Park Chan-wook nos enseña que los clásicos nunca mueren. “Old Boy” es una joya ultraviolenta que sigue siendo moderna a dos décadas de su estreno.
En un emotivo retorno a la gran pantalla, Old Boy, el clásico del cine surcoreano dirigido por Park Chan-wook, celebrará sus 20 años con un esperado reestreno en cines argentinos el próximo 30 de noviembre. La película, parte fundamental de la “trilogía de la venganza” de Park Chan-wook, que dejó una huella imborrable desde su estreno original.
Protagonizada por Choi Min-sik, Yoo Ji-tae y Kang Hye-jung, Old Boy es la segunda entrega de la trilogía, precedida por Sympathy for Mr. Vengeance (2002) y seguida por Sympathy for Lady Vengeance (2005). La dirección de Park Chan-wook es una obra maestra de la tensión y el thriller. Desde los intrincados planos secuencia hasta los momentos más crudos, el cineasta juega con la audiencia en un laberinto tan retorcido como la propia historia.
¿De qué va?
La trama, meticulosamente orquestada, sigue a Oh Dae-su, interpretado por Choi Min-sik, un hombre común que se encuentra atrapado en un oscuro juego de venganza y redención. La narrativa es una montaña rusa emocional, tejiendo giros impredecibles con una cinematografía magistral que utiliza cada fotograma para sumergirnos en la mente torturada del protagonista.
La brutalidad en Old Boy no es simplemente gráfica; es una danza coreografiada con precisión. Cada golpe, cada movimiento, está orquestado de manera meticulosa para transmitir no solo la fisicalidad del conflicto, sino también las complejidades emocionales de los personajes involucrados. La violencia se convierte en una expresión cruda de desesperación, rabia y autodestrucción.
Uno de los puntos culminantes es la famosa escena del pasillo. Una multitudinaria pelea de un plano secuencia que marcó a la historia del cine. En lugar de recurrir a cortes rápidos y edición frenética, Park Chan-wook elige un enfoque más desafiante: un único plano que sigue al protagonista mientras se enfrenta a los mafiosos. Esta elección no solo exhibe la destreza física del personaje, sino que también devela la intensidad claustrofóbica del enfrentamiento.
En 2004, Old Boy recibió el Gran Premio del Jurado en el prestigioso Festival de Cannes, consolidándose como una obra maestra del cine contemporáneo. Además, fue coronada como la Mejor Película en el Festival de Sitges, sumando reconocimientos que destacan su calidad estética y narrativa indispensable para la modernidad.
El impacto cultural de Old Boy va más allá de los premios y reconocimientos. La película se convirtió en un ícono del cine surcoreano y desempeñó un papel fundamental al abrir las puertas de las producciones cinematográficas del país asiático al público occidental. Durante los años 2000, las películas surcoreanas experimentaron un notable auge en la escena internacional, y Old Boy fue pionera en este movimiento ultraviolento.