Sacha Baron Cohen trajo de nuevo a su icónico personaje, 14 años después de su estreno, más ácido que nunca.
Más de dos décadas se cumplieron de la llegada de aquel reportero kazajo a Estados Unidos, que dejó registro en un falso documental con humor negro, incómodo pero logró empatizar y crear una gran cantidad de fanáticos en todo el mundo.
Por esa misma razón, se estrenó recientemente en Amazon Prime Video la nueva entrega de Borat y llegó más salvaje que nunca a burlarse del presente, de la pandemia y de las elecciones en Estados Unidos.
Según detalla un detallado análisis del medio ABC, en Borat 2 todo es real y el personaje regresa, tras ser liberado del «gulag», con una misión: llevar un regalo a alguien cercano a «McDonald» Trump para que el presidente kazajo pueda formar parte del «club de los hombres fuertes». Un club integrado por Putin, Bolsonaro, Kim Jong-un y Kanye West. Ese regalo, inicialmente, es el chimpancé más conocido de su país y ministro de Cultura, pero, por un problema con el envío, acaba siendo su hija Tutar.
Entre toda la vorágine que acontece en el 2020 y en la película, se cuela el nombre del todopoderoso Rudy Giuliani, a quien captan semidesnudo. La supuesta hija de Borat le engatusa con su papel de periodista novata para que le conceda una entrevista. Al final de esta, Giuliani, de 76 años, accede a tomarse una copa a solas en la habitación de un hotel donde intenta intimar con la actriz, de 24 años, y en la que las cámaras lo graban en un momento en el que se mete la mano en el pantalón tumbado en la cama. El abogado de Trump reconoce que fue engañado pero aseguró que las imágenes están sacadas de contexto. La escena ya estaba en todos los medios de comunicación antes del estreno de una película.
Borat 2 cuenta con un cameo de Tom Hanks, quien con una llegada imprevista terminó siendo el protagonista de los últimos minutos de película, centrados en noticias falsas, bulos o conspiraciones universales que, pese a lo serio del asunto, provoca, como el resto de los ingredientes de la trama, carcajadas e incomodidad entre los espectadores.
Tom Hanks lleva años apoyando públicamente al partido demócrata y tomamos este cameo como una “protesta” al presidente de los Estados Unidos y a sus decisiones.
¿La vieron cinéfilos?