La segunda temporada de Mindhunter nos ha demostrado el enorme interés de sus creadores por mantener el estándar de calidad que convirtió la serie en uno de los éxitos de temporada del año 2017.
Pero, ¿Que hay detrás de los agentes del FBI que entrevistaron a Edmund Kemper?
Robert Ressler y John Douglas formaron parte de la Unidad de Ciencia del Comportamiento del FBI durante la década de los setenta y, como parte de su trabajo, tuvieron que recorrer los Estados Unidos para entrevistar a los asesinos en serie más conocidos del momento para crear perfiles psicológicos de criminales.
Centrándonos en Robert Ressler y su libro “Asesinos en serie” vamos a citar parte de su entrevista con Edmund Kemper y el momento incómodo que vivió en uno de sus encuentros con este asesino.
“Estaba terminando mi tercera entrevista con Ed Kemper, un hombre que medía 2 metros y cinco centímetros, pesaba casi 136 kilos, era extremadamente inteligente, había matado a sus abuelos durante su infancia, había pasado 4 años en reformatorios y, al salir, había matado ocho personas más, entre ellas, su madre.”
“Había ido a entrevistarle a la prisión de Vacaville, California, en dos ocasiones más, la primera con John Conway y la segunda con mi colega de Quantico, John Douglas, al que estaba introduciendo en este campo. Durante la entrevista profundizamos bastante en el pasado de Kemper, sus motivaciones para matar y las fantasías relacionadas con los asesinatos. Era un hombre de gran complejidad intelectual que no sólo había matado a sus víctimas, sino que también las había descuartizado.”
“Yo estaba tan contento de con la buena relación que había logrado con Kemper que me decidí a tener una tercera sesión con él, a solas. La conversación tuvo lugar en una celda justo fuera del corredor de la muerte.Tras conversar con Kemper en esa celda cerrada y claustrofóbica durante 4 horas, consideré que habíamos llegado al final y pulsé el botón para avisar al guardia de que me dejara salir. No apareció nadie, así que seguí la conversación. Kemper y yo ya habíamos llegado al término de nuestra entrevistay, después de unos minutos más, pulsé el botón por segunda vez, todavía sin respuestas. Quince minutos después, pulsé el botón por tercera vez y nadie vino.
“Debió de pasar una expresión de miedo por mi cara, a pesar de mis intento de mantener la calma y la frialdad, y kemper muy sensible a la psique de los demás(como la mayoria de los asesinos), la detectó. Tranquilo. Están cambiando de turno y dando la comida a los que están en la zona de seguridad, Sonrió y se puso de pie, acentuando su enorme tamaño. Puede que tarden quince o veinte minutos en venir por ti. “
“Aunque creía mantener una actitud de calma, estoy seguro de que esa información provocó señales de pánico más claras en mí y Kemper reaccionó a ellas. Si ahora se me cruzaran los cables, ¿no te parece que lo pasarías mal? Te podria arrancar la cabeza y ponerla sobre la mesa para que el guardia la viera al entrar, dijo Kemper”
“Mi cabeza daba mil vueltas. Me imaginaba cómo vendría a por mí con sus largos brazos, inmovilizándome contra la pared, estrangulándome y retorciendo mi cabeza hasta romperme el cuello. Él tenía razón: me podía matar antes de que yo cualquier otra persona pudiera hacer algo al respecto. Le dije, que si se metía conmigo, tendría serios problemas. Se Burló: ¿Qué pueden hacer? ¿Impedirme ver la tele?. Contenté que con total seguridad terminaría encerrado en el agujero( la celda de aislamiento) durante un periodo extremadamente largo.”
“Kemper le restó importancia, diciendo que ya era un experto en eso de estar en la cárcel, que podría aguantar el dolor del aislamiento y que ello no duraría para siempre. Al final, su situación volvería a ser más normal y los inconvenientes no serían nada en comparación con el prestigio que ganaría entre los reclusos por haberse cargado a un agente del FBI.”
“Mi pulso corrió los cien metros llanos mientras intentaba pensar en algo que decir o hacer para impedir que Kemper me matara. Estaba bastante seguro de que Kemper no lo haría pero no tenía la total seguridad, ya que, en fin de cuentas, se trababa de un hombre extremadamente peligroso. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido como para entrar en ese cuarto sin acompañante?.
“De repente, supe cómo me había metido en esa situación. Había sucumbido a lo que los estudiantes le llaman como el Síndrome de Estocolmo. Me había identificado con mi secuestrador y le había otorgado mi confianza.”
“Le dije: Ed no me digas que crees que vendría aquí sin tener algún modo de defenderme. No me jodas Ressler. Aquí no te dejarían entrar con armas, dijo Kemper. Él tenía razón, por supuesto. Los visitantes no pueden llevar armas dentro de las cárceles por temor a que los reclusos las agarren y las empleen para amenazar a los guardias o escaparse. No obstante, señalé que los agentes del FBI gozaban de de algunos privilegios que los guardias de las cárceles no.
“Entonces ¿que tienes?. ¿Qué es? ¿Una pluma con veneno?, Preguntó Kemper. Quizá, pero tambíen hay más tipos de armas. Entonces Kemper se puso a pensar: Artes marciales, pues. ¿Karate? ¿Tienes cinturón negro? ¿Crees que podrías conmigo?
“Para ese entonces ya me había serenado un poco y pensé en mis técnicas de negociación de rehenes, la más importante de las cuales es que hay que seguir hablando y hablando porque ganar tiempo siempre parece calmar los ánimos. Hablamos un rato sobre artes marciales hasta que finalmente apareció un guardia y abrió la puerta.”
“El procedimiento normal es que el estrevistador se quede en la habitación mientras el guardia lleva al preso de vuelta a su celda. Cuando Kemper se dispuso a salir con el guardia, me puso la mano en el hombro y dijo: sabes que sólo estaba bromeando, ¿verdad? Por supuesto dije, soltando un gran suspiro.
Me propuse no volver nunca a ponerme ni a mí, ni a ningún entrevistador del FBI, en una situación similar. Desde entonces, nuestra política fue la de nunca entrevistarse a solas con un asesino, violador o agresor de niños convicto, y hacerlo siempre en pareja.