Gabriele Pennacchioli estuvo a cargo de supervisar los 18 episodios de la producción animada de Netflix que fue furor. El animador señaló que preseleccionaron cerca de 60 historias para adaptar que podremos ver en una futura temporada
Con el desafío de reunir a animadores y estudios de todo el mundo, Love, sex and robots nació cerca de dos años atrás como idea de Tim Miller (Deadpool). Buscando adaptar el concepto de los comics de Heavy metal, el realizador pensó en la posibilidad de crear una serie en la que la ciencia ficción y el terror sirvieran como marco para desarrollar animación para adultos.
Así, se contactó con el animador y director de arte Gabriele Pennacchioli, a quien había conocido tiempo atrás que hasta quiso invitar para trabajar en Deadpool pero las agendas no coincidieron. Sabiendo los intereses que tenía, le contó sobre el proyecto y le propuso sumarse desde la génesis.
De inmediato, Pennacchioli aceptó y comenzó el proceso de selección en base a historias de ciencia ficción y terror que le habían gustado a Miller. “Había seleccionado cerca de 50 ó 60 relatos que me mostró para que le diera mi opinión”, explicó Gabriele, quien también fue responsable de elegir algunos de los estudios y directores que llevaron a cabo distintos episodios.
De esta manera, se encargaron de comprar los derechos de cada historia, y tanto Miller como Philip Gelatt se encargaron de adaptar los guiones. “La mayoría no eran autores muy famosos así que no fue complicado pagarlos, aunque algunos de los que Tim quería no ya habían vendido los derechos a otros estudios, pero conseguimos el 90% de los que buscamos. Al principio, mi trabajo era ayudarlo a darle forma a la serie artística y creativamente. Después iba a dirigir un episodio, que terminó siendo ‘Shape-shifters'”, señaló.
—¿Cómo lograron reducir las 60 historias a 18? ¿Vamos a ver más temporadas?
—Sí, probablemente, las historias que no quedaron en la primera se verán en la segunda. Armamos una pizarra con todas las historias que queríamos, clasificadas en terror, ciencia ficción y así, porque queríamos un equilibrio. Tim hizo dos o tres selecciones, porque no podíamos hacer todas.
—Dirigiste el capítulo “Shape-Shifters”. ¿Cómo fue ese proceso?
—Cuando elegimos las historias, esa era una de las que más me había gustado, junto a “Sonnie’s edge” y “Good hunting”. Quería dirigir fotorrealismo, así que “Good hunting” quedó fuera de discusión porque iba a ser en 2D, y lo mismo paso con “Sonnie’s edge”. Entonces hice “Shape-shifters”, que me gustó porque era el que había elegido y me gustan los hombres lobos. Mientras trabajaba en los otros capítulos me tenía que hacer tiempo para preparar mi visión como director, la parte artística, discutirla con Tim, el libreto (pedí algunos cambios en el guión), hasta que todos estuvimos de acuerdo y llevé adelante el proyecto. También hice un poco de dirección de arte y la animación, porque vengo del mundo de la animación.
—¿Qué le pediste a cada animador y cómo trabajaron para que cada episodio fuera diferente desde lo técnico?
—Contactamos a los estudios con los que queríamos trabajar de acuerdo a las historias, si era en 2D, una comedia, etcétera. Elegir cada estudio o director dependió de las historias. Mi trabajo era supervisar los episodios, Jennifer Miller, la esposa de Tim era productora ejecutiva, estuvo todo el tiempo presente, porque Tim se fue a trabajar a Terminator a la mitad del proyecto; pero siempre quedó en contacto.
Los estudios nos mandaban primero la visión del director, después charlábamos para ver qué nos gustaba y qué no. La segunda parte consistía en ver cómo se iban a ser los diseños y la animación. Íbamos viendo cada parte y dando el visto bueno.
—Son animaciones muy gráficas, para adultos. ¿Siempre quisieron hacerlo así?
—Tim había hecho Deadpool, la primera película de superheróes para mayores de 18, que fue un éxito. Sabíamos que había público suficiente para disfrutar de la serie. Queríamos libertad para contar las historias, no censurarnos. Sabíamos que hacíamos una serie disruptiva y queríamos hacer una serie disruptiva.
—¿Netflix les pidió que no fueran tan subidas de tono?
—Netflix nos dio libertad para hacer lo que creyéramos que era lo correcto. Dependió de nosotros, yo era el que decía que hiciéramos más, fui el que siempre pidió subir la vara, soy responsable de las escenas más sexuales. Después se charlaba y quizás alguien pedía que nos calmáramos, pero tuvimos mucha libertad.
—¿Se sorprendieron por el éxito?
—Estoy orgulloso, es una gran serie. Nunca sabés cómo va a reaccionar una audiencia. Espero que sea un éxito a nivel mundial así podemos hacer una segunda temporada. Eventualmente Netflix va a anunciarlo, depende de ellos hacerlo de forma oficial.
—¿Es cierto que los episodios se ven en distinto orden de acuerdo al algoritmo?
—Sé que Netflix usa un algoritmo para saber el gusto de la gente. Entonces, si te gusta la ciencia ficción primero te va a mostrar esos capítulos, si te gusta el terror así. Creo que hicieron algo así, pero no estoy muy seguro.
—Hiciste esta serie para adultos pero también tenés proyectos para la familia como Shrek the third y Kung fu panda…
—Mi primer trabajo fue The shark and the piano y es una historia para chicos. Fui desde ese punto al opuesto. A mí me gusta mirar Kung fu panda con mis hijos pero también me gusta mirar cosas para adultos como Game of thrones. Creo que todos los adultos se manejan en este rango. No veo una contradicción ahí, puedo trabajar en un proyecto infantil, que salga algo bueno, y hacer algo para adultos.
—¿Cuál fue el proyecto más complejo en el que te tocó estar?
—Flushed away (Lo que el agua se llevó), una película no tan conocida, fue la segunda o tercera película que hice en Dreamworks. Teníamos que adaptar nuestro estilo al de Aardman Animatons, los que hicieron Wallace y Gromit; el estilo, la animación era muy distinta a la que estaba acostumbrado en mi carrera. Pero todas tuvieron su nivel de complejidad.