Con Isla de Perros, Wes Anderson volvió a demostrar por qué es tan querible. Si bien es cierto que maneja un código estético y narrativo que para algunos es difícil de digerir, una vez comprado el concepto es difícil escapar a los encantos de cada una de sus historias.
Por eso es una obligación ver la película que tuvo un pre estreno en el BAFICI durante el mes de abril y que llegó a todas las salas a finales de mayo. Sin golpes bajos, Wes se encargó de contar una linda historia en una distópica Japón en la que los perros son desterrados a una isla a raíz de una incurable enfermedad que los afecta.
Aprovechando el furor de la nueva producción conversamos con Jason Stalman, el animador principal de la película realizada completamente con la técnica de stop motion. “Siempre referenció a Hayao Miyazaki, los momentos de silencio y paz que se transmitían y como la audiencia podía proyectar un poco los pensamientos de cada personaje. Hacer eso con los perros, que pareciera que pensaban sin moverlos, fue un trabajo increíble”, aseguró el artista.
Ya habías trabajado con Wes Anderson en Fantastic Mr. Fox (2009), ¿cómo fue esta nueva experiencia?
Durante Fantastic Mr Fox le conté que me grababa interpretando las escenas para lograr las animaciones porque eso me ayudaba mucho y él terminó mandándonos sus propias grabaciones. En Isla de Perros nos mandó toda la película, y eso simplifica las cosas porque nos muestra lo que quiere; es mi trabajo lograr que el pedazo de plástico de mi mano haga lo mismo.
¿Qué tipo de cosas les mandaba?
Se grababa y nos mandaba fragmentos en los que decía “fijate lo que puedas hacer, si sentís que te sirve esto”. A veces mandaba vídeos en los que ni siquiera se movía, te juro, solo miraba fijo Pero era lo que necesitábamos, porque en la animación te tentás a mover la marioneta todo el tiempo pero acá no era necesario. El desafío era dejarla quieta pero que tuviera vida.
Siempre se destaca la forma en la que construye sus escenas, ¿cuánto importan los detalles para él?
Se obsesiona mucho, pero es un artista, y todo toma sentido al final. Vuelve loca a la gente pero cuando ven los resultados todos dicen: “Ah sí, tiene sentido”. Pero las cosas en las que se enfocaba eran muy raras. A veces decía: “Está bien, el perro está bien pero el árbol de atrás está muy redondo tiene que estar más cuadrado”. Parecía raro, pero después ves la película y es hermosa, en cada escena compone una pintura maravillosa.
Cada toma es una pintura que arma. A veces no importaba la continuidad de la escena, quizás estaban los perros hablando y cuando la cámara cambiaba el plano el modificaba las posiciones porque para solo importaba que las cosas se vieran bien.
¿Cuánto tiempo te lleva recuperarte de un trabajo así?
Ahora estoy en “recovery mode” (terminó de trabajar en un nuevo proyecto). Toma meses. Por lo general 6 semanas para empezar a tener el cerebro funcionando correctamente. Trabajo con una dimensión del tiempo medio rara, estamos tan enfocados que es casi como una forma de meditación, pero cuando terminamos no podemos comunicarnos correctamente (risas). Está buenísimo dejarse absorber por algo así.
Es un trabajo muy exigente, ¿qué pasa cuando hay un límite físico y la marioneta no puede “actuar” determinada escena?
Se busca la manera de solucionarlo, hay que ingeniárselas para hacer que funcione. Siempre hay una forma y eso es algo que me encanta de esto.
Además de trabajar junto a Wes Anderson, Jason Stalman se desempeñó como animador en El Cadáver de la Novia (2005), así como también en varios proyectos de la productora Laika Studios, donde participó de Kubo y la Búsqueda Samurai (2016).
En este link podés ver un fragmento de la entrevista en la que habla sobre su paso por Isla de Perros.