La miniserie de Netflix Supongamos que Nueva York es una ciudad es la versión extendida del documental Public Speaking, acerca de Frances Ann Lebowitz, una de las figuras más influyentes de Nueva York. Dirigido por su íntimo amigo Martin Scorsese, muchos se preguntan entonces: ¿Quién es Frances Ann Lebowitz? Para quienes no la conocen, Fran es una escritora estadounidense de 70 años reconocida por sus comentarios agudos, un gran sentido del humor negro y por sus criticas sociales acerca de la vida cotidiana estadounidense (vista a través de una percepción que trasciende por su sensibilidad). Es una mujer nacida en los 50, con una historia de vida controversial tanto para su época como para su religión. La echaron del secundario, se mudó a los 20 años a un New York de los 70, leía, fumaba, iba a recitales, trabajaba de taxista, hasta emprender su carrera como escritora comenzando a escribir en las columnas de Andy Warhol y logrando la publicación de cuatro libros best sellers.
Lebowitz y Scorsese son amigos desde hace varias décadas. Marty, la compara con un músico de jazz, dice que lo suyo es el arte de conversar y la improvisación. Las anécdotas de la vida personal de Lebowitz se entremezclan con su visión peculiar acerca del mundo. La miniserie está compuesta por siete episodios de 30 minutos cada uno, estructurados por diversos temas como: historia y cultura de New York, arte, deporte, salud, sociedad, entre otros. Durante estos, no solo nos entretendremos y reiremos con Fran (contagiados por las carcajadas de Marty), sino que además nos adentraremos en la lógica de «pensamiento Lebowitziano», observable en la expresión recurrente de analogías, de asociaciones y del sarcasmo.
Nostálgica por la New York de los 70 y enojada por su pérdida de esencia, decide permanecer allí, “¿Por qué ? Por que es New York. Lo único que no hay allí es nuestro hogar, del cual todos escapamos”. El ruido, la adrenalina, las complicaciones, generan una sensación contradictoria característica del neoyorquino: quejarse del estilo de vida elegido.
El arte del humor de Frances, lo encontraremos también en sus chistes autorreferenciales. Admite ser una Esnob de “categoría no ofensiva”, ser una mujer con problemas de ira porque “no tiene poder, pero está llena de opiniones”, tener fobias y ser quejosa (suelen llamarla la Woody Allen femenina). Le fascina debatir sobre temas controversiales y a quien no le da la razón le responderá: “no coincidas conmigo, te parecerás a mis padres”. Afirma que nunca se interesó por el dinero, pero que siempre amó las cosas, para concluir en que “no existe odiar el dinero, sin odiar a las cosas materiales, a excepción que uno sea Dalai lama”. Considera como hobbie (casi profesión), leer y fumar, al punto de haberse enojado con Michael Bloomberg al sancionar la prohibición del cigarrillo en espacios públicos. Afrima haberle argumentado que “es en la actividad social del fumar y beber, donde los artistas escriben la historia del arte. Si Picasso tendría que haber salido a fumar, se hubiese perdido de algo”.
En diversas entrevistas le suelen preguntar su opinión acerca del origen del talento, y sobre lo que ella considera arte. Para Fran “el talento es aleatorio”. No tiene que ver con nada, no se compra, ni aprende, ni hereda. Y agrega que “un artista es quien deja un registro permanente”, no lo es así para ella ni un deportista que tras su muerte deja de trascender ni un cocinero pues, “todo lo que se pueda comer no es arte”.
Admite admirar profundamente a los músicos: “Nadie es tan amado como los músicos. Tienen la capacidad de expresar emociones y recuerdos. Como cuando uno dice: “¿No recuerdas la canción que sonaba en nuestra primera cita?”. Los músicos y cocineros son los responsables del mayor placer humano. Hacen feliz a la gente y eso que la mayoría de las cosas que dan placer suelen hacer daño. Es como una droga que no te mata.”
Al haber vivido la segunda mitad del siglo XX manifiesta estar orgullosa de haber tenido el privilegio del placer de la observación al haber presenciado las luchas en lo que respecta a los derechos humanos, especialmente del movimiento “Me too”. Pero con 70 años confiesa no entender, muchos fenómenos actuales (las redes sociales, la codicia de vivir eternamente y su sublimación en actividades como el yoga). “Tenes escandalos sexuales sin sexo, amistades sin amigos, arte que no vemos”, y en lo que refiere a la cultura del bienestar, la refuta diciendo que “los malos habitos te pueden matar pero los buenos habitos no te salvan”. Tampoco se identifica con el fenómeno de la cancelación de artistas por lo ocurrido en sus vidas privadas. “Seguir leyendo a Henry Roth, no significa que si estuviese vivo, me interesaría charlar con él”.
En lo que respecta a la cultura de la lectura, France observa que el lector moderno busca identificarse con lo que lee, cuando para ella “el libro no tiene que ser un espejo, tiene que ser una puerta”. Y en relación a la autenticidad que es difícil de encontrar hoy día, plantea su preferencia por los niños antes que por los adultos ya que “no están llenos de clichés, y no intentan convencerte de algo que no saben”.
Estas fueron algunas de las ocurrentes reflexiones y opiniones de Fran Lebowitz, capturadas por el director y amigo, Martin Scorsese.
“Think before you speak. Read before you think. This will give you something to think about that you didn’t make up yourself – a wise move at any age, but most especially at seventeen, when you are in the greatest danger of coming to annoying conclusions.”— Fran Lebowitz