Michaela Coel (Chewing Gum), Inspira, dirige, escribe y protagoniza esta comedia negra, llena de realidad, que ya ha ganado elogios de la audiencia y la crítica en los primeros 8 capítulos que lleva al aire por HBO y HBO GO.
Coel es Arabella Essiedu, una joven escritora que se encuentra haciendo su segundo libro luego del éxito del primero que recopilaba sus escritos en twitter.
En el primer capítulo la podemos ver en Italia, con un amigo. Mientras ella intenta que su relación sexo afectiva pase a un estado más formal, él, le abre amablemente la puerta del auto que la lleva al aeropuerto, en directa señal que suba lo más rápido posible, y le dice que no hablaría del tema.
Arabella vuelve a Londres el día antes de su primera entrega de borrador del libro, pero en medio de una crisis de inspiración decide salir con amigos y ponerse una alarma contra reloj para su entrega. Al día siguiente y con un corte en su frente y su teléfono roto, la vida de Arabella se paraliza y durante los doce capítulos de la serie intenta reconstruir su pasado para saber qué fue lo que pasó esa noche. Teniendo flashbacks que vienen en forma de flashes mentales que dejan ver a un hombre arriba de ella y que en segundos desaparecen y solo entregándole partes de un rompecabeza imposible de terminar. Sin lograr dilucidar qué pasa y solo con lagunas mentales que son iluminadas por estos destellos visuales que la hacen agonizar en dudas, la teoría de haber sido drogada y abusada comienza a hacerse más fuerte y latente hasta su final confirmación. Desde ahí todo cambia en la vida de Arabella, se derriban estructuras que jamás se dio cuenta que estaban ahí, permitiéndole no solo mostrar un caso que centra su foco en este abuso; extiende la reflexión a múltiples dimensiones que se desprenden de este acontecimiento. Coel, interpreta, de manera magistral, a este personaje que nos invita a compartir su proceso de cuestionamiento absoluto a las bases y a todo lo que está a su lado replanteándose su vida transitada hasta esa noche.
La protagonista es acompañada por sus dos mejores amigos: Terry (Weruchi Opia) y Kwame (Paapa Essiedu) quienes también son encargados de compartir experiencias que de alguna forma, brillante por lo demás, logra visibilizar más aún las temáticas que son criticadas a lo largo de la serie y que demuestran, al mismo tiempo, en cómo las redes de apoyo se vuelven vitales después de este tipo de hechos.
Esta es una propuesta diferente, temáticamente podría ser comparada la muy bien lograda “unbelievable”, que expone el caso de Marie Adler quien fue violentada sexualmente y obligada a retractarse por el sistema judicial, pero Coel, se inclina más a la ficción, a la comedia negra cargada de drama, envuelve el hecho de una manera más centrada en el proceso personal y lo acompaña de las historias paralelas de sus amigos mostrándonos más vicios estructurales de la sociedad actual, de los silencios que son igualmente violentos, de una normalidad disfuncional, de los prejuicios que nos separan del ya casi nulo asombro por lo que le pasa al otro. Esta serie enfoca el problema en su contexto, la acerca a la audiencia, es más social, cargada al alcohol, drogas, a la experimentación, la juventud, la música y la libertad, derriba mitos y estereotipos, es la vida de una mujer que se está encontrando, entre letras y responsabilidades, en una etapa de construcción que se ve interrumpida por este hecho que no la dejara volver a ser quien fue.
Es una carga de realidad, sin cliché, sin estereotipos, ni ambiciones y eso se nota. Es dura, tiene escenas que te hacen cuestionar la alienación colectiva a la que hemos llegado ante hechos que debiesen ser incuestionables, frente a temas como el consentimiento, el abuso, la violencia de género, la omisión como parte de la acción, del sistema y sus estructuras. Lo logra, y de una manera reflexiva, que molesta, que desgarra por su apatía y naturalización, pero que deja claro que ese no es su objetivo solo lo muestra, así, sin ambiciones, queda.
Fue Coel, quien vivió una experiencia similar cuando se encontraba en el Festival de Edimburgo en el año 2018, donde un ejecutivo trató de asaltarla sexualmente. La protagonista hizo catarsis, tomó esa experiencia y la convirtió en “I may destroy you”, una apuesta muy bien lograda, llena de recursos en sus diálogos y formas de expresión, y que funciona, a veces pegando más duro que consignas, en ese tránsito por el camino entre la vida y el dolor, y te muestra cómo nos desenvolvemos en un espacio marcado por los estereotipos, la hegemonía, las relaciones interpersonales superficiales y carentes de empatía, pero que también nos vuelve realidad el hecho de que nunca antes te lo cuestionaste porque siempre ha sido así. Si bien, el objetivo de la serie está lejos de adoctrinar, mueve a reflexionar profundamente sobre la violencia de género naturalizada, no solo por la sociedad, como individuo, cuanto ayuda comprender lo que ocurre para poder expresarlo. En lo que importa la institucionalidad, en este caso mostrando un buen trabajo por parte de la justicia lo que también es una nota alentadora dentro de la serie, ya que permite ver un horizonte con una institucionalidad contenedora y eficiente como parte de lo que sucede y no ajeno a él.
Y como bonus track, su banda sonara es resistencia. La multiculturalidad de ritmos se vuelve una tónica a lo largo de sus diferentes capítulos, las canciones en ocasiones en sí mismas son parte de la lucha de este relato que es un manifiesto de realidad.