El actor franco-mexicano se sumó a la saga en Los crímenes de Grindelwald, donde interpretó al mítico Nicolas Flamel. Contó cómo construyó al personaje y habló del rodaje dentro del universo de J.K. Rowling
A los 6 años, su padre Alejandro Jodorowsky le dio un papel en su película El topo (1970). A este film, le siguieron dos trabajos más hasta que Brontis Jodorowsky prefirió a sus amigos por encima de la actuación. En esos años, soñaba con ser piloto de avión, psiquiatra y hasta veterinario.
No fue hasta cerca de sus 18, cuando acompañó a unos amigos a un taller de teatro en donde faltó un participante, y le pidieron que se sumara para poder llevar adelante la escena. Ahí redescubrió su amor por la actuación y nunca más quiso dejarla.
Aunque nació en México, desde chico recorrió distintos países a raíz de los trabajos de sus padres: pasó por Polonia con su mamá, Bernardette Landru, volvió a México, vivió en Nueva York donde a la fuerza tuvo que aprender inglés y se valió de algunos episodios de Plaza Sésamo, y hoy vive en París. Producto de las idas y vueltas, habla a la perfección inglés, español, francés y también italiano, con el que se familiarizó en el rodaje de una película para la que lo contrataron en el país tano.
Mientras disfruta del reciente lanzamiento de su libro en España, Manual de codicia, en el que redactó tópicos pedagógicos a base del humor sobre dinero, mercadotecnia, empresas, venta y economía política – proyecto nacido originalmente en Twitter con su cuenta dedicada @HammerClume que llegará a la Argentina entre julio y septiembre -, piensa en lo que se vendrá en su carrera. Por supuesto, hay cierto secretismo en su entorno: “Yo siempre digo que no creo en una película hasta que estoy en el avión de regreso a casa”, sostuvo y por eso guardó detalles extras de su futuro laboral.
De lo que sí pudo hablar fue de su reciente paso por la pantalla grande, donde se sumó al universo de J.K. Rowling en la secuela de Animales Fantásticos, Los crímenes de Grindelwald. En la segunda película de la saga que muestra el mundo mágico antes de la llegada de Harry Potter le tocó interpretar a uno de los míticos personajes, Nicolás Flamel, del que poco se conocía ya que en los libros era mencionado sin un mayor desarrollo.
¿Cómo llegaste a la película y cuánto tiempo te guardaste el secreto?
Elodie Demey, una directora de casting que me aprecia, me propuso ir. Me dijo que no me podía explicar para qué película era y me mandó la escena por mail. Se entendía que era un señor que fabricaba oro, y no mucho más, pero cuando una escena está bien escrita te da claves, es como una partitura musical. Encontré cierto humor, la hice como sentí que había que hacerla, y me hizo firmar un papel. Ahí vi que era de la Warner Bros. Era un contrato de confidencialidad, donde no podía decir que había estado en ese casting. O sea, no podía hablar de una película que no sabía cuál era, de una escena que no estaba en la película, sobre un personaje que no conocía.
¿En qué momento te enteraste que te daban el papel?
Una semana después, Elodie me habló para decirme que les había gustado y querían que vaya a Londres para un segundo llamado. Me dijo: “Espero que estés entusiasmado”, pero yo no sabía qué era. Ahí me contó que era para Animales fantásticos, para el papel de Nicolás Flamel. Fui a Londres, donde me recibió David Yates, el director. Yo me había reaprendido el texto, fui preparado, pero él me dice: “Me encantó tu prueba y sería un placer que aceptaras hacer la película”, y se fue. Fui a Londres 20 minutos para que él me lo pudiera decir cara a cara.
¿Se lo contaste a tu familia?
Las películas del mundo de J.K. Rowling han establecido un lazo con el público, como hay tanto secreto, ellos mismos elaboran teorías que son muy buenas. Es muy lindo. El secreto contribuye a eso, es parte de la magia. Si se revela pierde le encanto. Pregunté si se lo podía decir al menos a mis hijas. Pero me dijeron que había que tener mucho cuidado, que no se tenía que saber, que no lo contara. Ahora, debo confesar que le hice firmar un papel a mis hijas. Cuando les dije quién era, pegaron un salto de como un metro.
Cuando anunciaron en Pottermore me di cuenta de lo que significaba porque me llegaron un montón de mensajes muy cariñosos. Después salió la película y constaté que el personaje gustó mucho.
No tiene tanto desarrollo en el libro. ¿Cómo fue construir el personaje?
Tampoco tiene mucho desarrollo en profundidad en la película, crea entusiasmo porque es un personaje mítico. El único del universo que, hasta ahora, existió en la vida real. Me pregunté cómo interpertar a un viejo que tiene 600 años gracias a la piedra filosofal. Me puse a estudiar alquimia y entendí que era simbólico, que no hay una piedra… Bueno, sí en las películas. Pero me era más útil pensar que si esa piedra se materializaba era porque estabas a cierto nivel espiritual, como que en cierta manera la saca de él. En la alquimia el ser esencial es andrógino, hombre y mujer, como en la Biblia, nuestra mitología, nuestro cuento de hadas judeocristiano, dice que Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, hombre y mujer los crea. El mismo ser es hombre y mujer a la vez. Entonces me dije que este hombre tiene cierta delicadeza, lo que nosotros asociamos con la mujer por nuestros clichés masculinos y machistas. Por la edad es frágil, porque su cuerpo envejeció, pero sus ojos están vivos. También, hace 200 años que no estaba en acción, entonces, ¿qué ha hecho? Creo que después de 400 años este hombre que ha logrado la piedra filosofal, que tiene cierto nivel espiritual, que vive en unión con su mujer, medita: ¡lleva 200 años meditando!
¿Cómo fue sumarse a la película?
Tu haces tu trabajo de actor pero cuando entrás a un mundo de alguien que tiene una visión tan clara, te sumergís. Me sumergí en el mundo de David Yates y J.K. Rowling. Él quería un aspecto físico, trabajamos eso, le gustó la fragilidad, improvisé algunas cosas en el set, las cosas un poco cómicas, como la forma de caminar. Pero luego, en la segunda escena, la del cementerio, me dijo: “Aquí no, aquí es un jedi”. Eso le da profundidad, dentro de lo poco que estoy en la película, el personaje tiene un arco. Hay algo que cortaron, filmamos el momento en el que va a buscar la varita, que no la ha usado en 200 años, está llena de polvo, al principio no funciona. Como él, que al principio no funciona y después ve la dimensión del problema y se acabó el chiste.
¿Cuántos días estuviste trabajando?
Iba a estar 4 días de filmación que terminaron siendo 20 por problemas de planificación, clima, etcétera. Hubo una escena que rodamos una semana, porque el director de fotografía quería usar luz natural y teníamos 5 minutos por día, cuando cae el sol. Esa escena no está en la película.
¿Era complicado el tema del maquillaje para tu personaje?
Tomaba tres horas y media. Por ejemplo, si se empezaba a filmar a las 9, convocaban a todos a las 7.30, pero a mí me pasaban a buscar a las 5. Después estaba una hora y media para sacármelo. Siempre he pensado que cada pincelada no es para maquillar sino para descubrir: porque el personaje está dentro.
¿Qué hay de cierto en lo que dicen de que pudieron elegir sus varitas?
No fue así. Hay un artista que se encargó de hacer todas las varitas, que es genial porque trata de captar el carácter de cada personaje. Yo tengo la mía, me la regalaron, me encanta es con una garra de dragón.
¿Tus hijas ya la usaron para jugar?
¿Qué? ¡Es mi juguete!
¿Hay algo que puedas contar de lo que se viene en esta saga?
No te diré nada que todo el mundo sepa. Como ya lo dije: el secreto es parte de la magia. Lo que te puedo decir es que estar en la próxima entrega y en la cuarta y en la quinta, me haría feliz. Además sabemos que Nicolas Flamel es muy buen amigo de Dumbledore. Bueno, como todo fan, tengo mi teoría de como va a ir la cosa; otro día te lo cuento…