En vísperas del estreno de “Cuando acecha la maldad”, hablamos con Demián Rugna acerca de los efectos del terror en su pasado, presente y futuro.
Mucho se habló de Cuando acecha la maldad, y mucho más se seguirá hablando. Lo más sorprendente es que todavía ni siquiera hizo su estreno oficial en Argentina, ya que llegará a nuestras salas el próximo 9 de noviembre, y a su vez, será el plato fuerte en la sección de medianoche del Festival de Mar del Plata. Si piensan que el hype en el ciberespacio es una mera estrategia de marketing, se equivocan. Con su nueva película, Demián Rugna logró advertir –si todavía quedaron dudas con Aterrados (2017)- que los prejuicios acerca de la calidez del cine de terror nacional llegaron a su fin.
Luego de cosechar aplausos en prestigiosos festivales como el de Toronto y Sitges (donde alzó el máximo galardón), Cuando acecha la maldad se proyectó a principios de octubre en cientos de salas estadounidense. No cabe duda de su impacto internacional, hasta ya existen algunos frikis que la ubicaron en lo más alto del podio con otros títulos angloparlantes que evidencian los buenos frutos que dio el género durante el 2023: Talk to Me, Scream VI, y Late Night with the Devil, por solo mencionar algunas.
Mientras que el director de Malditos sean! (2011) se codea con los grandes -este año también formó parte de la antología Satanics Hispanics junto al director de The Blair Witch Project, Eduardo Sánchez, este sanguinario relato protagonizado por Ezequiel Rodríguez demuestra que el futuro es radiante y promisorio para el terror made in Argentina.
¡Mi país, mi país!
Cuando acecha la maldad sigue a dos hermanos, quienes hacen un perturbador descubrimiento cerca de su hogar: un hombre embichado está a punto de dar a luz al mal supremo. En lugar de recurrir a las autoridades y seguir el protocolo estándar en tales circunstancias, la dupla decide tomar medidas por sí solos. Sin embargo, sus acciones imprudentes desencadenan una epidemia de posesiones demoníacas a lo largo de su apacible comunidad rural. A partir de ahí, se encuentran en una frenética carrera contra el tiempo para escapar de esta amenaza sobrenatural y buscar la ayuda de la única persona capaz de detener esta plaga maligna.
En un ardiente contexto de elecciones presidenciales, la película plantea un intrigante componente sociopolítico arraigado en esos escenarios abandonados de una pesadilla rural argentina. En medio de este entorno, donde pocos son conscientes de lo que realmente sucede, emerge una amenaza aterradora que nadie podría haber imaginado. De esta estremecedora trama subyace de forma colateral la denuncia de una problemática en crecimiento y silenciosa. El realizador nacido en Haedo se sirve del vigor atmosférico inherente al folk horror para encarnar y metaforizar la venganza del olvido colectivo.
“El primer germen fue pensar en esos paisajes desolados del campo, donde se ve una lucecita en medio de la nada, que hay una familia pobre viviendo ahí. Muchas de estas familias a lo largo y ancho del país, viven en medio de una plantación contaminada por glifosato, y las enfermedades que conlleva” contó Demián Rugna en diálogo con Cinéfilos acerca de las primeras chispas que desataron el incendio en su imaginación.
Resulta verdaderamente escalofriante la forma en que el director, como si fuese un cirujano endemoniado, encontró la yugular de una problemática tan contemporánea y angustiante. Mientras que los debates sobre los agrotóxicos continúan sacudiendo las conversaciones, Rugna, con una precisión sádica, extrae la esencia más oscura del debate. No solo detecta lo inquietante en lo que ya es profundamente perturbador, sino que lo afila hasta convertirlo en una hacha dispuesta a clavarse en la cabeza del espectador.
Las dos caras de una misma moneda
Su destreza al explorar este territorio sin explotar, un campo de miedo que rara vez se investigó en el género, es absorbente y delirante. El cineasta toma esta cuestión ambiental de la vida real y la retuerce en un infierno que aguarda en la mente mucho después de que la película termine, demostrando que el horror puede residir en los lugares más inesperados. Pero esto, según el director, no es todo en lo que pensó. Ya que su preocupación aborda otra peste que amenaza de forma inminente e incontrolable en nuestros días.
“También tiene mucho de esa propagación de ideas, esa idea del fascismo, de cómo se propaga entre la gente y les va comiendo la cabeza para que actúen en contra de sus propios intereses también- Afirma Demián, y continúa- Ese despliegue del final, de pensar en las próximas generaciones que son las que agarran al diablo y se lo llevan. Uno piensa, ¿a dónde va a terminar todo esto? Obviamente, las ideas me atraviesan desde que soy un argentino que vive en Argentina, y que transito la realidad como todos. Pero es una película de terror y todo lo que surge después son estos tipos de pensamientos”.
Lo sobrenatural
En el panorama literario argentino, figuran destacados nombres como Mariana Enríquez, Luciano Lamberti y Samanta Schweblin, quienes lograron consolidarse como exponentes del terror a nivel nacional. Sus obras llevaron el género a nuevas alturas, explorando lo siniestro y lo sobrenatural de maneras profundas y envolventes. Sin embargo, en el ámbito cinematográfico, Demián Rugna emergió como un referente al exhibir con sangre, sudor y lágrimas que el auge no se limita a las letras. A diestra y siniestra, el terror audiovisual puede ser un poderoso medio de expresión para llevar a la pantalla grande una perspectiva crítica y provocadora, y atraer a audiencias tanto nacionales como internacionales.
“No suelo sobre-teorizar demasiado lo que hago. Por lo general, cuando hago una película, la hago desde las entrañas- explicó el director, y enseguida agregó- Soy súper sincero conmigo mismo, no busco el gancho, no busco el objetivo de impresionar a través de esta temática, sino que las temáticas surgen, y surgen de forma natural. Y el fantástico me surge de forma natural también. Me atraviesa mi propia realidad, que es la misma que la de mis amigos”.
Ventana de sangre
La victoria de Cuando acecha la maldad en el prestigioso Festival de Cine Fantástico de Sitges marcó un antes y un después. Esto se debe a que no solo fue un momento de gran relevancia para la cinematografía nacional, sino que también hizo historia al convertirse en la primera producción latinoamericana en recibir este honor en más de medio siglo. Demián Rugna hizo eco de su alegría con una foto en su cuenta de Instagram, sosteniendo con orgullo los dos premios: Mejor Película y Blood Window.
Cuando acecha la maldad obtuvo una avalancha de elogios. Pero uno se destacó especialmente entre los fans provino de James Wan, el maestro del terror conocido por su trabajo en sagas icónicas de la talla de “Saw” y “El Conjuro“. Este gesto del realizador australiano de origen malayo añadió un ingrediente especial al reconocimiento de la película: “Yo estuve trabajando con su productora este año, y él parece que es fanático de Aterrados. Obviamente, un feedback de un tipo tan importante, de un perfil tan alto que no a todo el mundo le da la venia, es realmente increíble” expresó Demián sobre la significativa felicitación.
Aterra-2
Además de James Wan, Demián Rugna también impresionó a otro destacado cineasta, Guillermo del Toro. Al parecer, el astro mexicano es un ferviente admirador de Aterrados y, lo que es aún más valioso, le brindó la oportunidad de realizar un remake de su película anterior. “Estuvimos laburando en el 2018, 2019, a punto de arrancar la producción. Pero finalmente, ese proyecto se canceló. Cayó la pandemia y el estudio que estaba detrás empujó todos los proyectos para adelante. Se vencieron los plazos y terminó cayendo” explicó el director, y antes de lamentarse, aclaró- De todas formas, el remake se va a hacer, no con Guillermo del Toro. Pero sí con otra gente. Esperemos que pronto que la verdad”.
A partir de lo dicho, surgió el interrogante que rodea el hecho de volver a la obra original. Estamos acostumbrados a ver todo tipo de reversiones cinematográficas que pasan entre distintas manos, pero pocas son las veces que dan cuenta de un ejercicio autoral de esta índole. Ya que, al igual que lo hizo Alfred Hitchcock con The Man Who Knew Too Much, o incluso Michael Haneke con Funny Games, Demián Rugna rompió la lógica del remake con Aterrados. Si bien estos ejemplos difieren en intención, a grandes rasgos coinciden en un desafío estético. No son secuelas: es la misma historia, contada por la misma persona, pero un tiempo después con otros elementos. Como volver a revisar unos viejos cuadernos y subrayar los apuntes con otro color.
Matar a tu bebé
Sobre esta experiencia, Demián reflexiona: “Es raro, es muy raro la verdad. Guillermo del Toro también decía que no creía que haya que modificar mucho, el desafío era otro tal vez. El desafío era hacer una película en Estados Unidos, en otro idioma, en otra industria que se mueve de otra forma. Cuando yo hice Aterrados el desafío era hacer Aterrados, hacer esta película en mi país con nuestra forma de concebir las películas. En el remake, en cambio, algo me garantizaba que la película iba a ser un éxito. Porque estaba un productor brillante detrás y un estudio de los más grandes del mundo. Eso me daba una ventaja bárbara. Pero si es raro, son diferentes desafíos y de no querer matar a tu bebé también. Porque obviamente nos ponían un guionista y el guionista iba por otro lado y yo decía ‘no, no, no… tienen que ir por este’”.
Esto sin dudas debió costarle, ya que Demián Rugna es un cineasta profundamente comprometido con su obra. Desde la conceptualización del guion, pasando por la producción y dirección, hasta involucrarse en la banda sonora como guitarrista de su grupo de heavy metal, Pasco 637. Su enfoque en la creatividad y la pasión por el cine ya se reflejaban en sus primeras películas, como en No sabés con quién estás hablando (2016), una comedia negra de bajo presupuesto que irradia adrenalina y diversión, ejemplificando su capacidad para arreglarse con lo que tenía y obtener buenos resultados. “Es una película muy artesanal. Lo bueno es que la hicimos con dos mangos, porque sobre todo, cuando uno ve una película argentina le pone la misma vara que cualquier otra”.
El arte de juzgar
El terror y la comedia comparten una misma condena: la exigencia del espectador. Por un lado el susto, por el otro la risa. Al recomendar títulos suele suceder el recibir comentarios que califican la película en función de si los aterró o no. Si les dio risa, o no. Sin embargo, una película de terror va más allá de provocar el susto; se trata de disfrutar de esa sensación de temor, de explorar lo desconocido y, en última instancia, de apreciar la película en su totalidad, incluyendo su capacidad para transmitir emociones intensas y, al mismo tiempo, entretener.
Demián Rugna admite la exigencia del género, y a su vez, la aprueba: “El espectador no tiene por qué perdonarte cosas si la hiciste en Argentina con dos pesos. No tiene por qué aceptarlo si están pagando la misma entrada que se paga para ver una película de Hollywood. Hay muy pocas películas de terror que den miedo. Las películas de género te tienen que generar emociones y sensaciones que otro tipo de películas no te generan. Incomodidad, hacerte un mal viaje en definitiva, y si te logras asustar, mejor todavía. Pero bueno, a veces no es ese el objetivo del director”.
Para él, sucede que la reacción ante el terror depende del estado de ánimo del espectador. Entre las pocas que recuerda asustarse de verdad, está “El Exorcista” y “The Ring”, así como películas más recientes, como “Evil Dead” de Fede Álvarez. Sin embargo, remarca que el género del terror no se limita a provocar susto, sino que se trata de contar una historia y evocar sensaciones de terror en el espectador. Rugna ejemplifica con la filmografía de Ari Aster, diciendo que no necesariamente le causan miedo, pero logran transmitir sensaciones aterradoras. Incluso elogia a “Beau Is Afraid” que disfrutó y describió como una “comedia”.
¿Dónde radica el placer en engendrar el miedo en la gente?
Es una cuestión compleja y apasionante. Para algunos, puede parecer extraño disfrutar de las películas que causan malestar o que los hacen temblar de miedo. Sin embargo, para Demián Rugna y otros amantes del género, el placer está en el desafío de crear una experiencia visceral. Recibir comentarios como “tu película me hizo sentir incómodo” o “me hizo poner la piel de gallina” es, de alguna manera, una validación por su destreza de evocar emociones intensas. “¡Es hermoso!- asegura Demián- Me divierte mucho que la gente se asuste, o le produzca algo fuerte viendo mis películas. Me divierte como hacer una comedia. Ver a la gente reír, para mí es lo mismo que ver a la gente asustarse. Eso me da mucho de ‘te enganché, te agarré, te engañé’, hacer cine de terror es un juego para mí, es muy divertido”.