Blancanieves, protagonizada por Rachel Zegler, llegó al cine de la mano de Disney y despertó varios debates en la crítica.
La nueva adaptación de Disney llegó este jueves al cine y despertó el debate en todos los foros de cinéfilos. La Blancanieves de Rachel Zegler, que no escapó del ataque racista por interpretar a la princesa, es una remake que se distancia un poco de su versión original de 1937 y la actualiza al siglo XXI. Una propuesta interesante para revitalizar una historia milenaria.
Como pasa con todo, es difícil maniobrar en un ambiente radicalizado que trata de cargar cualquier expresión artística, y más alguna que ya tiene una historia previa, con una queja tajante y reduccionista. Ya los ataques a la protagonista, que a su vez tuvo una ventaja por “parecer latina”, por el simple hecho de representar una discusión eterna de inclusión era un atenuante para tenerle miedo a una readaptación. Todo esto para destacar que se trata de una película de 1937 que tenía que madurar 88 años sin ofender a los aterrados por algún tipo de cambio.
Qué dijo la crítica
Es por eso que la crítica de la película se sostuvo en dos temas: la cuestión más ideológica o representativa de lo que intenta hacer la película y la calidad cinematográfica de la misma. La primera de estas habla de la adaptación al guión al siglo XXI, la polémica entre las posturas sobre el conflicto de Gaza entre Zegler y Gal Gadot. Aspecto que la crítica aplaudió considerando el giro hacia una visión más conservadora que está dando Disney y Estados Unidos.
Por otro lado, la crítica fue poco gentil con las actuaciones, las nuevas canciones y con el uso del CGI en particular. En IMDB recibió apenas un 2.4 de 10 y 44 sobre 100 en Rotten Tomates. Sin embargo, varios salvan a la actuación de Zegler, a la que le adjudican darle una refrescante nueva imagen a la casi centenaria princesa.
Los dos grandes cambios de Blancanieves
Para los que no recuerdan, la Blancanieves de 1937 era una princesa pasiva que cantaba, limpiaba y su objetivo era esperar que llegue un príncipe que no conoce para que la bese mientras ella duerme. Es una historia bien ubicada para la época y, teniendo en cuenta esta circunstancia, a la que se debería respetar lo que generó en su momento.
En esta versión de 2025, Blancanieves es una princesa bondadosa, luchadora, orgullosa y valiente, que se hace valer por sí misma sin depender de nadie. El personaje busca adquirir su personalidad propia y modelar su versión de la fábula, que doscientos años después de su creación merece que la actualicen.
El primer gran cambio es que Blancanieves ahora forma parte de una rebelión contra la malvada reina. Este cambio en la trama ha sido visto como una forma de empoderar al personaje femenino. Un giro que además saca a estos personajes de un lugar en el que solo son objetos de deseo y en el que se convierten en un agente activo en su propia historia.
El segundo es que no hay un príncipe sino un ladrón pobre. Este cambio busca humanizar a los personajes y mostrar que el amor no siempre tiene que basarse en la riqueza o el poder. De esta manera se aleja de un mensaje que tiende a la comercialización de las relaciones humanas.