Ben Affleck y Jon Bernthal regresan para “El contador 2”, la secuela inesperada del superhéroe neurodivergente que lucha contra narcotraficantes.
Pasaron nueve años desde la introducción de Christina Wolff, mejor conocido como El Contador para los servicios de inteligencia. El personaje interpretado por Ben Affleck cuya habilidad nace de su autismo y lo ayuda a resolver el asesinato de un viejo conocido. Un film que tiene un poco de todo: acción, sensibilidad y una pizca necesaria de absurdo. Un combo explosivo si se tiene en cuenta que entre los intérpretes principales está la dupla de Ben Affleck y Jon Bernthal. A diferencia de la película original, El Contador 2 prescinde de un interés romántico concreto y lo reemplaza con apenas una escena en la que Wolff gambetea con ese costado.
En su lugar, la película usa estos espacios para profundizar otros aspectos del personaje y su relación con su hermano, que se mantiene en un limbo entre el amor puro y el enojo. Todo este combo regala una linda dinámica entre Affleck y Bernthal con tintes humanos y humorísticos.
El film logra su cometido como secuela. Esto es, expandir a su personaje sin necesariamente excluir a quienes no tuvieron la oportunidad de ver su presentación. Todo sin caer en secuencias de diálogo sobre explicativas que tienden a menospreciar la comprensión del cinéfilo.
Un pantallazo sin spoilers
El Contador 2 es una película que hasta conociéndose su trama completa es disfrutable. Pero para evitar quitarle a quien lea esta nota la intriga que genera la presentación del caso, aquí un intento de sinopsis sin spoilers:
El film abre con una secuencia de pura acción: Ray King (interpretado por J.K Simmons), ex director de la unidad policial del Departamento del Tesoro, se reúne con una misteriosa mujer para averiguar el paradero de una mujer. Su encuentro es interrumpido por una ola de asesinos que irrumpen en el lugar. King crea una distracción y deja escapar a esta mujer. Previo a ser asesinado, escribe en una servilleta “Busquen al Contador”.
Y eso precisamente hace su sucesora, Marybeth Medina (Cynthia Addai-Robinson) que encuentra a un Wolff distanciado de su accionar como contador. El Contador deja todo y se dedica a resolver el caso. Para ello, convoca a su hermano Braxton, un asesino despiadado que se muestra enojado por la falta de contacto pero decide ayudarlo.
Con el equipo formado, la película entra en su faceta de thriller mafioso violento y con tintes humorísticos, conducido principalmente por las discusiones morales entre Braxton y Medina. Christian por su parte solo atina a mostrarse enojado por la traba que esas discusiones le imponen a su proceso de descifrar el misterio del asesinato.

El trío recibe la ayuda invaluable de otro de los secretos que venía guardando Wolff: su academia para chicos neurodivergentes liderados por Justine, su compañera que habla a partir de una computadora. Sus estudiantes juegan un rol clave al ocuparse de todas las tareas de hackeo y rastreo en secuencias coordinadas al compás de una orquesta.
Una película para revisitar
Es difícil salir de la sala sin interrogantes. La idea de la película y muchos de sus tramos descolocan constantemente al espectador. Sin dejar de lado que se anima a componer un personaje representativo de una comunidad que, por ignorancia o malicia, es muchas veces agraviada o mal representada. Es un héroe que no reniega de quién es.