Dejando de lado las producciones de los estudios satélite de la empresa, hay dos films que resaltan por encima del resto: Toy Story y El rey león. Con más de 20 años de vida, ambas marcaron a más de una generación y se apuntan como las que sin dudas tienen a todos expectantes
Sí, el 2019 será un año estresante para Disney a partir de la gran cantidad de proyectos que llegarán a las salas del mundo. Desde el cierre de una nueva fase de Marvel con Avengers: Endgame -a la que hay que sumarle Capitana Marvel– y una nueva película de Star Wars de la mano de Lucasfil, el Episodio IX aún sin titular, hasta el regreso de grandes clásicos como Aladdin y Dumbo que tendrán sus live-action.
Sin embargo, habrá dos cintas que se llevarán prácticamente toda la atención y se estrenarán con un mes de diferencia: Toy Story 4 (el 20 de junio) y El rey león (el 19 de julio). Se trata de las dos historias con más atractivo a nivel familiar, que si bien podrían ser calificadas como cintas infantiles, más de un nacido a principios de los 90 o mediados de los 80 se desesperará por meterse en algún cine a ver qué hicieron con las historias con las que se crió.
Por el lado de Toy Story, esa historia que Pixar trajo por primera vez en 1996 y deslumbró con la calidad de la animación y la fantasía de que nuestros juguetes están vivos, cuando en 2009 se estrenó la tercera parte y Andy se despidió de sus amigos, muchos soltaron una lágrima en la sala porque entendieron que era el final de una etapa. Sin embargo, una década más tarde, el estudio desempolvó a los personajes y los aggiornó a los tiempos que corren -a las claras está con el último póster de Betty- y con algunos avances alimentaron la manija de los fanáticos.
En cambio, El rey león tiene otro condimento: aunque ninguna de las historias que nacieron de la película de 1994 tuvo tanto éxito -¿alguien se acuerda de la secuela de 1998?-, nada manchó el legado que dejó esa cinta imposible de vincular a la muerte de Mufasa. El primer adelanto que vimos fue una réplica animada, una suerte de “falso live-action“, de las escenas más conocidas de la original, y el parecido fue increíble, la piel de pollo instantánea.
Sin dudas, son dos películas que muchos con hijos o sobrinos irán a ver para compartir parte de la infancia que tuvieron con quienes hoy son familia. Por supuesto, esto no deja afuera a los que sin criaturas de por medio, no necesitarán ninguna excusa para ir a verla.
¿A cuál le tenés más fe?