Un relato de amor y dolor. Un refugio del mundo en conversaciones de vida. Una inyección de memoria emotiva que se esconde en el pasado producto del presente. Una concatenación de hechos que definen tus relaciones actuales, según lo que viviste.
Ewan Mcgregor, es Oliver, un hijo abnegado que mediante flashbacks nos regala dosificadamente pasajes de su historia. Cristopher Plummer es Hal, un padre moribundo quien recientemente, a sus 75 años, declara, por fin, abiertamente su sexualidad. Mélanie Laurent, es Anna, una mujer libre y sensible que remece, en un primer encuentro sin palabras, la vida de Oliver. Y bueno, Arthur, un Jack Russel Terrier que es el denominador común de estos personajes unidos por la búsqueda, encuentros y desencuentros del amor en todas sus formas y roles.
Todo comienza con una voz en off, que al más puro estilo de Amélie Poulain narra todo lo que quiere que veamos como espectadores y nos transporta, sin dejarnos opción, a diversas imágenes que nos ayudan a entender el contexto de su vida y cómo la ve. Una sutileza. Este narrador es Oliver, el protagonista de esta película, quien nos abre un espacio en su vida y su historia y que veremos, entre saltos temporales, como niño, como joven y como adulto que ha pasado por las diversas facetas de amor, de dolor, de vergüenza, de emociones parte de la vida misma. Así de intima es “Beginners”
El protagonista nos regala un transitar en la inevitabilidad del tiempo, en el paso fatigado del niño que nunca sanó, en la sorpresa de estructuras de vida que nunca cuestionó, en la apertura del corazón para comprender y aprender a amar. Es un relato de convicción, una narración de resiliencia, de detalles cubiertos en diálogos profundos y eventos que te pueden cambiar la vida; para moverte o paralizarte. Siempre hay dos opciones. Oliver, toma la primera.
Ambientada en la década del 2000 pero con una marcada nostalgia de los 50´s, esta película te cuenta junto a la dureza de la realidad cotidiana, lo simple que es encontrar la belleza en las pequeñas cosas y cómo, aunque toda una vida no hayas encontrado sentido, ni te sentiste cómodo en este lugar, como si hubiese existido un click en un switch ese inesperado momento llega cuando menos te lo creías.
Mcgregor, conmueve en su papel. Dolido, marcado por la carencia, fracturado en su niñez, se reconstruye al andar, se da espacio para aprender a sentir. Nos regala un personaje cargado de humanidad. Laurent, fusión perfecta, contenedora y lúdica, forman una dupla que posee una mágica mixtura que termina orientándose como esencial e incuestionable. Esa mezcla, despierta en los protagonistas todo lo que la vida no había logrado remover e inesperado, como un movimiento telúrico, los sacude y los vuelve a enrielar en la sutileza de un nuevo sentir.
Plummer, por otra parte, logra desarrollar un personaje vibrante, que se sorprende de la vida en la tercera edad, que implora por mayor tiempo para forjar esa historia que nunca tuvo y que solo hoy puede disfrutar. La relación con su hijo, Oliver, es amor del puro, traspasa la pantalla, en el conocerse como nunca y desde ahí, amarse a primera vista, olvidando el pasado y sacando lo mejor de esos desencantados personajes percudidos por su agraz camino en esa constante sensación de no lugar.
A su vez, al ritmo, y como si fuera la extensión de los latidos de la película, se acopla una banda sonora que podría ser un personaje más. Tranquila, emotiva. A ratos, pareciese tener texturas y entregarle imágenes a los sentimientos. Se vuelve adictiva, hace pensar que esconde una historia paralela que se quiere contar a través de ella. Acompaña a los personajes y a sus emociones haciéndote sucumbir en el intento de no sintonizar con ellos y te sumerge en la sutileza no gentil de la realidad.
Mike Mills logra narrar una historia sencilla pero exquisitamente desarrollada, eso es “Beginners”.
Cuando después de amar y perder, nace una maravillosa historia de amor de principiantes…