Matadero es la nueva película de Santiago Fillol. En el día de hoy se estrena en cines y hablamos con Malena Villa y Ailín Salas.
Una convergencia de situaciones deja ver desde el comienzo que Matadero será una película con diferentes capas. De sentido, temporal y narrativo. Un director de cine está por presentar su película en un festival de cine y el público se agolpa contra su auto al grito de “a-se-sino, a-se-sino”. Nos enteramos que es una película que se filmó hace décadas, pero recién ahora se estrena, por su controversia, con un tono autoral ya se comienza a hablar del cine como algo más que la vida y la muerte.
¿De qué va?
Un cineasta estadounidense (Julio Perillán) está en decadencia y filma su nueva película en La Pampa, Argentina. El relato lo lleva adelante la protagonista (Malena Villa), quien con una voz en off empieza a desentrañar los interrogantes que surgen desde el principio, ella conoce todo lo que pasó en aquellas semanas de rodaje porque fue su mano derecha en el set. No era cualquier época, era 1974 en Argentina.
El director se queda sin presupuesto por lo audaz de sus escenas en búsqueda de la realidad, que lo que era una super producción termina siendo un cine de guerrilla. Cine dentro del cine, una categoría que ya forma parte de un género en el ámbito cinéfilo. El director (real), Santiago Fillol, va formando cajas dentro de cajas que permiten adentrarnos en el subtexto de lo que quiere representar con su película.
Hay tres bandos: los cineastas, quienes refieren a la clase alta, la burguesía; los actores (Ailín Salas, Rafael Federman), que son militantes de izquierda en una época donde se los perseguía; los peones de campo, clase trabajadora (Eva Bianco) que acata las órdenes de sus patrones. Estos “bandos” no están generalizados, cada bando tiene diferentes posturas y opiniones. Están los explotadores y los sensatos, los sensibles y los guerrilleros, los humildes y los desclasados. Todo es complejo en “Matadero” para generar un clima que se cocina a fuego lento, entrecruzando los bandos, para que todo parezca una bomba a punto de explotar.
La fotografía, una parte esencial
La dirección de fotografía de Mauro Herce es implacable, refiere a un formato 4:3 con un grano que representa la estética ideal para contextualizar, siempre buscando planos narrativos, sin necesidad de llevar todo al plano del diálogo, sino permitiéndose lo no dicho. Prevalece la iluminación cálida que se entrelaza perfectamente con la tonalidad marrón, azúl y gris que propone la dirección de arte para representar los climas y personajes.
Creo que todo esto es razón suficiente para que vayan a verla al cine. Donde se deben ver las películas que fueron pensadas para la pantalla grande. Si yo no te convencí, podés escuchar la entrevista cinéfila que hicimos con las protagonistas, Malena Villa y Ailín Salas.