El director Pietro Marcello sorprende a la audiencia con la ternura y emotividad de Scarlet (L´Envol)
*Esta crítica contiene spoilers
En un drama de época, Raphael (Raphael Thiéry) retorna a su pueblo luego de haber ido a la primera guerra mundial. Todo ha cambiado a su regreso, su mujer ya no está en el plano terrenal y es la primera vez que conoce a su pequeña hija, Juliette (Juliette Jouan adulta) quien ha sido cuidada por Madame Adeline (Noémie Lvovsky).
Con el don de la artesanía de la madera, Raphael comienza a buscar trabajo en el pueblo, pero a poco andar nota que la mayoría de los residentes evitan su mirada y contacto. Al pedirle explicaciones a Madame Adeline, esta termina por confesarle la terrible muerte de su esposa en manos de uno de los vecinos, marcando la vida de Raphael y su relación con el pueblo en el que vive.
Ante su alienación, auto declarada y luego presionada por los residentes del lugar, comienza a formar una relación alejada de casi todos junto a su hija, Madame Adeline y algunos lugareños que lo acompañan en una pequeña granja cercana el lugar más céntrico del pueblo. Este exilio social y hostigamiento por parte de los residentes del pueblo, lo único que hace es provocar que esta relación entre el progenitor y su ya joven hija, que sueña despierta con profecías de niñez, sea un hilo inquebrantable de amor mutuo.
A medida que avanza la película podemos ver cómo Juliette va creciendo, poco a poco, fortaleciendo cada vez más el vínculo con su padre, quien intenta hacer todo lo posible para que su hija lleve una vida relativamente normal y sin ninguna necesidad. Es así, como le arregla un piano que se convierte en una herramienta catártica para la joven de un talento musical inigualable y que la lleva a transitar entre los sueños y la realidad. En la película, ese don es potenciado en absoluta majestuosidad, la actriz se toma la pantalla envolviendo a la audiencia en melodías dulces y poéticas que hacen sonar su voz en cada esquina de la sala de cine y que se extiende como parte de su diálogo interno para conocerla un poco más.
Es un día soleado cuando Juliette, ya adulta, conoce a Jean (Louis Garrel), y todo lo que estaba dormido en ella despierta en sentimientos nuevos que finalmente ella describe como amor. Su primera ilusión y sus primeras esperanzas.
La película es una maravilla, mezcla registros de época con nuevas imágenes texturizadas para parecer antiguas, la música no es banda sonora, sino que se presenta como los pensamientos de Juliette y es incluida naturalmente como si fuera un musical, pero estando lejos de serlo. A su vez, el retrato de la relación entre Raphael y Juliette es enternecedor y profundo, saca lágrimas y moviliza a emocionados auditores que empatizan con esta familia de buen corazón que sufre el rechazo social, pero que son más fuertes y lo enfrentan gracias al amor mutuo catalizador de vida, esperanzas y sueños.
Es el primer film que me saca una lágrima en esta edición del festival y creo, por su recepción, se levantará como uno de los favoritos de la audiencia.