Los hermanos Safdie nos sumergen en un viaje al fondo del mar de las apuestas con un Adam Sandler inmerso en el caos de la adicción, en una película con una atmosfera tan pesada que nos va a destrozar antes de llegar al final.
La Fosa de las Marianas es el lugar más profundo de la tierra, donde algunas mediciones dan 11.034 metros de profundidad. Y la presión es tan grande, que solo algunos organismos unicelulares pueden sobrevivir. La atmósfera de Uncut Gems, a veces alcanza niveles similares, donde la presión se vuelve insoportable y el cuerpo colapsa sobre sí mismo.
Con un arranque y una culminación surreales, basados en un viaje casi cósmico y al mismo tiempo introspectivo hacia el interior de un ópalo negro que es más que una piedra preciosa, sino una especie de espejo mágico, un inductor de obsesión para los personajes, la última película de los hermanos Safdie nos lleva a la vida de Howard Ratner, un joyero adicto a las apuestas, hasta el cuello de deudas y con una pila de prestamistas amontonándose para listos para arrancarle lo que tenga de la forma que sea. Similar al personaje de Walter White en Breaking Bad, Ratner es un personaje que podría funcionar tranquilamente en un entorno oscuro e ilegal que parece darle todas las oportunidades posibles pero que el arruina constantemente y terminan constituyendo la arquitectura de su propio final.
La atmósfera de constantes presiones a las que la vida de ludópata que vive el personaje de Adam Sandler se exponen, se va cerrando sobre su cuello como el nudo de una soga, afectando su trabajo, su familia y sus relaciones amorosas. Decisiones erradas que cada vez ponen más y más en juego se vuelven más y más asfixiantes hasta el momento en que no sabemos cómo va a terminar todo, pero que sospechamos que un final feliz es una utopía imposible con un personaje que no deja de caminar directamente hacia el abismo, por más advertencias que se le pongan enfrente.
El papel de Sandler es impecable, un personaje que sostiene cierta simpatía de estafador o de una persona que está convencida en que puede ganarle al destino y salirse con la suya con un par de sonrisas, una charla inspiradora y unos cuantos chistes, pero que se abre por completo en sus momentos de máxima vulnerabilidad mostrando una inocencia que lejos de conmover, denotan lo profundo que tiene el cuerpo metido en el barro. Su protagonismo está acompañado por dos personajes brillantes: el de su esposa (Idina Menzel), completamente fastidiada por su adicción y la telaraña de mentiras que teje a su alrededor, y el de su amante (Julie Fox, que debuta como actriz con este film) una mujer que a primera vista parece querer sacar una ventaja pero que más tarde nos damos cuenta que mantiene un amor sincero aunque conflictivo. Estos personajes orbitan alrededor de una red de prestamistas, mafiosos y una familia judía donde no siempre la sangre es más espesa que el agua.
La banda sonora de Daniel Lopatin parece por momentos salida de una película de Panos Cosmatos, recordando la pesadilla lisérgica y cósmica de “Beyond The Black Rainbow” o “Mandy”, otro gesto de una película que está amparada por el sello de A24, una de las productoras de cine más prestigiosas de los últimos tiempos, con una estética muy marcada a la hora de presentar sus productos. La banda sonora tiene canciones de Kendrick Lamar, Billy Joel, Meek Mill, Madonna o The Weeknd, que hace una participación en la película. Este no es el único cameo, ya que se pueden escuchar las voces de Natasha Lyone y Tilda Swinton y la participación del ex basquetbolista Kevin Garnett como una de las piezas fundamentales del elenco, con una actuación sorpresiva y convincente.
Los Hermanos Safdie construyen una película que no deja respirar hasta el último minuto y cuya resolución con la adrenalina a tope resulta un alivio, frente a una trama que continúa presionándonos hasta límites insoportables, pero que en todo momento es dinámica y electrizante y que nos vuelva a mostrar la capacidad actoral de Adam Sandler cuando se sienta seriamente ante un proyecto liderado por gente que sabe realmente lo que quiere hacer.