Ya se encuentra disponible en Netflix la nueva película de Sam Levinson, protagonizada por Zendaya y John David Washington, y sus integrantes contaron cómo fue el rodaje durante el aislamiento total del pasado y particular 2020.
Malcolm y Marie fue escrita y rodada durante la cuarentena obligatoria que provocó la llegada del COVID-19 en casi todo el mundo. Creada por San Levinson, la película fue llevada a cabo con un estricto protocolo sanitario, en una casa de California ambientada para la ocasión y con un equipo muy reducido a lo que suelen ser normalmente este tipo de producciones. Uno de los grandes aliados del guionista fue nuevamente el director de fotografía húngaro Marcell Rév, con quien ya trabajó en dos ocasiones y describe este trabajo como el más íntimo de su carrera en un montón de sentidos: «Sam me llamó cuando tenía 7 u 8 páginas de guion, y empezamos a hablar sobre cómo sería esta película, no solo en la estética visual, sino cómo la haríamos fluir». Al llegar al norte de California, Rév cuenta que el equipo creativo se dedicó casi dos semanas a la preparación, trabajando con los actores y compartiendo ideas entre todos. «Conversamos todo entre todos, y al no haber mucha gente alrededor, no teníamos ninguna de las distracciones habituales que suele haber al preparar una película —rememora—. Por eso la historia no quedó separada de los aspectos técnicos, y todo se fusionó. Fue un placer poder disfrutar de esos momentos».
«Marcell es tan ingenioso y tiene una sensibilidad y una maestría con el manejo de la luz que creo que no tiene nadie más —expresa Sam Levinson—. Compartimos una sensibilidad similar al momento de filmar en cuanto al realismo de las emociones, más que al realismo estético. Creo que eso viene del hecho de que él estudió con Vilmos Zsigmond en Budapest durante años. Marcell es alguien de quien espero no tener que prescindir nunca.“
Desde el principio, durante la fase de escritura del guion, Sam sabía que quería filmar la película en blanco y negro, algo que tenía ganas de hacer desde hace tiempo, pero ahora con esta película, ese deseo tenía mucho sentido con la historia que estaba contando. «Dado que el largometraje se centra en una pareja que está discutiendo y desmenuzando su relación, prácticamente en tiempo real, no quería caer en la trampa del realismo. Y el blanco y negro te distancia enseguida de eso. Le agrega una capa de abstracción que nos permite luchar con las ideas en vez de con la realidad pura. Además, como estábamos filmando en esa casa moderna que era casi toda de vidrio, pudimos iluminar la naturaleza que la rodeaba con un halo casi ominoso o inquietante. Hace rato me resigné a que nunca haré una película que compita con la experiencia de ver por primera vez ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, El sirviente o La noche. Pero poder jugar en ese universo, en una película sobre el amor al cine, fue un sueño».
«Marcell nos hizo ver hermosos —bromea Zendaya—. No podía imaginarme esta película filmada de ninguna otra manera que no fuera en blanco y negro. Se siente como si hubiera sido pensada para hacerse así y realmente contribuye a la historia, porque tiene que ver con la idea de reivindicar la narrativa de estrellas de cine negras, que en la era de las películas en blanco y negro no tenían su espacio, ni las mismas oportunidades, ni el amor, ni el apoyo. No tuvieron esa posibilidad. Entonces fue una decisión emotiva reivindicar eso y mostrar a estos dos actores en blanco y negro en una película».
Sam agrega: «Hay una cantidad increíble de películas en blanco y negro con actores negros, desde Matador de ovejas, de Charles Burnett, hasta She’s Gotta Have It, de Spike Lee. Pero, en general, cuando repasamos el cine estadounidense, desde la era dorada de Hollywood hasta la aparición del cine en color, los actores negros brillan por su ausencia. Me pareció una manera interesante de reivindicar el glamour y la iconografía de esa época, y encuadrarla bajo una luz diferente».
La película se filmó con película tradicional Kodak Double-X, que ya es reconocida por el contraste que ofrece, y que además les permitió a Levinson y a Rév conseguir negros profundos y blancos definidos como querían. Sin embargo, para lograr el efecto deseado, fue necesaria muchísima luz porque ese tipo de película carece de sensibilidad. Rév explica: «No queríamos hacer una película gris. Queríamos hacer una película en blanco y negro de verdad, en el estilo de los largometrajes de los cincuenta o de los sesenta, como ¿Quién le teme a Virginia Woolf? Pero tampoco fue un enfoque formalmente clásico, porque no queríamos que pareciera una película hecha en los cincuenta. Queríamos que se viera como una película de hoy».
El editor de Malcolm y Marie, Julio Perez, estaba encantado de ver las tomas que le mandaban. «No era necesariamente la coreografía de la cámara que veías en los cuarenta o, incluso, en los cincuenta, sino que lo que tenías era una mezcla hermosa e interesante del Hollywood clásico, con algunos elementos del movimiento de cámaras y una coreografía que se puede ver en cualquier parte, desde la nueva ola francesa o checa, hasta la nueva ola estadounidense clásica de la década del setenta. Estos elementos se combinaron con brillantez. Imagino que todos estábamos buscando calidad contemporánea, una modernidad nueva, pero basados en lo tradicional. Sam tiene un gran conocimiento del cine clásico; no obstante, no queríamos sentirnos obligados a ese tipo de cine. Queríamos crear un estilo contemporáneo audaz de ver las películas, a la vez de quitarnos el sombrero frente a los maestros y excelentes artistas que nos precedieron.”
El rodaje de noche nos demandó otro nivel de complejidad, debido a la gran cantidad de ventanas de la casa que mostraban la panorámica completa del entorno. «Diría que el 60 % de la historia sucede en la sala que tiene puertas corredizas de vidrio en su totalidad, así que se ven las colinas ―explica Rév―. Teníamos que iluminar todo el exterior para cada toma, lo que significó un desafío, en especial, porque contábamos con un equipo limitado, pero a la vez fue una excelente oportunidad de tener un paisaje maravilloso como telón de fondo para el drama».
Para Sam Levinson, tener una idea del exterior y sentir la naturaleza tenía gran importancia para la historia. «Comienzas a verlos como si fueran dos serpientes atrapadas en un frasco al que no le sacarás la tapa. Pero, luego, hay momentos, cuando salen o caminan afuera, que se convierten en pequeños respiros».
A medida que se avanza en la película, esta sensación de constante ansiedad, suspenso y tono inquietante no fue algo accidental. «Dos personas solas en una casa, en medio de la nada: la situación por sí sola tiene un cierto suspenso, y, por supuesto, fue algo de lo que conscientemente nos aprovechamos todo el tiempo», destaca Rév. Sam agrega que creyó interesante usar las ideas preconcebidas del público respecto de lo que creen que es una película sobre relaciones de pareja hoy en día. «Hablamos mucho con Marcell acerca de cómo crear esta sensación perturbadora de que algo malo va a suceder o de que existe algo más en este mundo. También se basa en el miedo que existe en una discusión de pareja. La idea de que uno de los dos pueda decir algo de lo que ninguno sea capaz de recuperarse. Ambos están jugando con fuego».