Rian Johnson reúne un elenco espectacular y construye a su alrededor una torre de mentiras y secretos que comienza a derribarse con la misteriosa muerte del patriarca familiar y que remite a los mejores exponentes del cine y la literatura criminal.
Luego de la polémica “The Last Jedi” que sembró la cisma entre los fans de Star Wars, Rian Johnson se encierra y hace un whodunnit que no tiene nada que envidiar a los clásicos de Agatha Christie o Christopher Marlowe, ni a sus contrapartidas modernas más exitosas como la trilogía “Milennium” de Stieg Larrson, donde encuentran muerto a Harlan Thrombey un escritor de novelas de misterio en el ocaso de su vida. A pesar de un supuesto suicidio, la aparición de un enigmático investigador, Benoit Blanc, vivo homenaje a los grandes investigador de la literatura criminal, encarnado por Daniel Craig, comienza a desentrañar la red de telarañas familiares que pueda echar luz sobre el asunto.
Rian Johnson escribe y dirige una película de misterio donde el enigma se va agrandando más y más con cada revelación que se le presenta a la audiencia y cada vez que la historia se encuentra con un callejón sin salida, el laberinto se reconfigura y uno se encuentra tan a merced del enigma como al principio. Esto es en parte a la excelente historia que envuelve a la película, pero también a una dirección y fotografía magistrales que denotan la capacidad del director. El manejo de la tensión y la atmósfera que envuelve la casa, una manifestación viva de todas las obras escritas por Thrombley.
El casting de la película la sostendría aún si no se tratara de un film lleno de aciertos. Desde los integrantes de la familia Thrombley, lleno de personajes variopintos, excéntricos y ricos en personalidad, que sirven también como una ventana hacia una verdad incómoda estadounidense: el ascenso de la derecha en todas sus formas, desde el racismo recalcitrante, los controles de frontera feroces, los niños en jaulas, impulsados por la administración Trump, a la facilidad con la que los más jóvenes caen en las garras de la ultraderecha, donde se extingue cualquier rasgo de rebeldía inocente y se convierten en tétricas momias en talle small. Es notable como Johnson establece esto de formas obvias y otras más discretas, como que ninguno de los personajes, incluso los más progresistas, sabe muy bien de donde viene Marta, la enfermera de Harlan, que no solo es inmigrante, sino que también es la protagonista de la historia.
Es complicado hacer brillar a más de una docena de personajes en una misma película, pero Johnson administra los tiempos en escena de cada uno de ellos para que quede establecido muy rápidamente quienes son y qué es lo que buscan, en un elenco que no tiene fisura alguna, desde actores consagrados como Christopher Plummer, Jamie Lee Curtis, Tony Collette, Daniel Craig, Don Johnson o Michael Shannon, actores del momento como Chris Evans, Ana de Armas o Eddie Patterson (que brilla en “The Righthous Gemstones”) o jóvenes y prometedores actores como Jaeden Martell (IT) y Katherine Langford (13 Reasons Why). Todos tienen su momento de escena en medio de este tornado de secretos que se desarrolla en la inmensa mansión Thrombley.
Con alianzas de último momento, giros de tuerca impecables, secretos que se superponen unos sobre otros hasta formar una delicada torre de mentiras, Johnson entrega una película de misterio soberbia, entretenida, que va creciendo a medida que uno cree saber todas las respuestas y que llegando al final, ata todos los cabos sin prisa, junto a la verdad que aclare el misterio. Otro tanto para Johnson y otra prueba del gran cine del que es capaz.