Historiadores japoneses descubrieron nuevo material fotográfico de Hachiko, el perro que se transformó en símbolo nacional de lealtad en Japón. Te contamos la historia detrás de su figura.
Hace diez años se estrenaba la película “Hachi” o “Hachiko” también conocida como “Siempre a tu lado”, protagonizada por Richard Gere. La misma contaba la historia del profesor de música Parker Williams que accidentalmente se cruza en la estación de trenes con un cachorro de perro raza Akita y decide adoptarlo frente a la negativa de su mujer. Amo y perro se hacen inseparables a medida que avanzan los años hasta la muerte inminente de Parker. Pero este suceso no impide a Hachi ir todos los días a la estación a esperar por el regreso de su dueño, tarea que llevó a cabo durante años hasta su propia muerte.
Pero la leyenda de Hachiko no forma parte únicamente del universo de lo cinematográfico, sino que la misma, se basó en un caso real de un perro portador del mismo nombre que a principios del siglo pasado tuvo amplia repercusión y reconocimiento. En 1923 el profesor de agricultura Hidesaburō Ueno acoge a un perro de raza akita a quien bautiza como “Hachi” (ocho) en alusión a la pequeña desviación de las patas delanteras del animal que le remitían a la letra japonesa kanji que simboliza el número ocho.
Si bien el perro llegó en calidad de compañía de su hija adolescente, éste se encariñó enérgicamente con la figura de Ueno a quien adoptó como su propio amo y de quien se volvió inseparable. Tan fuerte era el vínculo que los unía, que religiosamente todos los días Hachi acompañaba a Ueno a la estación de trenes de Shibuya para despedirlo una vez iniciada su jornada laboral y volvía a buscarlo cuando su dueño arribaba en su vuelta a casa.
Pero el destino de Ueno estuvo signado por la desgracia dado que una hemorragia cerebral acabó de manera fulminante y repentina con su vida el 21 de mayo de 1925. Hachiko esperó durante nueve largos años el regreso de su amo, transformándose en una figura reconocida en toda la comunidad japonesa como símbolo absoluto de fidelidad.
La historia de Hachiko adquirió notoriedad nacional, cuando uno de los ex alumnos del profesor Ueno publicó un artículo acerca del perro que conmovió a todo Japón. Muchos querían acercarse a conocer la figura del animal que se había transformado en símbolo nacional de lealtad, reconocido inclusive por la misma familia Imperial.
La espera de Hachiko llegó a su fin el 9 de marzo de 1935, cuando con once años a cuestas y por complicaciones que tenían su origen en una infección filaria, cierra sus ojos para siempre no sin antes eternizar lo simbólico de su legado. Los restos del mejor amigo del hombre reposan en el cementerio de Aoyama, Minato en Tokio, junto a la tumba de su dueño.
En 1934 y en presencia de Hachiko, un busto de bronce con la forma del animal fue erigido en su honor en la estación de trenes de Shibuya, lugar que simboliza esa espera abnegada pero que lamentablemente en 1944 tuvo que ser destruido para la construcción de armas dado el contexto belicista. En 1947, otra estatua de similares características fue construida y depositada nuevamente en la estación, aglomerando gran número de curiosos y turistas que buscaban ver de cerca el sentido homenaje a un personaje tan popular como lo fue Hachiko.
Recientemente historiadores japoneses encontraron nuevo material fotográfico que da cuenta no sólo de su existencia, sino también de su espera en la famosa estación: lo vemos reposando con paciencia y en solitario y en otros casos podemos observar cómo la gente se acerca al dócil animal y posan para la foto.
Cualquier registro acerca de la historia de Hachi cala hondo en todos aquellos que amamos a los animales y entendemos el valor de la presencia de estas criaturas fabulosas que acompañan nuestro devenir. Sin lugar a dudas este singular relato de lealtad, amor y constancia, sigue conmoviendo a millones de personas alrededor del mundo y la revisión de la película del 2009 puede resultar una excusa perfecta para todo cinéfilo, para poder acercarse un poco más de lleno a esta historia, eso sí con la advertencia de potenciales crisis lacrimógenas.