Aunque Tarantino la tache como su peor película, “Death Proof” destaca con su mezcla de terror y comedia, desafiando la autorreflexión y mereciendo un nuevo vistazo.
En la década de 2000, los directores Quentin Tarantino y Robert Rodriguez estrenaron una película doble llamada “Grindhouse“, que buscaba rendir homenaje a este estilo cinematográfico. La película incluía dos largometrajes, “Planet Terror” dirigida por Rodriguez y “Death Proof” dirigida por Tarantino, junto con trailers falsos entre ambas, emulando la experiencia de ver películas en un cine grindhouse. Aunque no fue un gran éxito comercial, ayudó a revitalizar el interés en el estilo y a consolidar su estatus como una forma filosa de expresión cinematográfica.
El término “grindhouse” se refiere originalmente a los cines de serie B y explotación que solían proyectar películas de bajo presupuesto, a menudo de géneros como horror, acción, ciencia ficción y erótico, en un formato de doble función o triple función. Estos cines, comúnmente encontrados en áreas urbanas, solían exhibir películas de manera continua, a veces las 24 horas del día, apuntando a una audiencia que buscaba entretenimiento rápido y económico.
Tarantino demuestra su maestría al capturar la esencia del cine de explotación, donde los autos son más que simples vehículos: son extensiones de los personajes, elementos clave en una danza mortal. Las imágenes de autos rugiendo por el asfalto, colisiones impactantes y escenas de persecución de alta velocidad son una oda al cine de los años 70, con imágenes granuladas, colores vibrantes y encuadres que evocan la estética de las películas de ese período.
¿De qué va?
Disponible en Amazon Prime, “Death Proof” se divide en dos partes: la primera sigue a un grupo de mujeres mientras son acosadas por un doble de riesgo psicópata, Stuntman Mike, interpretado magistralmente por Kurt Russell. La segunda parte presenta a un nuevo grupo de mujeres, algunas de las cuales están conectadas con las anteriores, y la historia da un giro inesperado.
Tarantino utiliza la película para explorar la dinámica de poder entre géneros, desafiando los tropos tradicionales del cine de acción y horror. La violencia, aunque gráfica, se presenta de manera estilizada y casi teatral, añadiendo capas de complejidad a la narrativa. La verdadera genialidad de “Death Proof” radica en su capacidad para homenajear el cine de explotación mientras ofrece una experiencia fresca y emocionante, a menudo, pasada por alto en el canon del icónico director de Pulp Fiction, Reservoir Dogs y Kill Bill, entre otras.
Los diálogos ingeniosos y llenos de matices son otra característica distintiva de Tarantino, y “Death Proof” no es una excepción. Los personajes hablan con una mezcla de humor, ironía y referencias culturales, creando una rica capa de interacción que va más allá de simplemente avanzar la trama. Esta calidad en los diálogos contribuye al atractivo singular de la película.
“Death Proof”, considerada por Tarantino como su peor creación, desafía esa autoevaluación al presentar una fusión magistral de terror, comedia y acción. Las escenas cargadas de adrenalina, mezcladas con la destreza visual característica del director, revelan una película infravalorada que merece un reconocimiento renovado. La narrativa dual y el estilo provocador ofrecen una experiencia cinematográfica inspiradora, contradiciendo la autocrítica de Tarantino y posicionando a “Death Proof” como una obra digna de reevaluación.