Leonardo DiCaprio aceptó un recorte del 90% de su salario para ser dirigido por Clint Eastwood en el biopic J. Edgar.
En una industria donde las cifras millonarias mandan, Leonardo DiCaprio dio un paso inesperado: aceptó cobrar solo 2 millones de dólares —cuando su tarifa habitual rondaba los 20 millones— con tal de formar parte de J. Edgar, el drama biográfico dirigido por Clint Eastwood en 2011. El actor quería trabajar con una figura a la que considera una referencia absoluta en el cine. “Quería formar parte de algo auténtico”, explicó en su momento.
DiCaprio quedó fascinado con el estilo de dirección de Eastwood, reconocido por su enfoque sereno y directo en el set. “Nunca grita, y todo lo que dice es muy preciso”, detalló el actor. Esa calma y profesionalismo le permitieron a Leo entregarse de lleno a un papel complejo como el de J. Edgar Hoover, el histórico y controvertido jefe del FBI.
La admiración fue mutua. Eastwood valoró profundamente el gesto del actor, y no dudó en destacarlo públicamente: “Leo hizo una gran interpretación y mostró un compromiso enorme desde el primer día. No muchos harían lo que él hizo”, afirmó el director. La experiencia, para ambos, trascendió lo profesional y marcó una colaboración que aún hoy se recuerda como una de las más intensas y sobrias de sus carreras.

Aunque nunca se confirmó oficialmente, algunos rumores indicaron que la relación entre ambos no fue del todo fluida durante el rodaje. Sin embargo, Eastwood siempre elogió a DiCaprio y aseguró que le gustaría volver a trabajar con él. DiCaprio, por su parte, optó luego por sumarse a proyectos como Django sin cadenas, bajo la dirección de Quentin Tarantino.
A la distancia, el gesto de DiCaprio cobra aún más valor. Renunció a millones por el deseo genuino de trabajar con un maestro del cine. Su decisión habla de un actor que, más allá del éxito comercial, sigue apostando por el prestigio y la profundidad artística.