En el vasto océano del cine, encontramos innumerables películas que se sumergen en las corrientes del terror y suspenso, muchas de las cuales involucran a criaturas temibles como protagonistas. Entre estas, una que ha dejado una huella imborrable en la historia es Tiburón (Jaws), dirigida por el legendario Steven Spielberg. Esta obra maestra del cine ha establecido un estándar y se ha convertido en un pilar indiscutido del “Sharksploitation”. Sin embargo, hay otras producciones que, a pesar de intentar seguir sus pasos, naufragan en el intento. Este es el caso de Mar de sangre (2022).
¿Qué es el Sharksploitation?
El subgénero cinematográfico llamado ‘Sharksploitation’ se ha forjado mediante la fascinación audiovisual hacia los tiburones. Estos títulos se centran en la representación exagerada y sensacionalista de ataques violentos, así como en situaciones peligrosas y de alta tensión en entornos acuáticos. Desde Profundo mar azul (1999) y Aguas abiertas (2003) hasta Sharknado (2013) y Megalodón (2018), hemos sido testigos de una gran cantidad de enfoques para abordar la temática en cuestión, algunos de ellos decentes y otros más que cuestionables.
A pesar de la diversidad en la calidad, el subgénero “Sharksploitation” ha logrado cautivar la atención del público, alimentando la curiosidad y el morbo en torno a estos temibles depredadores marinos. A través de historias exageradas y situaciones inverosímiles, las películas han encontrado su nicho y se han convertido en un entretenimiento deslumbrante para aquellos que disfrutan de la sangre y la adrenalina. No obstante, vale recalcar que ninguna de ellas sería lo que son sin la influencia de Steven Spielberg.
Estrenada en 1975, Tiburón no solo hizo que la gente temiera nadar libremente, sino que cambió para siempre la forma en que las películas de terror y suspense serían concebidas. Con su dirección magistral y una banda sonora icónica de John Williams, la película del genio hollywoodense cautivó al público y se convirtió en un fenómeno cultural. La narrativa bien construida y la tensión que se va acumulando a lo largo del filme generaron una experiencia cinematográfica única e inolvidable.
En contraste con el impacto positivo de Tiburón, piezas menores de la talla de Mar de Sangre quedan atrapadas en aguas turbulentas. Aunque hoy lidere el top de las 10 películas más populares de Netflix en Argentina, la obra de James Nunn desborda de clichés y estereotipos, tanto en la caracterización de los personajes como en el desarrollo de la trama. La falta de originalidad en la explotación de situaciones predecibles hacen que Mar de sangre no le llegue ni a los talones a su musa inspiradora.
La grandeza de Tiburón no solo radica en su capacidad para aterrarnos, sino en su maestría para explorar los miedos y las emociones más primordiales del ser humano. La película trasciende las fronteras del género y penetra de lleno en nuestra psique colectiva, desatando la ansiedad ancestral que todos llevamos dentro. La figura amenazante del tiburón se convierte en un poderoso símbolo de los temores más oscuros, personificando lo desconocido y lo impredecible que acecha en las profundidades de la vida.