La actriz argentina Valeria Lois participa en la nueva serie web “Parte de una religión” y conversó con Cinéfilos sobre cómo fue filmar en pandemia y seguir apostando por este tipo de formatos digitales y accesibles.
La frialdad del formato virtual se ve eclipsado por la mera presencia de la actriz Valeria Lois, quien se encarga de ser una anfitriona de lujo para Cinéfilos desde la intimidad su casa y contarnos los detalles de la nueva producción de Obol Films. Además de Valeria, el elenco de Parte de una religión está integrado por Mariano Rosales, Julián Doregger, Santiago Gobernori, Malena Medici, Julián Lucero, Alan Sabbagh y Nicolás García Hume. Esta nueva serie web de corta duración (consta sólo de tres capítulos) apuesta a este tipo de formatos digitales que son de fácil acceso y digestión.
¿De qué va?
Parte de una religión se centra en los avatares, debates, peleas y desencuentros de un grupo de amigos que se reúnen a comer un asado con la excusa de la muerte del padre de dos de sus integrantes. Este grupo variopinto compuesto por personajes divertidos, bizarros y en cierto punto enajenados, pero asimismo de lo más tiernos y entrañables, está encabezado por una pareja disfuncional, dos medios hermanos que tienen una relación amorosa, un cura que cree y milita la existencia de vidas extraterrestres, dos actores que no logran ponerse de acuerdo y la presencia accidental de un delivery de picadas.
Esta nueva serie web es una comedia que funciona de manera orgánica con muchos toques de humor absurdo e hilarante. Una propuesta con mucha impronta local (la picada y el asado ilustran parte de este concepto) donde si bien el disparador es el pretexto de un almuerzo amiguero distendido, la comida pasa a un segundo plano cuando se entablan discusiones sobre televisión, teatro, relaciones endogámicas, crisis de pareja, la vida en otros planetas y las creencias con las que bregan cada uno de sus participantes. Lo anecdótico de la llegada de comensales inesperados y de temas que rozan lo irracional y lo absurdo, la convierten en una ficción por demás disfrutable y con una excelente construcción de guion y personajes.
Valeria, contanos un poco qué es lo que te convocó a formar parte de este proyecto…
Básicamente el hecho de que hay banda de gente donde son todos amigos y amigos de amigos. En mi caso, con quien más había trabajado es con Santiago Gobernori y cuando él me invitó a hacerlo el año pasado en plena pandemia, pensamos en todas las alternativas posibles para poder grabar durante tres días seguidos en un contexto tan difícil, pero la verdad es que no lo dudé. Podría haberme planteado “che este no es momento para hacerlo” pero creo que si hay algo que necesitamos ahora es tener reuniones entre pares y compinches y hacer formatos que nos gusten. Ni hablar cuando tuve acceso a leer el guion y no paré de reírme y dije “para mi es un sí rotundo”. Tengo una sensación muy hermosa de la experiencia que compartimos, el dinamismo de todo el equipo, la buena predisposición y la voluntad para que todo salga lindo y funcione.
“Parte de una religión” tiene la esencia de “Por ahora” (2013), la serie escrita y protagonizada por Malena Pichot en la que también participás, ¿notás ciertas similitudes entre los personajes que te toca interpretar y la naturaleza de los proyectos?
A mí me parece que hay un estilo de humor, de un absurdo, de una realidad medio loca donde todas esas personas que estuvieron en Por ahora y están En parte de una religión se entienden. Después los personajes no me resultan tan parecidos. En el caso de Parte de una religión mi personaje es la novia/hermana de uno de los amigos de los protagonistas, quien también asiste al asado y estaba como en una periferia tan bien escrita que todo funcionaba a la perfección. En el caso de Por Ahora era una jefa de Malena Pichot que estaba llena de verdades confundidas. Pero sí, me gusta esa sensación de ser como un aporte a algo que está desarrollado en otro lado.
Por el momento sólo están los primeros tres episodios grabados y, si bien podría terminar ahí, también podría ser el comienzo de un universo infinito, ¿vos crees que continúa esta historia? ¿Cómo te imaginas el desenlace?
Bueno, en principio este es un proyecto hecho con un interés “caprichoso” digamos, que tiene mucho que ver con el factor del deseo, contiene un material que a uno le gusta ver y verse. Entonces yo creo que ese deseo de seguir haciéndolo y de que haya más temporadas está de parte de todos. Y me imagino muchas cosas, incluso hubo muchas hipótesis acerca de todo aquello que podría pasar. A mí en lo personal me encantaría conocer al hermano del chico de la picada, también hay un momento donde Malena y yo hablamos sobre una plata que le debo a ella y conjeturamos acerca de pedir helado, entonces imagino alguna secuencia donde aparece el delivery del helado. No sé, lo pienso en relación a cosas que se pueden ir abriendo alrededor de los personajes que están participando. También sospecho que ese asado que esperan nunca llega, pero también entiendo que forma parte de un loop interminable donde todo sucede en la previa a la comida que nunca se concreta.
Como espectadora me dio la impresión que “Parte de una religión” tiene mucho de lo local, de lo argento. Hay algo genérico que engloba la idea de una reunión entre amigos, donde se empieza a desvariar acerca de distintas temáticas y donde asimismo tenemos un poco la particularidad de fijarnos mucho en lo que hace el otro o cómo decide digitar su individualidad.
Bueno es que, por ejemplo, lo que nos pasaba mucho era que cuando se cortaba la cámara, en esas pausas o esperas, entre nosotros se generaban unas charlas que tranquilamente podrían estar en Parte de una religión. Este delirio que vos señalás, donde se va hilando una cosa con la otra o inclusive poder decir algo muy desubicado y que nadie lo reciba espantado diciendo “che, ¿cómo vas a decir eso?”. No quiero gastar la palabra, pero vuelvo sobre esta idea del absurdo que se despliega sin que nadie haga fuerza en ese grupo y me parece que está buenísimo que fluya de esa manera. Todo el material se banca a sí mismo.
Bueno, justo esto me lleva a la idea del trasfondo del humor. De hecho, la excusa de la reunión en la serie es la muerte del padre de dos de los personajes y sin embargo todo se transforma en un delirio donde se sacan varios trapitos al sol y se puede construir el humor desde incluso situaciones terribles o polémicas. ¿Para vos qué es el humor y sentís que existen límites para eso?
Yo creo que no. Que existen micro mundos donde uno puede hacer humor con lo que sea. Hay algo de la incorrección, en esto de decir lo que pienso que tiene que ver con un contexto o un lugar donde elijo hacerlo. A mi me parece que este material tiene una falta de prejuicio grande y está muy sostenido en esta idea, ya sea al hablar de religión, de la manera de tutear a un cura, de una vasectomía o inclusive cualquiera de las otras temáticas. Hay contextos donde sobre estas cosas se pueden navegar y hay otros en los que no. Y uno tiene que dar humor en niveles y lugares apropiados.
Hay un público que se alimenta de estas pequeñas cosas y que no sólo se alimenta sino que también agradece, entienden que hay cuestiones que no se cierran y que sin embargo dentro del formato funcionan perfectamente.
¿Cómo fue la experiencia de filmar en Pandemia?
Creo que a todas las actrices y los actores que nos llegan este tipo de proyectos o tantos otros recibimos con alegría lo que nos toca hacer y que cuando llega el momento de hacerlo nos preguntamos esto de los cuidados: “voy a estar una cantidad de horas con X cantidad de gente y por más que todos tengamos buena onda también puede fallar”. Estamos aprendiendo a convivir con esto, en parte decimos qué bueno que sea trabajo, pero también implica la exposición y los riesgos. Bueno, con Santiago Gobernori estábamos ensayando una obra de teatro en el Cervantes y cuando llegábamos era más o menos lo mismo, teníamos que ensayar con los barbijos puestos y sin poder tocar al otro. Me parece que nosotros como argentinos tenemos una capacidad de increíble de adaptación y este contexto pandémico no es la excepción a la regla. Había buena onda alrededor y mucha intención de que todo saliera bien. Nadie complicó cuestiones básicas de la convivencia como el estudio del libreto o la puntualidad. Y había además mucho cuidado y amor al trabajo, sumado a una locación alucinante donde no era necesario tener que estar adentro. Creo que se dio el milagro de que todos estos factores surgieron de manera orgánica y se notó en el resultado final.
Bueno, también necesitamos que la industria se mueva independientemente de la situación pandémica. Ustedes en calidad de poder trabajar y nosotros como espectadores que hoy más que nunca necesitamos de todo tipo de ficciones para sortear lo que se establece como una nueva “normalidad” o lógica del encierro. ¿Qué hubiera sido de esta experiencia sin todo el contenido que tenemos disponible para ver?
Por eso yo sigo sosteniendo que este es un proyecto singular. Porque es verdad que todos estamos pensando más de una vez si hacer o no tal cosa, buscando los medios, la conveniencia económica y de cartel. Pero tenemos el factor del tiempo, donde en una circunstancia de vida real antes de la pandemia casi nadie hubiera podido disponer de esa brecha de tiempo por estar afectados por otro tipo de trabajo. Entonces se nos dio a todos la disponibilidad horaria y dijimos “nos tomamos estos tres días para poder hacerlo”. Si yo no hubiera contado con ese tiempo y tenía otro compromiso asumido la verdad es que me hubiera querido matar, porque no podía defenderlo por encima de un contrato firmado para una serie por darte un ejemplo. No tenemos la capacidad de frenar una filmación para decir “grabo unos días con unos amigos”. Un poco cuando pasan estas cosas hay que saber aprovecharlas, dado que se dan las cosas tal como las soñás. Trabajamos en un clima donde predominaba la buena onda, el respeto, el profesionalismo de los realizadores y del elenco, además de un guion bien escrito que llevado a la práctica adquirió consistencia y sentido. Si bien insisto, la situación contextual no es la deseada, al menos fuimos afortunados de poder grabar este tipo de material.
Me da la sensación de que sos una actriz que más allá del proyecto se mueve por grupo humano. Tal como veníamos conversando con anterioridad, colaboraste con ficciones tales como “Por ahora”, “Caja de herramientas”, “Parte de una religión” y lo mismo sucede en el ambiente cinematográfico, venís de grabar nuevamente con Paula Hernández la película “Las siamesas” después de “Los sonámbulos”.
Es que me parece que cuando uno se hace grande, la balanza se pone más sutil en un sentido. Es como si te dijera “bueno, ¿cuánta plata necesitás para sobrevivir?”. Ese piso tiene que estar, pero de ahí para arriba ya tiene que ver con ambiciones personales o con cosas de mayor prestigio. Tener asimismo una agenda de amigos con los que nos ponemos de acuerdo para ponernos a hacer X cosa y que exista un sí rotundo es precisamente lo que yo nunca quiero que falte. Hay épocas en las que eso se aleja porque hay más lime o alienación, pero a mi en lo personal la pandemia me demostró la importancia o lo necesario de que existan estos proyectos para hacer las cosas a puras ganas. En ese sentido me siento muy agradecida y contenta de ser alguien con quien otras personas que para mí son megas piolas también cuentan: “che me está llamando la persona con la que quiero trabajar”. Cuando uno empieza a estudiar teatro uno agudiza el radar de las personas con las que uno quiere trabajar. Que eso siga vivo a mis 48 años es un sueño hecho realidad.
Parte de una religión está dirigida por Lucía Valdemoros, escrita por Santiago Gobernori y Mariano Rosales y se estrena el 23 de julio de manera online en EventBrite.
Mirá también la entrevista que hicimos con Julian Lucero por Parte de Una Religión