Así nos dijo Corin Hardy, durante nuestro encuentro en México, cuando cayó en la cuenta de que había filmado en Rumania, la tierra del mítico personaje de Bram Stoker.
Desde la pequeña monja al costado de su silla, hasta la forma en la que se refiere a cada aspecto de la película para responder una pregunta, está claro que dentro del universo de El Conjuro se siente en su salsa.
La lista de producciones del género que le marcaron la vida es inabarcable, casi tanto como la alegría que le generó ser convocado para el proyecto. Cuando uno hace lo que le gusta, da todo de sí, y por eso se entiende que Corin dejó hasta la última gota de esfuerzo para lograr el mejor rodaje posible.
Al punto de elegir entre dirigir haciendo sonidos con la boca, en vez de darle indicaciones a los protagonistas. Mirá la nota completa acá abajo y decinos si no está para competir en una batalla de beatbox.