Con una simpleza alucinante, la película de Amazon nos propone pensar en qué tan solos estamos en este universo
Apenas una hora y media de metraje es suficiente para que Andrew Patterson deleite con una narración que sin ser ostentosa, es efectiva. The vast of night no necesita de grandes efectos visuales para transmitir lo que quiere, ni de un presupuesto elevado para mantener cautivo al espectador. El peso está puesto en la tensión, en las actuaciones y un montaje preciso.
Ambientada en la década del 50, la historia nos muestra a dos jóvenes que viven en un pequeño pueblo de Nuevo México, Fay (Sierra McCormick), una operadora de teléfonos de apenas 16 años, y Everett (Jake Horowitz), conductor de un programa de radio de trasnoche. Durante la noche de un importante partido de básquet que tiene cautiva a la población, unos extraños ruidos causan interferencia en la emisión de Everett, que junto a su amiga empieza a invitar a la audiencia a que les ayuden a develar el misterio.
La magia de la película parte de una estética que nos plantea que vamos a ver algo “viejo”, ambientado en los 50 tanto en lo ficcional como en el soporte: The vast of night empieza como una antigua transmisión televisiva, que bien podría remitir a La dimensión desconocida. De allí en más, serán algunos movimientos de cámara los que nos recuerden que se trata de un film hecho en esta época, porque lo demás se encargará de que nos sumerjamos en una cápsula temporal de hace 70 años, con planos fijos y sonidos “rotos”, apoyados en la idea de que estamos escuchando un programa de radio (sí, algo así como lo que se puede ver en La frecuencia Kirlian). Por lo demás, no hay efectos especiales descomunales, ni necesitamos de criaturas animadas que nos tengan pendientes de la historia.
El suspenso y la tensión se apoyan en las historias que cuentan los personajes, como esas leyendas urbanas que pasan de boca en boca hasta llegar a los oídos crédulos de los más chicos, que se encargan de mantener viva la llama. Y ahí radica otro punto fuerte del film: los protagonistas son dos adolescentes, y desde esa curiosidad e inocencia nos vamos enterando de lo que está pasando en un pueblo, como ya se dijo, detenido por un partido de básquet. Con los ojos puestos en ese evento deportivo, son unos pocos los que están atentos a lo que pasa ahí afuera, en lo vasto de la noche, donde a veces no sabemos qué pasa y otras tantas preferimos no saberlo. Son esas miradas, esas voces, las que nos hacen transitar esta hora y media de magia pura. Porque sí, la historia que nutre este relato es chiquita y la vimos mil veces, pero acá hay algo que potencia todo y lo convierte en una cinta que no hay que perderse, y está a mano, en el catálogo de Amazon Prime Video.