico Luppi o Cecilia Roth y luego vino Leo, Darín y todo el boom del cine. Yo escribo las películas en catalán, entonces para mi trabajar con un actor de Madrid o de Buenos Aires es lo mismo. Las primeras personas con las que trabajé en ese sentido fueron Leo y Ricardo cuando hice “Una Pistola…” y ya quedo ese vínculo. Luego hicimos Truman, apareció Dolores, ahora Griselda. Tuve la suerte de que la obra de teatro que hice aquí en Barcelona “Los Vecinos de Arriba”, estuvo dos años allí y tuvo mucho éxito. A Buenos Aires la siento como una de mis ciudades, posiblemente después de Barcelona es la ciudad donde tengo mas vínculo y si no voy más es porque está lejos (risas), pero hay algo que me vincula mucho.
¿Pudiste ver la obra? ¿Conocer a Diego Peretti, Flor Peña o al director Javier Daulte?
Si, estuve hace un año y pico, la pude ver y conocerlos. A Javi lo conocía porque ha trabajado mucho aquí en Barcelona y nos habíamos cruzado y hablado más de una vez. Cuando le propusieron dirigir la obra, me gustó mucho que lo pudiera hacer y cuando fui conocí a Diego y a Flor. Para mi fue una experiencia muy divertida. Siempre había querido hacer teatro y escribí esta comedia. Siempre me habían quedado ganas de filmarla y la filme ahora, pero vamos a ver después del coronavirus quien va a ir al cine (risas).
¿Cómo es trabajar con Darín?
Muy fácil todo. Siempre nos entendimos de una forma muy simple, muy directa. Yo le escribí hace unos años, porque teníamos un amigo en común. Leyó lo que le envíe para “Una Pistola…”, me dijo que le apetecía mucho hacerla. Fueron tres días muy agradables y quedó un poco eso que te conoces con alguien y te queda un vínculo. Ricardo es un tipo muy intuitivo, es un actor que se deja llevar y entiende mucho sus intuiciones y eso como director lo aprovechas. Luego me animé a mandarle el guion de “Truman” y la verdad es que dejó de hacer otras cosas por hacerla. Siempre he tenido una relación en ese sentido muy fácil. Aparte tiene un gran vínculo con España, le encanta venir, tiene su casa en Madrid. Hicieron una pareja maravillosa con Javi (Cámara). Tengo una sensación siempre muy positiva. Hay actores que te hacen mejor la película porque son muy buenos y porque la defienden y la pelean y eso es impagable, Ricardo es así.
Es maravilloso, casi poético, que Truman (el perro) aparezca en los créditos y se llame Troilo…
¡Es verdad! Se llamaba Troilo, no me acordaba de eso (risas). No sé por qué su dueño le puso ese nombre, Ricardo estaba emocionado.
Ahora que incursionaste tanto en cine como en teatro y televisión, ¿hay alguna que tengas más ganas de hacer?
Siempre he hecho más cine, pero la televisión, las series, me interesan mucho, sobre todo porque te permiten acometer formatos más cortos, que eso a mi me atrae mucho. “Una Pistola…”, o una película que espero hacer el año que viene son de historias fragmentadas. y aunque una serie en el fondo son muchos minutos de una misma historia, la tienes que concebir por capítulos y hay algo de eso que me gusta mucho. El teatro es como un nuevo amor, una cosa que había tenido siempre en la cabeza porque tengo mucha gente cercana que se dedica a eso y que siempre había querido pero nunca me había atrevido, hasta que escribí “Los Vecinos…”, y como ha funcionado tan bien me anime y escribí otra que la vamos a estrenar en noviembre aquí en Barcelona. También necesitas reciclarte. Hay algo de nuestros trabajos que tienes que ir cambiando un poquito, encontrar cosas nuevas que hacer, porque si te empiezas a repetir demasiado te aburres. Al menos yo tengo la suerte de escribir y es más fácil también, porque puedes redirigirte un poco.
¿Hay algún género en el que tengas ganas de incursionar?
Yo soy un gran amante de la ciencia ficción aunque nadie se lo crea (risas). Pero es un género que hay que abordar si tienes los medios y desgraciadamente creo que con nuestras cinematografías, con nuestros entornos de producción, pretender hacer una película de ciencia ficción es muy complicado, pero si tuviera los medios posiblemente mi cabeza se dispararía. Más allá de eso, el humor es un género que ahora estoy tocando más directamente. Antes era todo desde un punto de vista más agencial. Félix tiene mucha presencia en la serie y mi obra de teatro también. Supongo que el humor es algo que cada vez me ha gustado más. Hay algo de poder moverte en distintos lugares que en el fondo los disfrutas mucho y esperemos que siga teniendo la suerte de poder trabajar.
A continuación te dejamos más información sobre Félix y los capítulos completos.