En la infancia cuando decidías subirte a una montaña rusa veías lo que se venía desde abajo o mientras esperabas en la fila para su ingreso podías advertir dónde subía y bajaba con mayor o menor velocidad para prepararte, y solo medías su eficacia según los gritos ajenos que de ella se desprendían. Podías tener una idea de lo que se venía, pero no lo sentías hasta que te tocaba a ti. Ahí partía todo. Esos altos y bajos que daban justo en el estómago y que a través de múltiples emociones hacían la experiencia.
This is Us, es lo mismo. Tienes la idea de un drama familiar, que el género funciona con la emocionalidad que causa en la audiencia, que existen personajes con los que quizás te identifiques y con situaciones que de alguna u otra manera le puede pasar a cualquiera. Pero tal como la montaña rusa, esta serie termina siendo una hermosa experiencia vivencial y multisensorial que precisa inmersión total por su increíble capacidad de conectar.
Capítulo a capítulo esta propuesta sintoniza la memoria emotiva de miles de espectadores invitándolos a debatirse entre lágrimas y sonrisas, jactándose de su extraordinaria capacidad de hacer reír a carcajadas y en la escena siguiente quitártela de golpe para dejarte sin aliento hurgueteando descarnadamente en algún vacío sentimental no tratado de la niñez. Un bucle emocional muy difícil de quedarse ajeno.
Dan Fogelman, quien fue guionista de Crazy, Stupid, Love, ha sido el encargado de crear, de manera brillante, por cierto, una nueva versión dramática de la familia americana. La innovación y enganche recae en que entrega información de forma dosificada y promueve espectadores activos a esta dinámica. De esta manera, ha ido narrándola magistralmente a través de la fragmentación de la línea temporal donde pasado, presente y futuro se funden en saltos cronológicos que desafían el tiempo, y nos terminan develando pasajes de tres generaciones de la entrañable familia Pearson que ha sabido enamorarnos con sus personajes en las distintas etapas de sus vidas las que han sido deconstruídas como un puzzle para luego, como si fueran solo uno, verse entendidas en su totalidad.
Cinco son los personajes principales, todos integrantes de la misma familia, cuatro de ellos cumplen años el mismo día y todo comienza con esa fecha: El cumpleaños número 36 del patriarca familiar y sus tres hijos cumpliendo la misma edad que su padre en un maravilloso paralelismo temporal que va y vuelve como una constante en un vaivén emocional.
El clan Pearson
Jack (Milo Ventimiglia) el líder de la familia, ícono del sueño americano, abnegado padre y marido bonachón que es capaz de hacerlo todo por los suyos; Rebecca, Mandy Moore, que deja de verse como la cantante adolescente que alguna fue para convertirse en un personaje anclado a la fortaleza, a la vida, a su rol de madre y pareja devota de su familia; Kevin (Justin Hartley), actor, atormentado por un vacío existencial que lo incita al autoboicot permanente; Kate (Chrissy Metz), que intenta balancear su problema de obesidad y culpa que la acompaña desde la niñez; y Randall- un brillante Sterling K. Brown que lleva el drama a otro nivel en cada escena que desempeña- adoptado el mismo día del nacimiento de Kevin y Kate, exitoso corredor de bolsa sumido en el borde de la línea entre la ansiedad y la cordura por su autoexigencia que disfraza su miedo paralizante al abandono.
Con esa intensidad llegan Los Pearson. En el primer capítulo puedes ver en un viaje al pasado que en su cumpleaños número treinta y seis, Jack, espera junto a Rebecca la llegada de sus tres hijos. Mientras en una vuelta al presente, ya con 36 años a su haber, con una conexión más allá de lo sanguíneo los tres hermanos, Kate, Kevin y Randall, en distintas locaciones del país, viven una crisis existencial que los hace lidiar directamente con sus raíces y entender que absolutamente todo debe ser comprendido como parte de un camino transitado en conjunto y que nada ni nadie es alienable a su historia familiar.
Los Big Three
Los mellizos Kevin y Kate, y su hermano adoptivo Randall se hacen llamar “Big Three” en honor a su padre, que en cada discusión infantil o adolescente hacía suyo el discurso de la importancia de la unión de los tres hermanos y enunciaba este apodo casi como una Slogan propagandístico que funcionaba a la perfección como si mágicamente con él viniese el don de la empatía.
Cada uno de ellos carga sus propios fantasmas, y si bien crecieron en una familia rodeada de cariño, presentan fracturas emocionales que los marca en el pasar por el presente, pero los va uniendo en la vulnerabilidad del camino a la aceptación personal. Estos personajes en gran parte son los encargados de contar la historia de sus padres, desde su mirada individual y el propio lazo personal que con ellos forjaron. Desde sus remembranzas, su reflejo, sus vacíos, su felicidad, sus éxitos y sus fracasos. Y es desde acá también que la audiencia los construye. Al carismático personaje de Jack Pearson lo conocemos a través de los ojos de sus hijos y Rebecca, de cómo ellos vivieron la relación con él, de las palabras que decidieron guardar, de cómo lo deciden recordar. ¿Cómo no lo amaría la audiencia si el filtro de presentación es el profundo amor que su núcleo le profesa? Porque eso sí que tienen Los Pearson, una incondicionalidad que los ha unido como si tuvieran en ellos un hilo invisible que los atrae cada vez que se necesitan y que puede ir más allá de toda lógica ante el llamado emocional que los convoca.
La familiaridad del somos (US)
Así, pasando las cuatro temporadas, damos cuenta que el “Us” del título no es casual y que de alguna manera esta serie hace sentir que conoces tan íntimamente a estos personajes que empatizas con sus vivencias y reconoces los diálogos como lugares comunes. Es un extraño atractivo propio de la cotidianidad, intangible y subjetivo, una sensación de familiaridad que solo afirma que esta propuesta puede emocionarte y desafiarte desde múltiples ángulos, relatos y personajes.
El amor de esta familia ha sido capaz de recuperarse de los lugares más oscuros y esa sensación de esperanza, que se deposita en el siempre presente discurso del líder de la familia, ha sabido marcar hitos en los ciclos emocionales que ha tenido la serie y dejar al espectador con un gusto dulzón necesario más que con un sentimiento de agobio propio del drama. Todo eso, gracias a su honestidad narrativa que la vuelve cercana y presenta personajes tan disímiles dentro de un mismo núcleo familiar que podría ser extrapolable a cualquiera.
Temas como los procesos para sanar las heridas de la niñez, la relación con los padres y hermanos, la pérdida de seres queridos, las enfermedades y otros más personales como las adicciones, las relaciones de pareja, los problemas de autoestima y ansiedad, conflictos que pueden cruzar la historia de cualquier familia. Ahí se da esta conexión profunda con la audiencia que transciende la pantalla.
Como Bonus Track, esta serie tiene a personajes secundarios catalizadores: William (Ron Cephas Jones) el padre biológico de Randall; Toby (Chris Sullivan) encargado de traer luz a la vida de Kate y Beth (Susan Kelechi) la incondicional pareja de Randall. A su vez, al atravesar una línea temporal de casi cuatro décadas, nos muestra un cambio societal y relacional en las distintas generaciones que son presentadas en pantalla. Los años 70’s con Jack Y Rebecca vestidos con pantalones pata de elefante escuchando Joni Mitchell, un recorrido por Memphis y el jazz en los 50´s junto a William, el bohemio padre biológico de Randall, o con la capacidad de conmover a cualquiera con una banda sonora que acompaña atentamente las emociones de sus protagonistas y que va desde Cat Stevens hasta John Legend, pasando por la reconversión acústica de canciones icónicas de The Beatles, The Rolling Stones y otras bandas que han marcado la historia musical contemporánea.
This Is US ha sido capaz de movilizar lo intangible, eso tan privado, tan personal, tan etéreo que se comparte solo con los más cercanos, eso que desde la cotidianidad se vuelve compañía, lo que logra conectar fibras y llegar a recónditos lugares plagados de emociones guardadas que no tiene que ver con algo en particular sino con un todo, ese no sé qué indescriptible a la palabra, una sensación… una experiencia.
La quinta entrega de This Is US llegará el miércoles 28 de octubre -con un doble episodio-, a través de Fox Premium Series. ¿Ansiosos, cinéfilos?