Dicen que no hay nada mejor que un Chaplin para retratar a otro Chaplin ¿Quién lo dice? Los que tuvimos la suerte de conversar con algún familiar del capo cómico del cine mudo (y no tan mudo). Charles, o “Carlitos”, como lo conocen las generaciones pre MTV, navegó siempre entre la comedia de sus personajes y su fama de tirano detrás de cámara. Su humor se convirtió rápidamente en un símbolo de Hollywood y su personaje “El Vagabundo”, se volvió la cara más famosa de la gran pantalla durante la primera mitad del siglo 20. Sin embargo, al ser maltratado por la misma industria que lo convirtió en una estrella, terminó sus días exiliado en una mansión de la ribera Suiza. Hoy, Geraldine Chaplin (76), hija del cuarto matrimonio del actor, realiza una radiografía casera de los últimos días de su padre, de su carrera y de lo que significó ser la hija del gran Charlot.
P – ¿Cómo era tu relación con Charles?
R – Durante mi infancia muy bien, después vino la adolescencia y… (risas). Chaplin era muy victoriano, muy antiguo y estricto. En mi época de rebelión nos peleamos por cosas de niña, se enojaba porque me quería maquillar o porque me interesaba un chico. Típico de un viejo victoriano. Chocábamos mucho. Después la relación mejoró. Yo tenía 35 años cuando murió.
P – ¿Qué te acordás de aquel día?
R – Recuerdo, sobre todo, que fue el día de Navidad y él odiaba la navidad. ¡Eso era un triunfo para él! De verdad la odiaba (risas). Le recordaba a su infancia, cuando recibía una naranja de regalo, ya que en su familia eran muy pobres. Aquellas navidades yo no estaba porque tenía que trabajar, pero sí estaban los nietos. Había un árbol lleno de regalos y mamá (Oona O’Neill) bajó y dijo “el abuelo se murió” y los nietos respondieron “¿eso quiere decir que no podemos abrir los regalos?”. Pusieron todos los regalos en el garage e hicieron como si no se hubiera muerto. La preocupación más grande aquel día para esos renacuajos no era la muerte del abuelo, sino los regalos (risas).
P – ¿La navidad se convirtió en una fecha especial para los Chaplin tras su muerte?
R – Yo he utilizado la muerte de mi padre durante muchos años para no festejarlas porque odio las celebraciones en general. Yo decía: “se murió mi papá, no tengo ganas de celebrar”, pero en realidad era ‘¡Bien! Gracias papá por haber muerto ese día’ (risas). La excusa perfecta, ¿sabes?. Pero ya no puedo seguir utilizándola. Después de 40 años no puedo decir que me recuerda a mi padre para no celebrar (risas).
P – ¿Pensás que Hollywood le dió la espalda a Charles?
R – No, yo pienso que era la política del momento. Hollywood era el centro de la caza de brujas (Ref.: Macartismo de la década del 50 en Estados Unidos), y él fue una víctima, no tanto como otros, pero víctima al fin. No le dieron la espalda, sino que siguieron la política del momento. En hollywood eran todos de izquierda, ahora son todos violadores de jóvenes.
P – ¿Cómo vivió tu padre el homenaje que le hizo “La Academia” (Academy of Motion Picture Arts and Sciences)?
R – Yo no fui porque estaba en contra de que él fuera. Con una de mis hermanas hicimos todo lo posible para que rechace la invitación. Le dijimos ‘te han tratado tan mal’, bueno, en realidad nunca nos atrevimos a decírselo a la cara (risas). Pero debo admitir que le hizo tan bien. Lo emocionó mucho y le dio más tiempo de vida. También le hizo muy bien para el ego.
P – ¿Reconoces la cara de tu padre en el rostro de “Charlot, el Vagabundo”?
R – No, nunca lo he conocido así, ni con pelo negro, ni de joven. Cuando yo nací mi padre era un gordito con pelo blanco. Sabía que ese era mi papá porque veíamos sus películas, pero no lo reconocía. Miraba a Charlot y luego miraba a mi padre y no era el mismo.
P – Casi todos los intentos de despegarse de “Charlot”, fueron un fracaso a nivel de audiencia, ¿esto hizo que llegara a tener una relación de amor-odio con ese personaje?
R – Yo creo que no. Él le llamaba “The Little Man” (el hombrecito), y hablaba de él en tercera persona. Cuando veía sus películas decía “mira, el hombrecito hizo una cosa muy graciosa” Siempre hablaba de “él”, nunca de “yo”. Dejó a Charlot cuando vino el cine sonoro, aunque en Tiempos Modernos habló y cantó, pero era una especie de esperanto. Él tenía el sueño de llevar a Charlot a los estudios Cinecittà, sabía que ya no podía hacerlo, pero siempre tenía ideas que le salían con el hombrecito adentro viviendo sus aventuras.
P – ¿Le quedó algún sueño por cumplir a Charles?
R – Sí, él seguía escribiendo películas, Había una que se llamaba The Freak, que era impresionante, pero al final no la pudo hacer. Él nunca se planteó dejar de trabajar.
P – ¿El apellido Chaplin te abrió puertas?
R – ¡Todas! (risas). Todavía lo hace y espero que siempre lo haga. Yo soy hija de Charlot, de Carlitos y espero seguir siéndolo toda mi vida.
Entrevista realizada en colaboración con Carolina Ramos y Mario Noceti.