De conexiones especiales y escasas, del amor que constantemente muta y se confunde, de cambios que desgarran y de una separación que alerta una comedia romántica poco convencional que brilla por su realidad y cautiva con su cercanía.
El cliché del género se reconvierte con esta película y se separa de la tradicional historia romántica simplona. El hecho que parta con el racconto de la relación hasta su agonía presenta un comienzo en incerteza, en vulnerabilidad emocional, un final. ¿Cómo retratar entonces una historia de amor si la pareja protagonista comienza en su separación? Bueno, este es el mayor logro de esta propuesta, atreverse con una alta dosis de dolorosa realidad virtuosamente retratada.
Escrita por Rashida Jones en colaboración con Will McCormant y delicadamente dirigida por Lee Toland Krieger, Celeste y Jesse Forever, es una propuesta sencilla pero llena de aciertos y a ratos, de luminosidad, reflejo de su honestidad. Con una certeza que asombra, este relato recorre la difícil separación de dos esposos, amantes y amigos, que acostumbrados a la sincronía de una vida en común se enfrentan a un divorcio. Todo esto aún en una situación- paréntesis que redunda en una falsa esperanza antes de un término anunciado que pareciese no concretarse en su inacción y eterna complicidad.
Todo comienza relatando, cual video musical, al ritmo de “Little Things” de Lily Allen en los créditos de inicio, un viaje personal e íntimo a la historia de Celeste (Rashida Jones) y Jesse (Andy Samberg), quienes son presentados a través de diferentes pasajes de lo que ha sido su vida en pareja entrelazando imágenes con letras llenas de nostalgia por sueños no cumplidos y de una realidad que se opaca por la turbulencia de sentimientos inciertos propios de una separación.
Celeste y Jesse, están en sus treinta, tienen una complicidad que los hace únicos, han estado juntos casi toda su vida y hace seis meses están separados, pero su química sigue intacta, siguen en convivencia como amigos contraviniendo todo tipo de estereotipo societal. Celeste es una profesional exitosa que expele seguridad en las distintas esferas de la vida, lo que incluye su relación con Jesse, con certeza del cariño que él le profesa cuenta con esa falsa seguridad de que siempre de alguna forma estará ahí. Jesse, más informal e inmaduro, tiene la esperanza que este distanciamiento sea una etapa y el curso natural será el reencuentro. Más allá de sus propias expectativas, esta pareja, no deja de compartir sus días y las diferentes formas y expresiones del amor.
Todo cambia, de golpe, así, como la vida misma, esa que a veces, sin aviso y sin segunda oportunidad te regala una transformación obligada que poco tiene que ver con lo que sientes y versa más de lo que debe ser. Con un giro de guion brillante y sutil se quiebra sin vuelta atrás esa esperanza de relación amorosa que siempre inconscientemente estuvo ahí. Todos los sentimientos que no afloraron en la utópica seguridad de la cotidianidad se hacen presentes, para en la incerteza, explotar en miedos intentando volver el tiempo atrás para no dejarse ir. Este creo será el punto de encuentro con todo espectador, la identificación con el ensayo y error que vive esta pareja es dolorosamente bello de tanta realidad.
Desde acá, Celeste y Jesse invitan a la audiencia a transitar por todos los estadios de lo que significa una separación. El dolor de dejar la familiaridad de la cotidianidad, lo difícil del desapego de la corporalidad, el entender que no hay certezas cuando se habla de amor, que los egos sabotean sueños y que es tan propio del ser humano disociarse entre sentimientos contradictorios que la brecha hacia una nueva vida y a lograr la dolorosa misión de dejarse ir aun amándose se sabe necesaria, pero se vuelve desgarradora.
El reparto seleccionado para darle vida audiovisual a esta pareja exuda una honestidad brutal. Ver a Andy Samberg alejado de la comedia es un regalo, un personaje que florece desde la complejidad y que revela sus matices dándose una oportunidad para reinventarse. Rashida Jones por su parte, no solo escribe el guion de esta película, sino que emociona en su personaje que está en constante tensión con la lucha sentimental que desarma sus prejuicios y la vulnera ante sus escondidos sentimientos.
Celeste and Jesse forever es un retrato extraordinario al amor transformativo. Ese que, a pesar de todo lo pasado, continúa ahí. No solo el de pareja, también el individual. El viaje personal que viven estos personajes en el proceso los hace reconectarse con quienes son y volver a cuestionarse incluso cuáles son las formas el amor. La película conmueve y está llena de sutilezas. Vemos en pantalla cómo el amor va quemando sus etapas, pero no se extingue, se transforma junto a los personajes.