En febrero de 2014 México saltaba de alegría cuando, por primera vez en su historia, colocaba un director de cine como el mejor del año en los Oscar de Hollywood. Alfonso Cuarón fue el privilegiado que inscribió su nombre en la eternidad del país azteca. Gravity no pudo llevarse el premio a mejor película pero el de mejor director fue un premio más que merecido para una película extraordinaria y fascinante como pocas.
Pero este nombramiento fue sólo el inicio de lo que iba a venir en los años venideros. Porque exceptuando la ceremonia del año pasado, en la que Damien Chazelle se llevó el premio por La la land, en los últimos cinco años los premios a mejor director en los Oscar llevan sello mexicano.
Alejandro González Iñárritu hizo también historia al ganar el Oscar dos años consecutivos con sus maravillosas Birdman y The Revenant, que de paso le valió a Leonardo DiCaprio su primer y merecidísimo premio.
Aunque algo más dudoso meritocráticamente hablando, Guillermo Del Toro ha cerrado el círculo y se ha convertido en el tercer director mexicano de la historia que se ha llevado a casa el Oscar a mejor director, haciendo de paso que sea la cuarta vez en el último lustro que se lo lleva un mexicano. En este último caso, además, Toro se ha llevado dos estatuillas, pues su crédito como productor en el film le ha dado su segundo premio al ganar también el de mejor película.
Por si fuera poco, México ha rematado la ceremonia de este año con Coco como mejor película de animación, que aunque no sea una producción mexicana, rinde homenaje a su cultura.
Lo que hace cinco años parecía una quimera, a día de hoy es un hecho que nos lleva a preguntarnos quién romperá el dominio mexicano en la categoría de mejor director.