El documental “La pantalla andina”, dirigido y producido por Carmina Balaguer inauguró la 8º edición del Festival Internacional de Cine de las Alturas y conversamos con ella sobre esta emotiva producción que muestra el viaje a pie de más de 20 horas del equipo de Cine Móvil Jujuy para llevar cine a una de las escuelas más aisladas de la provincia para que los niños vean por primera vez una película.
¿De qué va?
La pantalla andina está rodado en la comunidad de Yaquispampa, la más aislada de la provincia de Jujuy y aborda la educación del mundo andino en contextos de altura y el compromiso de maestras tenaces con las comunidades remotas. Hasta allí accede por primera vez el equipo de Cine Móvil Jujuy a proyectar películas infantiles, donde un grupo de seis niños se educa a 3000 metros de altura. Este equipo llega junto a la directora de la escuela después de caminar 20 horas tras una travesía que alcanza los 4200 metros.
La directora catalana, los miembros de Cine Móvil Jujuy, la directora del colegio y los niños protagonistas de La Pantalla Andina estuvieron en la ceremonia de apertura del Festival de Cine de Las Alturas y lograron con su historia, su sueño cumplido y su presencia, uno de los momentos más emotivos de la noche de apertura.
A pocas horas de ese emotivo inicio del festival de cine, conversamos con Carmina Balaguer sobre cómo llevó a cabo este enorme desafío.
¿Cuáles son las primeras sensaciones luego de inaugurar el festival de Jujuy con tu película y con los niños participando de la proyección en la sala?
Hay mucha tranquilidad. Hay felicidad, por supuesto, pero no desde un lugar eufórico sino desde una paz. Yo siento que he cumplido con el compromiso de decidir contar una historia y haberla terminado y la he entregado al publico del lugar donde se originó y también tuve el compromiso de que las personas que participaron como personajes principales pudieran verlo en su lugar de origen, no de forma virtual, y lo he hecho y eso me deja mucha tranquilidad. Hay una sensación de plenitud, tranquilidad y satisfacción.
¿Cómo conociste el proyecto Cine Móvil Jujuy y por qué decidiste contar esta historia?
Yo vivía en Buenos Aires y decidí viajar a Jujuy para hacer una investigación sobre la mujer coya, que de hecho estoy volcando un libro sobre eso. Soy periodista y solía trabajar más con la palabra escrita, La pantalla andina es mi primer proyecto audiovisual y se dio porque conocí a la gente de Cine Móvil Jujuy en este viaje, me interesó mucho lo que hacían y empece a viajar con ellos en camioneta durante seis meses. Recorrí lugares destacados de la provincia que me hicieron conocer la dimensión de su trabajo y ellos me contaron que había un lugar en los valles de altura que no se puede acceder en camioneta, que había unas escuelas super aisladas en camino de ripio que solo se accedía en camino de herradura y ellos tenían el sueño de llevar cine ahí algún día y dije: bueno, esto tiene que pasar, y si pasa lo voy a contar.
Siendo periodista, ¿por qué decidiste contar esta historia de manera audiovisual?
Cuando finalmente se dió que los de Cine Móvil iban a realizar el viaje, decidí contarlo de forma cinematográfica porque hablaba del cine y creo que era el formato de esa historia pero también el cine fue un elemento universal para contar temas locales como son la tradición andina para el público internacional que es un poco el objetivo del proyecto y también posicionar el rol de la mujer en ambientes rurales que es algo que me interesa mucho mostrar también,
El equipo del Cine Móvil detalla en el documental el esfuerzo físico que requirió concretar este viaje, ¿cómo fue este desafío desde el equipo técnico?
Fue muy difícil. Hubo un momento en que nos apunamos todos y uno iba cayendo atrás del otro, era como un dominó. Ibamos con mulas, algunos equipos, y llevábamos lo imprescindible en mulas y lo más imprescindible en la mano. Tampoco disponíamos de tantas mulas, tuvimos que acotar muy bien los espacios. trabajé con 2 camarógrafos. Teníamos que organizar muy bien los tramos de la caminata, nos decíamos “aquí te vas con el drone, aquí dejás la cámara o la llevamos en la mula o te la llevo yo encima.” Nos organizamos mucho por tramos y en el momento que nos apunamos todos, no podíamos filmar. Hubo un momento en el que realmente era o la salud o la imagen y opté por la salud de todos.
Incluso hubo muchas horas de la travesía que no fueron cubiertas por este motivo y porque también terminamos alargando todo más de la cuenta, nosotros planificábamos hacer una travesía larga de 14 horas pero directa hasta la escuela tardamos 20 y tuvimos que pernoctar de forma improvisada.
¿Tenían equipos para resolver estos imprevistos?
No tanto. Llevamos una carpa por si acaso y terminamos encontrando un corral, que es el único hogar que existe en toda la caminata, y la mitad del equipo durmió ahí y la otra mitad en la carpa juntos tapándonos del frío. La presencia del viento y la arena, hacían todo incomodo y bello a la vez. es la energía de esos lugares.
Los niños que protagonizan esta historia estuvieron en la proyección, viéndose en pantalla gigante, rodeados de personas muy emocionadas, ¿cómo pensás que están transitando esta experiencia?
He tenido la oportunidad de estar mucho tiempo con ellos, de hecho vengo de estar con ellos porque estoy filmando este reencuentro que estamos viviendo en el festival. Son chicos poco expresivos, necesitan su tiempo pero creo que lo que me han transmitido es una cierta curiosidad, hay una apertura, hay un cariño y hay un respeto, sobre todo a lo que vivieron en la apertura.
Ya todos crecieron y algunos de ellos están viviendo en Tílcara y ya están acostumbrados a un ritmo más social como lo entendemos desde nuestro punto de vista y hay una alegría y una emoción. Uno de ellos se ve que no pudo dormir dos noches antes porque estaba pensando lo que vería, lo que sentiría pero también, en ese sentido, Silvina y Vicenta, la directora y la maestra de la escuela acompañaron el proceso y entre ellas dos más, el equipo de La pantalla andina, estamos conteniendo este momento y tratando de que se sientan bien que sirva como herramienta de apertura, de reflexión.
Conocieron un mundo nuevo, vivieron su Cinema Paradiso
Totalmente. Ellos no habían entrado nunca a una sala de cine, creo que esto ha sido mágico, extraño y no sé si le dan la dimensión que le damos nosotros los adultos, quizás simplemente les divirtió verse. Quizás es más simple, mas bajado a tierra, somos los adultos los que le ponemos esa épica a estos momentos.
En el documental le preguntas a los adultos “¿cuál fue la primera película que vieron?”, ¿recordás cuál fue la tuya?
Yo como periodista también hubiese hecho esta pregunta, nadie me la hizo, gracias. Yo creo que la idea de hacer esa pregunta en la película es para que todos nos lo preguntemos. Creo que en cualquier lugar del mundo hay un recuerdo o una respuesta para esta pregunta.
En mi caso fue Bambi, una película muy triste con la muerte de una madre y yo de chiquita tuve una perdida de una persona muy querida de mi familia y creo que esta película de alguna manera me preparó, me ayudó a lo que estaba por venir.
¿Cómo convivirán en tu carrera ahora los libros, la realización de películas y el periodismo?
Mi perfil periodístico es muy particular, estoy especializada en viajes con mirada antropológica. Trabajo para National Geographic, hago crónicas y periodismo narrativo. Hay toda una elaboración narrativa en los trabajos que hago escritos, esto lo sigo haciendo y el libro que te menciono de La Mujer Coya es un proyecto importante al que le estoy poniendo mucha energía y no quiero despegar del todo de la palabra, para nada, la palabra es muy fuerte pero yo vivo la vida en espiral, como algo completo y expansivo, y claro que voy a seguir experimentando y explorando la parte audiovisual de hecho ya hay ideas y cosas que rondan y que me inquietan pero también me estoy dedicando a poner energía a la distribución de La Pantalla Andina y ha recoger frutos porque me di cuenta que es un proceso que no te puedes saltar dentro de un proceso creativo.
Al finalizar la entrevista, Carmina recibe la noticia de que a La Pantalla Andina le otorgaron recientemente una Mención de Honor en el 18o Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos de Sucre, Bolivia, la misma detalla: “Porque en la pantalla se despliega con cariño la cotidianidad del obstinado y descomunal esfuerzo por hacer valer el pedazo del derecho a la cultura que tienen todos”,