El diseñador de producción de la última película de Martin Scorsese habló de cómo fue trabajar las locaciones, los efectos visuales y hasta de la importancia de Netflix para llevar todo a buen puerto. Además, contó que “De Niro no quería usar técnicas de rejuvenecimiento que inhibieran su actuación”
Uno de los grandes estrenos del 2019 llegó sobre el final del año, cuando primero en algunas salas seleccionadas y luego en Netflix, Martin Scorsese pudo lanzar su más reciente trabajo: The Irishman. Ambientada en pleno auge de la figura del sindicalista Jimmy Hoffa, interpretado por Al Pacino, el film logró a reunir a un elenco de primerísimo nivel con tres referentes hollywoodenses; al mencionado Pacino se sumaban Robert De Niro y Joe Pesci.
Basada en la novela de Charles Brandt, I heard you paint houses (Oí que pintas casas), publicada en el 2004, la producción estuvo dando vuelta por diferentes estudios hasta que finalmente cayó en las oficinas de Netflix, donde decidieron financiarla. “Antes de que Netflix apareciera, varios la consideraron pero todos querían que la hagamos por menos plata. Por suerte, Netflix apareció y no tuvimos que preocuparnos más por la económico, una vez que se comprometieron estuvieron muy comprometidos. Fue una de las pocas veces en las que pudimos hacer nuestro trabajo sin tener que defenderlo”, contó Bob Shaw diseñador de producción de la cinta.
Shaw, que conoció a Scorsese en el 2009 mientras trabajaban en el piloto de Boardwalk Empire, y con quien después coincidió en El Lobo de Wall Street. “Casi tres años antes de hacer The Irishman nos reunimos para hablar, de lo grande que era todo, de las locaciones y de cómo lo íbamos a hacer de manera eficiente”, contó. En este sentido, el rol de la N roja fue clave: “No es que gastamos de más innecesariamente, pero siempre hay reuniones donde se pregunta de qué forma se puede hacer más económico. Sin embargo, ellos sabían lo que estábamos haciendo y nos dejaron hacerlo”.
¿Cómo fue el trabajo para elegir las locaciones?
Tuvimos 295 locaciones, que es muchísimo. 100 ya son muchas, imaginate 3 veces más. Construimos 28 sets, nada enorme, los más grandes fueron el Villa Di Roma y el Latin Casino. Se trató más bien de ver cómo armar el rompecabezas. Por ejemplo, con las estaciones de servicio, que no podés hacerlas en donde hay una nueva porque las mangueras son distintas, tenés que buscar lugares que se parezcan, y hacer que coincidan con nuestro cronograma; si encontramos un lugar a 45 minutos de Nueva York pero no hay nada más que hacer, no podemos ir a perder un día, por lo que si necesitábamos 5 estaciones, había que proponer al menos 10 opciones. Diría que fue una película que requirió mucha cooperación. En cada locación que usamos construimos tres sets diferentes. Armábamos algo, rodábamos, lo sacábamos, poníamos otra cosa, filmábamos. En un rodaje suele pasar que un actor quiere estar, pero sólo tiene un par de días así que tenés que reajustar todo el cronograma. A veces no podíamos porque había que sacar un set antes de determinado día. Tuvimos que hablar todo con nuestra directora de arte, Laura Ballinger, que tenía todo organizado.
¿Qué tan complejo fue el sistema de rejuvenecimiento?
Creo que Pablo Helman (supervisor de efectos visuales) estaba trabajando en Silence, la película anterior de Scorsese. Este era un proyecto personal de Robert De Niro, que estuvo buscando hacerlo durante mucho tiempo. Estuvieron años tratando de hacerla, porque De Niro no quería usar efectos que implicaran ponerse puntitos o pelotas de golf en la cara, sólo lo iba a hacer si lograban un método que no inhibiera su actuación. Encontraron un método con cámaras infrarrojas que mapeaban toda la información 3D sin que tuvieran que usar cosas en el cuerpo.
¿Y con las explosiones? Estamos acostumbrados a que todo se haga en computadora…
Explotamos algunas cosas, algunas fueron prácticas pero otras se hicieron con CGI, algunas flamas eran reales y otras se sumaron. Lo mejor es darle algo a los de efectos visuales para que puedan trabajar y que no tengan que empezar desde cero. Por ejemplo, decidimos cuántos taxis necesitábamos y el resto se clonaron, hicimos algunos dibujos para ver de qué forma encenderlos y el resto se reprodujo con CGI.
Estuvieron mucho tiempo tratando de convencer a Joe Pesci de que se sumara. ¿Qué te pareció su rol?
Fue genial. Todos están acostumbrados al Pesci que hace de desquiciado. Acá hacía de calmado y medido, racional. Me pareció increíble que haga algo tan genial y tan bien.
Empezó la temporada de premios y los Globos de Oro no reconocieron a The Irishman. ¿Cómo te lo tomaste?
Me desilusionó que no ganara un Globo de Oro, se lo merecía. Es una leyenda, uno de los mejores de la historia. Todos saben quién es pero nunca lo reconocieron tanto, no ganó el Óscar por Raging Bull, uno de los mejores films hechos, no ganó por Goodfellas o Casino. El único que ganó fue por The Departed. Cuando ves todos los clásicos que hizo, no se entiende.