Como toda madre, Uma Thurman le dio un consejo a su hija Maya Hawke antes de cruzarse en el camino de Quentin Tarantino.
Que una madre aconseje a su hija antes de un trabajo nuevo no sorprende a nadie. Lo que sí sorprende es el tipo de consejo. Maya Hawke lo reveló entre risas: antes de filmar su participación en Érase una vez en Hollywood, bajo la conducción de Quentin Tarantino, su madre, Uma Thurman, le dejó un recordatorio que parecía un chiste familiar… aunque tenía un trasfondo real.
Según contó Maya, Uma le dijo: “Mantén tus zapatos puestos.” Una frase breve, afilada, y cargada de historia.
Un consejo que nace de una relación cinematográfica irrepetible
Para entender por qué esa advertencia funciona casi como un guiño cinéfilo, hay que remontarse al vínculo de décadas entre Uma Thurman y Quentin Tarantino. El director la convirtió en un ícono con Pulp Fiction y luego moldeó junto a ella uno de los personajes más influyentes del cine moderno: La Novia en Kill Bill.
La colaboración fue tan intensa que ambos terminaron asociados para siempre en la cultura pop. Tarantino no oculta su fascinación por Uma como musa creativa, y tampoco su célebre gusto por filmar pies, un rasgo recurrente en su filmografía. Thurman conoce ese universo al detalle, sus códigos, sus obsesiones, sus rituales de set. Por eso el consejo llevaba humor, pero también experiencia.

Maya Hawke entró en el mundo Tarantino
En Once Upon a Time in Hollywood, Maya interpretó a una de las jóvenes integrantes de la familia Manson. No fue un papel gigantesco, pero sí un hito simbólico: su ingreso oficial al terreno donde su madre había dejado una huella imborrable.
La actriz cuenta que filmar con Tarantino fue una mezcla de emoción y vértigo, como si entrara a una casa llena de ecos familiares pero con su propio tono. La energía del director, su atención obsesiva al detalle y su sentido del humor hicieron que la experiencia fuera tan excéntrica como inolvidable.
Para Uma, ver a su hija entrar a ese set debió ser una postal del tiempo pasando factura y, al mismo tiempo, cerrando un círculo cinematográfico que empezó hace casi treinta años. Y el consejo de los zapatos funcionó no solo como broma: fue una manera de recordarle que, incluso entre genios, conviene mantener los pies firmes en el suelo.












































