Candyman, la secuela de la famosa película de 1992, llega a los cines argentinos. Dirigida por DaCosta; escrita y producida por Jordan Peele.
La nueva película sobre Candyman está realizada por la directora Nia DaCosta y escrita por Jordan Peele (Get Out, Us) y Win Rosenfeld. Está protagonizada por Yahya Abdul-Mateen II, Teyonah Parris, Nathan Stewart- Jarrett, Vanessa Williams, entre otros. Se esperaba su estreno para mediados del 2020 pero, debido a la pandemia por COVID, su estreno se pasó a varias fechas hasta que, finalmente, este jueves 26 de agosto se celebró su estreno mundial.
Previamente a esta película, la historia de terror sobre Candyman se planteó en tres diferentes películas: Candyman (1992) dirigida por Bernard Rose; Candyman: Farewell to the Flesh (1995) de Bill Condon y Candyman: Day of the Dead (1999) de Turi Meyer. La primera es la más sólida en cuanto a la historia, personajes y ejecución. Cuenta y explica la aparición de Candyman y cómo su presencia atormenta a una mujer, Helen. La segunda película explora, en resumen, el árbol genealógico de Candyman. Y, la tercera, sigue la historia de la segunda.
La historia de Candyman es conocida: “dí su nombre cinco veces en frente de un espejo y él aparecerá y te matará“. Con esa premisa, se desarrollan todas las películas que tienen como foco a este personaje. Su presencia es terrorífica, no sólo por el final que le espera a la persona que dice su nombre 5 veces sino por el aspecto físico de él. En su historia de vida, Candyman es un hombre negro que se enamoró de una chica blanca y de familia rica mientras trabajaba en un retrato para ella.
La familia de ella se opuso a su relación y mandaron a matar al hombre. La gente del pueblo se reunió para matarlo y, en eso, le arrancaron la mano y le pusieron un garfio en su lugar. Para terminar, volcaron miel en su cuerpo para que sea atacado por las abejas del lugar. Es por ese motivo que las abejas son un símbolo propio de Candyman.
Se cataloga a la nueva película de DaCosta como una remake de la Candyman de 1992. Sin embargo, la película toma algunos aspectos de la primera original para continuar con la historia con algunos de esos personajes, no rehace el film original. En esta nueva entrega, se anula la creación de los otros dos films porque lo importante pasa por lo que sucede en la primera. Es por eso que, durante la película, se muestran algunos fragmentos animados que resumen la trama de la primera Candyman.
¿De qué va Candyman (2021)?
Diez años después de la demolición de la última torre del barrio Cabrini Green en la ciudad de Chicago -barrio en la que se suceden los eventos de la primera película-, el artista Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen) y su novia Brianna Cartwright (Teyonah Parris) viven en un departamento reconstruido cerca de allí. Anthony está trabado como artista visual, no sabe cómo empezar sus obras y encuentra inspiración en la historia terrorífica sobre Helen y Candyman.
En eso, se obsesiona con el mito de Candyman y sus consecuencias y empieza a averiguar, cada vez más, sobre el origen de este hombre/ fantasma. En su investigación y la elaboración de su arte, se da cuenta que hay algo oscuro de su pasado que no conoce y lo persigue.
Lo racial y el mito original
Esta nueva película resignifica el mito de Candyman y lo expone, de una manera alevosa, a una denuncia social sobre el racismo. Jordan Peele es conocido por la destreza técnica de sus películas pero, también, por las historias que éstas exponen. Tanto en Get Out (2017) como en Us (2019) hay una denuncia al racismo. Esta crítica racial es el eje central de la historia de ambas películas. En Candyman, Peele hace lo mismo: coloca el trauma racial para desarrollar la historia. Si bien el mito de Candyman -y él mismo- nacen de una diferencia social racial -él negro enamorado de una chica blanca-, la película original no hace hincapié en esa cuestión social.
Sino que la historia pasa por otro lado; pasa por el terror, por el horror, por la presencia de un fantasma que mata gente con un gancho en la mano e hipnotiza a quienes lo llaman para demostrar su existencia; pasa por la credibilidad del mito. En la nueva película, la importancia está en la cuestión social, en la empatización con la diferencia racial y las consecuencias que sufren las personas de color. El mito de Candyman queda relegado del resto de la historia, se aleja de la historia original y de la intención de esa primera película.
En consecuencia, la nueva película hace una fuerte denuncia sobre el racismo. Si no hubiera sido grabada antes del movimiento #BlackLivesMatter, parecería que el film relata los sucesos de ese movimiento y el origen de él. Es más, parte de la historia de la película se relaciona (fuertemente) narrativamente con esto.
Más allá de la historia, DaCosta demuestra una dirección elegante y construye una atmósfera siniestra y, en partes, terroríficas. Se puede distinguir el slasher, los cuerpos sangrientos, la impresión en la sangre y en los cambios físicos. La presencia de Candyman es más fantasmagórica, perteneciente al mundo de las sombras, más oscuro y alejado de los personajes. Así, DaCosta arma un monstruo atemporal y omnipresente. Estructura la película en la dualidad de los personajes a medida que avanza la historia. Esta dualidad que está presente siempre que hay un espejo cerca -el espejo que es la llamada al propio Candyman.
Candyman es una propuesta interesante que trata de revalorizar el mito original desde otro punto de vista. Busca continuar, en parte, con la primera historia y tiene una ejecución técnica que funciona en toda la película. Pero queda demasiado relegada a la cuestión social que se plantea, alejada totalmente de la original. El momento de mayor distinción es la aparición de Tony Todd, el Candyman original de todos los films.