El nuevo thriller que arrasa en Netflix desató un inesperado conflicto con el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Lo que parecía otro estreno potente dentro del catálogo de Netflix terminó generando un conflicto internacional. Una casa de dinamita, la nueva película de Kathryn Bigelow, fue duramente criticada por el Pentágono por su representación de la política de defensa de Estados Unidos. El film, que combina suspenso político y tensión militar, muestra cómo un error humano desata una posible catástrofe nuclear. Lo que el público vio como un thriller impactante, el Departamento de Defensa lo interpretó como un ataque a su credibilidad.
¿Qué señala el Pentágono?
El informe interno de la Missile Defense Agency fue tajante: la cinta muestra un sistema antimisiles “inexacto” y “alejado de la realidad”, asegurando que en la vida real “las pruebas de defensa han alcanzado una efectividad del 100 %”. Pero ese intento por desmentir la trama solo logró lo contrario: disparó la curiosidad de los usuarios y convirtió a Una casa de dinamita en una de las películas más vistas de la plataforma. El efecto Streisand en su máxima expresión.
La trama, ambientada en un futuro cercano, sigue a un grupo de ingenieros militares y funcionarios que enfrentan el colapso de un sistema diseñado para proteger al país. Bigelow, que ya había explorado los dilemas éticos del poder en The Hurt Locker y Zero Dark Thirty, vuelve a moverse entre el realismo bélico y la crítica social. Su puesta en escena tensa, con planos cerrados y un tono casi documental, aporta una sensación de verosimilitud que incomoda incluso a los más escépticos.
¿Qué sostuvo parte del elenco?
En medio de la polémica, Rebecca Ferguson, protagonista del film, defendió el enfoque de la directora: “Ojalá pudiéramos reducir el arsenal nuclear. Esta película habla del miedo y de la fragilidad de la humanidad”, declaró. Para ella, el objetivo de la historia no es cuestionar la defensa estadounidense, sino invitar a reflexionar sobre la relación entre tecnología, poder y error humano.
Pese a las teorías que circularon tras su estreno, Una casa de dinamita no está basada en una historia real, aunque el guion toma inspiración de episodios verídicos de tensión nuclear. La ambigüedad entre la ficción y lo posible es la que mantiene al espectador atrapado durante toda la cinta. La película no busca dar respuestas, sino plantear preguntas incómodas: ¿qué tan segura es la seguridad? ¿y quién controla a quienes controlan?

En definitiva, la polémica con el Pentágono no hizo más que aumentar el magnetismo de Una casa de dinamita. Netflix encontró en el escándalo un impulso inesperado, y Bigelow reafirmó su lugar como una de las pocas cineastas capaces de poner en jaque al poder con una cámara. Lo que debía ser un simple estreno de temporada terminó convertiéndose en el thriller político más comentado del año.












































